Don Arturo sonríe, acaba de jubilarse. Hace justo cuarenta años que comenzó a cotizar y cumplió hace poco los 65, la edad de retiro para los hombres en Chile. Sin embargo, sigue acudiendo puntual a su puesto en la conserjería de un edificio del barrio de Las Condes, en Santiago. Él vive mucho más alejado de la cordillera, en los confines de la línea uno de metro, y cuenta con pesar que la pensión de jubilación que recibe es tan baja que no puede dejar de trabajar.
Con su sueldo y la renta de jubilación, ahora su familia con un hijo con discapacidad a cargo, puede vivir mejor.