Se debe tener en cuenta que las imágenes del World Press Photo 2020 se dispararon en 2019 y por tanto no podemos esperar aquí ninguna alusión directa al coronavirus (eso ocurrirá en la siguiente edición). Sí que aparecen otros temas que, aunque quizá hayamos olvidado, marcaron a la sociedad y cuyas consecuencias llegan hasta nuestros días. Repasemos algunos.
El concurso ha hecho especial hincapié este año en la crisis climática y medioambiental. A pesar de que en estos momentos el mundo se encuentra paralizado por la pandemia de la COVID-19, realmente su origen y expansión puede estar relacionado con el desastre ambiental generado en gran parte por el ser humano.
Reflejo de ello son las imágenes de fotógrafos como Noah Berger o Matthew Abbot, quienes retrataron la temporada anual de fuegos que arrasó con los bosques de California y Australia, respectivamente. Una de las consecuencias del calentamiento global es la elevación de la temperatura, la sequía y, por tanto, la aparición de los inciensos. Pero no es la única secuela.
El permafrost, la capa de suelo helado que cubre sobre todo el hemisferio norte, es otro de los elementos afectados por el cambio climático. Con su desaparición se pudren los vegetales que han contenido durante siglos liberando al aire gases de carbono que, además de destruir la fauna y flora del paisaje ártico, empeoran el efecto invernadero. Las imágenes de la reportera Katie Orlinsky, que se desplazó hasta la zona para documentar tales consecuencias, son muestra de cómo los autóctonos intentan hacer frente a un deshielo que cada vez parece estar más acelerado.
Otras imágenes destacadas pueden ser las de Brent Stirton, ganador del segundo premio de Reportajes gráficos en la categoría de Naturaleza. Inmortalizó cómo el ser humano saca a los animales salvajes de sus hábitats para domesticarlos, venderlos en mercados negros o maltratarlos. El pangolín malayo es uno de ellos, que actualmente conocemos por ser un posible intermediario en el salto de la COVID-19 a los seres humanos. Es el mamífero más traficado del mundo debido al precio al que se comercia con su carne. Cazadores furtivos, traficantes, consumidores… Son múltiples los agentes que forman parte de un cuestionable negocio que Stirton ha captado a través de su lente.
La agenda temática de 2019 está definida por muchos motivos, pero uno de los principales fue el de la desigualdad de género que afecta incluso al número de fotógrafos que participan en el World Press Photo: solo un 14% de mujeres frente a un 86% de hombres han ganado algún premio.
Aún así hay premios como el de Tatsiana Tkachova, en segundo lugar en la categoría de Retratos, que puso el foco en el tabú que supone el aborto en Bielorrusia. A pesar de que la ley lo autoriza, la presión social (y patriarcal) provoca que las mujeres que han pasado por un aborto se avergüencen de ello. Por eso Tkachova ha decidido en su serie ocultar la identidad de las mujeres y, en lugar de eso, lo que propone es un viaje al interior de las casas de cada una de las protagonistas.
También está la fotógrafa turca Sabiha Çimen, segundo premio en la categoría Proyectos a Largo Plazo. En su reportaje nos acerca a la vida de alumnas en escuelas coránicas, donde las niñas de entre 8 y 17 años tienen entre otras tareas la de memorizar los 6.236 versos que componen el Corán.
Mark Peterson, tercer premio individual en la categoría Temas de Actualidad, captó a tres jóvenes racistas con el brazo en alto celebrando el cumpleaños de Hitler en Arkansas. Los supremacistas blancos, que este 2020 han seguido de actualidad por asesinatos como el de George Floyd, también han sido protagonistas en una década cuyo discurso, además, ha estado espoleado por la presidencia de Donald Trump que ahora llega a su fin.
Pero también se puede poner el foco en lo contrario, en la resistencia a la opresión, y eso es precisamente lo que plasma la World Press Photo del año. El fotoperiodista japonés Yasuyoshi Chiba, que vive en Kenia, captó a un joven iluminado por teléfonos móviles mientras recita poesía en una manifestación contra el gobierno militar de Sudán, impuesto por un golpe de Estado. "Fue la única protesta grupal pacífica que me encontré durante la cobertura. Sentí su solidaridad como brasas que permanecen encendidas para volver a encender el fuego más tarde", dijo Chiba sobre su propia captura. Ni la represión, ni la violencia y ni siquiera el apagón de luz detiene al grupo de manifestantes que, a pesar de su temprana edad, son un ejemplo de resistencia y determinación.