Hinchables, camiones con comida rápida, puestos de maquillaje brilli-brilli, tiendas de ropa y de cigarrillos electrónicos, concursos patrocinados por bebidas alcohólicas, una capilla para casarse y hasta una noria —normalmente siempre vacía— al más puro estilo Coachella. Todo esto podía verse de espaldas a los dos grandes escenarios del auditorio Miguel Ríos en Rivas-Vaciamadrid en el fin de semana del 16 y 17 de junio por el festival de música urbana Boombastic. Una sobreestimulación constante que hace sentir que uno no está allí por la música, sino por “vivir una experiencia” con muchas vertientes.