El 27 de junio de 2010, el FBI irrumpió en la casa de los Heathfield a las afueras de Boston y detuvo a Donald Heathfield y a su mujer, Tracey Ann Foley, un matrimonio canadiense con dos hijos, uno de 20 y otro de 16. Él, consultor de estrategia para empresas. Ella, agente inmobiliaria.
Ni sus hijos –nacidos en Canadá– sabían que sus padres eran en realidad espías encubiertos de Rusia que habían sido enviados a Occidente en los años 80 y que formaban parte del "servicio ilegal", un programa ultrasecreto de Moscú para sacar información en plena Guerra Fría.