Los niños, esa porción de población que se ha convertido en un elemento disruptor en el Congreso, en los vecindarios y en las casas, son el motor que pone en marcha a Chumi cada día en cuarentena. Antes de la crisis del coronavirus ya eran un público atento y exigente, pero la necesidad de hacer un show a la altura es ahora imperiosa. Por ellos y por los padres, que dependen de él cada sábado para animar un encierro largo y especialmente duro para los más pequeños.
"Cuando das un concierto o sacas un libro, sabes que a los niños les gusta y que estás ayudando a los padres.