La España que acoge estos días la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático -COP25- es un país donde el carbón como fuente de generación eléctrica se está convirtiendo en algo prácticamente testimonial y que tiene trazada una hoja de ruta para que las nucleares no funcionen más allá de 2035.
En febrero pasado, el Gobierno español dio a conocer su Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (Pniec), en el que fijaba los objetivos hasta 2030, algunos de ellos por encima de los vinculantes establecidos por la Unión Europea (UE).
España, en concreto, se ha fijado que las renovables tengan un peso del 42 % en el consumo final en esa fecha, por encima del 32 % establecido por la UE, y que la mejora de la eficiencia energética sea del 39,6 %, frente al 32,5 % de Europa.
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