El sector pesquero ha superado una nueva prueba de resistencia, durante los dos meses de estado de alarma, con una cifra relativamente baja de enfermos, y pérdidas de ingresos por amarres de barcos y caídas de ventas que ahora esperan recuperar con la reapertura hostelera.
La pesca y acuicultura -sectores esenciales- han garantizado el suministro de estos alimentos, pero muchos buques pararon durante el período de mayor virulencia de la COVID-19, por la bajada de los precios y las limitaciones de movimientos y los riesgos añadidos para profesionales acostumbrados a trabajar en condiciones duras.
Los amarres han sido más numerosos en el Mediterráneo y el golfo de Cádiz que en el Cantábrico y, a finales de abril, las organizaciones del sector -armadores, cofradías y pescaderías- cifraron en el 30 % la disminución de ingresos durante el estado de alarma, pero las mismas fuentes advierten a Efeagro de que este porcentaje no es representativo, porque las pérdidas son muy dispares según el segmento de flota o la zona del país.
Leer más: La pesca resiste al coronavirus a pesar de los amarres y la caída de ingresos