Fuman un cigarrillo en mallas térmicas verde militar mientras toman el primer café del día a las puertas de una casona blanca ubicada a unos 25 kilómetros de Bajmut. En el interior de la vivienda, convertida en base en la retaguardia de una de las brigadas movilizadas en la ciudad ucraniana casi cercada por las tropas rusas, varios militares limpian sus armas en una extensa habitación compartida, mientras otros descansan sobre colchones tirados en el suelo. Sus miradas huecas y cansadas cuentan más que sus escuetas palabras sobre lo vivido en el frente, pero también sobre los miedos despertados cuando cae la adrenalina del campo de batalla.