El 21 de marzo, la primera ministra de Nueva Zelanda se dirigió a la población en una declaración oficial. El país había registrado 52 casos confirmados de COVID-19 y Jacinda Ardern anunció un nuevo sistema de alerta de cuatro niveles cada vez más estrictos para hacer frente al virus. No usó lenguaje belico ni les habló de guerras ni buscó chivos expiatorios. Su mensaje se centró en apelar a la "mentalidad comunitaria" que en su opinión tienen los neozelandeses. "Puede que no hayamos experimentado algo así en nuestras vidas, pero sabemos cómo cuidarnos unos a otros, y en este momento qué podría ser más importante que eso", afirmó antes de repetir el que ha sido su mantra: "Por favor, sé fuerte y sé amable".