Hace apenas una semana, el Gobierno francés, junto con el español, el italiano, el griego, el maltés y el portugués, hacían llegar una propuesta a las instituciones comunitarias: el fondo de recuperación para el coronavirus debería ser de 1,5 billones de euros y basado en transferencias, no en préstamos.
Tres días después, el viernes pasado, el Parlamento Europeo aprobaba una resolución que exigía un "paquete de recuperación" de dos billones de euros, "sobre todo, en transferencias, no en préstamos, y con dinero fresco, no con inventos contables", avisaba a la Comisión Europea.
Pues bien, este lunes, una semana antes de que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, presente su propuesta el próximo 27 de mayo, el eje francoalemán ha vuelto a recomponerse para llegar con una propuesta que puede terminar imponiéndose: medio billón de euros en dinero fresco y en transferencias, no préstamos; una suerte de transaccional entre el norte y el sur: entre un norte que no quería dar nada sin préstamos, y un sur que todo lo quería en trasferencias; entre un sur que quería mucho más, y un norte que no quería aflojar la billetera y exigía que el fondo estuviera dentro del Marco Financiero Plurianual –que debería incrementarse, por tanto, de manera sustancial desde los 1,07 billones que era la cifra tope en las últimas negociaciones–, el presupuesto de la UE 2021-2027, cosa que prevé el acuerdo francoalemán.