El anhelo por frenar la violencia empujó a Elmer Zapata Rojas, un técnico en producción agropecuaria de 27 años, a emprender una cruzada en su pueblo para cambiar los cultivos de coca por granos de cacao con la idea de "dejar de ponerle víctimas" al conflicto colombiano.
"El cacao no tiene ningún enemigo", dijo a Efe Zapata para ilustrar el discurso que utiliza con campesinos en Valdivia, un municipio de Antioquia (noroeste) que se mueve entre la erradicación forzada y la sustitución voluntaria de cultivos ilícitos.
El joven, que hoy lidera a 72 familias como presidente de la Asociación de Cacaoteros de Valdivia (Asocaval), impulsa proyectos de transformación en una zona donde la cultura de la ilegalidad está "muy arraigada".