Después de tres meses de confinamiento y una pandemia que ha azotado el ánimo de todo el país, Efe retoma la promoción del libro con una perspectiva inesperada y más interesante. ¿Servirá el humor para curar la herida del coronavirus? Para él, desde luego, se ha convertido en la vía.
(La entrevista comienza unos minutos después del fallecimiento de Pau Donés). ¿A ti te gustaba Jarabe de Palo?
Ni siquiera era cuestión de si te gustaba o no. Las canciones de Jarabe de Palo se han oído en todas partes y eran himnos absolutos de este país. Todo el mundo conocía las letras aunque no fuese fan. Eso es una cosa realmente curiosa que consiguió Pau y su muerte da mucha pena.
Ocurre con canciones, pero también con gestos del día a día. ¿Es necesario que pase algo traumático para que valoremos esas pequeñas cosas extraordinarias, como dice el título del libro?
Absolutamente. Este libro reivindica las cosas que se supone que no echaremos de menos porque las podemos hacer todos los días. Yo que sé, como trepar un árbol o nadar desnudo en el mar. Me hace cierta gracia leerlas ahora, igual que el prólogo, porque están escritas antes de la pandemia y la mayoría no se pueden hacer en un estado de alarma. Ha sido cuando más las he echado en falta. Esta situación nos ha recordado lo bonito que es disfrutar.
Es un monólogo muy personal, escrito por otra persona, en otro año y según sus vivencias. El autor habla de los intentos de suicidio de su madre. ¿Qué episodio difícil de tu infancia has usado para apropiártelo?
Yo tengo un recuerdo feliz de mi infancia, a pesar de que en el colegio me hicieran bullying. Pero creo que esta obra está escrita con tanta inteligencia y talento que se adapta a cualquier género, edad o experiencia. Al final, al hablar de esos temas tan poco hablados como el suicidio, la depresión o la infelicidad, consigue que nos identifiquemos enseguida. A todos nos ha pasado, a uno mismo o a alguien de nuestro entorno, y no siempre lo hemos podido comentar en alto.
¿Crees que se ha roto un poco el estigma de la depresión o la tristeza a raíz del confinamiento?
Creo que se ha hablado más de ello porque de pronto todos nos hemos visto en una situación que no conocíamos, imprevisible y ante la que nadie sabía reaccionar. Pero no creo que nos hayan dejado deprimirnos a gusto. Cada vez que entraba a Instagran había alguien diciéndome que hiciese deporte, que hiciese tal o que hiciese cual.
Al principio me cabreaba, pero luego decidí ser más empático y, aunque ni he hecho deporte ni he sido nada productivo, sé que esas personas lo hacían para combatir la misma ansiedad y malestar que yo tenía y que me bloqueaba.
En la obra se dan pautas para informar con responsabilidad del suicidio. ¿Los medios las han cumplido para informar sobre las muertes por coronavirus?
Me ha ocurrido una cosa muy concreta con eso: al principio estuve pendiente, pero pasaban los días, el escenario no cambiaba y la información me empezó a saturar. Había mil periodistas de medios distintos transcribiendo la misma rueda de prensa. He echado de menos la perspectiva de Minerva Piquero de explicar las cosas con el lenguaje de la gente, en lugar de esa obsesión por el lenguaje técnico. Pero entiendo que en medio de la vorágine es difícil reflexionar sobre cómo se está informando.
Hablando del humor que has reivindicado como vía de escape. ¿Por qué crees que indigna más la visión cómica -que tanto se criticó a raíz de la serie Diarios de cuarentena- que la tragedia tratada con sensacionalismo y morbo?
Yo creo que a la persona que le molesta el humor es que no tiene sentido del humor. Pero estoy a favor de que cada uno aporte su visión de lo que está pasando ahora y de quitarle algo de peso. Es un tema serio, por supuesto, pero eso no quita que desde la ficción podamos explorarlo y que exista libertad para hacerlo. Qué quieres que te diga, yo necesito reírme de mis desgracias.
Y a nivel profesional, ¿has tenido que lidiar alguna vez con el síndrome del payaso triste?
Uy, muchas. Hay veces que la gente me para por la calle esperando encontrarse con el personaje y los torreznos. Pero si he tenido un día de mierda, no seré la persona que les ilumine precisamente (ríe). Y conste que yo también me pongo esa presión, pero lo llevo con naturalidad y más después del confinamiento porque he dejado de analizarme y me he permitido vivir y sentirme como quiero en cada momento. Y sí, hay veces que estoy triste aunque todo vaya bien.
Dijiste hace poco que después de Paquita Salas rechazaste varios papeles para hacer de mujer. ¿Te dio miedo encasillarte?
Lo que ha hecho Paquita Salas es desencasillarme, de hecho, porque antes solo era el mejor amigo gay. Gracias al personaje de Paquita, que además de ser una mujer tiene una personalidad muy compleja y muy disfrutable como actor, me han llamado para otros papeles totalmente distintos como el de esta función.
Además, el cambio de género en la interpretación es un tema delicado, como le pasó a Paco León en La casa de las flores. ¿Alguna vez te has planteado tu papel de Paquita desde esa perspectiva?
Paquita Salas nació de una forma muy específica. Entre amigos haciendo un chiste, ese chiste creció y aquí estamos. Es probable que si la serie hubiera empezado desde otro punto no me hubieran llamado a mí. O quizá sí. Pero en el plano creativo trato de no ponerme esas barreras mentales. Por ejemplo, ¿por qué no voy a poder hacer de heterosexual? Dicho esto, soy una persona de mi tiempo y entiendo qué colectivos están mal representados, cuáles necesitan más atención y más voz. Mmm...
(Después de un rato pensando)
Si te soy sincero, ahora me plantearía más si hacer o no el personaje. Y, si lo aceptara, sería porque he hecho una reflexión más profunda e interesante sobre mi aportación al proyecto. Una lista de pros y contras. Es complicado. A veces cuando opino sobre este tema pienso que estoy hablando desde mi privilegio de hombre blanco. Marica perdido, eso sí (ríe).
Otra imagen que ha dejado la pandemia es la del votante de Vox increpando desde el capó de su coche a un chico con la bandera LGTBI. ¿Estamos viendo ahora el verdadero auge de la extrema derecha en España?
Yo en cierto sentido no lo veo así. El votante de Vox subido al capó de su coche ya existía. Lo que no existía era ese maricón que ahora le planta cara con la bandera LGTBI. Aunque la imagen que nos llegue sea la de ese momento, que a todos nos acongoja verlo, creo que incluso la gente que no entiende bien la homosexualidad piensa que está mal hecho.
Las redes, los trolls y los bots, son otra cosa. Pero no creo que sea el día a día que nos encontramos en la calle. Parece que ahora hay más porque hablamos más de ellos, pero ya estaban ahí. Lo que me tranquiliza es que, antes alguien hacía el orangután desde el capó de su coche y nadie le contestaba. Ahora sí. Es un momento de más debate y más lucha, y lo que estamos viviendo es el pus de una herida que se está curando.
¿Tú crees? Porque los políticos son los primeros que están alargando el proceso y reabriendo las heridas. Como quienes insisten en juzgar el 8M como si fuese la cuna de los contagios por coronavirus.
Hacer esa unión es demasiado. Si hubiésemos tenido la información que tenemos ahora no se habría celebrado esa manifestación, pero igual que también se habrían cerrado los cines, los teatros, Vistalegre y los estadios de fútbol. Ha sido muy insano el debate político durante estos meses. No era el momento de echarse cosas a la cara, sino de trabajar unidos.
Ha sido una situación nacional. Todos nos hemos quedado en nuestras casas callados por respeto y porque sabíamos que no era el momento. Dentro de un poquito llegará el momento de ser honestos con nosotros mismos y con los demás y de tener esa conversación pendiente. Pero desde luego, el momento no era durante estos meses.