El álbum ve la luz en un momento complicado, por decirlo de manera suave, y presentarlo en directo es difícil cuando no directamente imposible. Pero el artista se muestra como una persona positiva durante toda la conversación con elDiario.es y dice que lanzar un trabajo nuevo “es como tener un hijo: sale el disco y estás feliz”. Por el momento, una de sus canciones, La espina de la flor de tu costado, se ha convertido en el tema de cabecera de la serie El desorden que dejas, de Carlos Montero, que se estrenó en Netflix el pasado noviembre. Alegrías para despedir un año difícil de olvidar. Pero como dice eN Tigre de Bengala: “Y si el golpe del gigante te derriba / Arriba y arriba”.
Dice que este disco es más una evolución que una ruptura. Una evolución ¿desde qué y hacia qué?
Tengo la sensación de que con el disco anterior terminaba una etapa y que se cerraba la trilogía o así lo entendimos artísticamente. Hay un cambio de energía, de visión y de posicionamiento en la propia vida. Y creo que eso se nota sobre todo en la composición y en un desparpajo y una libertad que marca un poco la diferencia con lo anterior.
En este disco comparte autoría con David Quinzán ¿Fue muy difícil dejar entrar a otra persona en la composición? Porque sus letras son bastante personales.
La premisa era que fueran mis canciones, que él me echara una mano para hacer lo mío, no que llegase con una idea que no tuviese nada que ver con mi vida. Yo proponía las temáticas de las canciones o él me traía algo en función de lo que yo le había contado. Tenía que trabajar hacia mi mundo, a mi imaginario. Él estaba ahí de apoyo, ayudándome, incorporando versos o melodías. Sería muy raro para mí, acostumbrado a trabajar yo solo siempre, de repente hacer un disco de otro.
También ha dejado por primera vez la producción en manos de otra persona al 100%, Carles Campi Campón, vinculado a nombres como Vetusta Morla o Jorge Drexler.
Fue un disco de delegar y en el que intervino más gente que nunca. Creo que está relacionado con ese cambio de mentalidad, que no me la invento sino que me sucede. Después de haber estado muchos años viviendo en América Latina, de repente volví y tenía un proyecto muy inestable en muchos sentidos. Pero con el álbum anterior ya estaba viviendo en Madrid y empecé a configurar una banda y un grupo de trabajo que se convirtió en algo estable y en el disco nuevo traté de reflejar lo que estaba sucediendo en los directos, etcétera. Ellos grabaron también el disco esta vez, tiene que ver con esa idea más coral.
En un principio no iba a sacar este disco, sino que estaba planeando un recopilatorio, ¿qué pasó?
Sí, iba a sacar el comodín del recopilatorio porque tenía la sensación de que quería descansar. Pero me salió el disco. De hecho, ya estábamos pensando con quién lo íbamos a hacer, teníamos una lista. Me acuerdo de la llamada que le hice a Kin [Joaquín Martínez Silva], mi manager, en plan: tío, tengo canciones, tengo ganas de hacer un disco nuevo, creo que es inevitable ya que sea así. Y me dijo que no pasaba nada, disco nuevo, genial.
Ahora la idea del recopilatorio está muy lejos, es curioso porque le veía todo el sentido del mundo. Entendía que mi proyecto estaba un poco deslavazado, desordenado, porque tengo discos de Deluxe, de Lovely Luna, canciones aquí y allá y era una buena manera de sintetizarlo todo en un disco, a lo mejor en directo. También siento que hay mucho repertorio mío que se podría como resucitar o reanimar un poco. Porque cuando saqué el disco que más funcionó de Deluxe lo mandé todo al carallo y me fui a América. Luego volví con una cosa que no se entendió y que luego gustó más pero yo ya estaba con otra historia. Me parecía que hacía falta poner un poco de orden, pero siendo fiel a mí mismo seguí haciéndolo mal.
El chaval mod que era cuando empezó en la música puede que no se pudiese imaginar que algún día sacaría un disco casi sin guitarras y hasta con autotune, ¿cómo ha sucedido?
Se habría asustado un poco, sí [risas]. Creo que precisamente esa mentalidad mod en el fondo tiene más con seguir progresando y probando cosas que otra cosa. Realmente los mods de los años 60 eran eso, gente que estaba un poco a lo nuevo. Hay algo que mantengo de esa época que es la inquietud y la búsqueda.
Lo de las guitarras fue otra cafrada. Difícilmente habría podido gastar más dinero en guitarras en lo que llevo de vida. De hecho, hace un par de años compré mi mejor guitarra, la que mejor suena, con la que más contento estoy de toda mi vida y justo hago un disco en el que la metí solo dos veces. Soy muy bruto, lo siento así y no respondo ni a mi propia lógica, siempre antepongo lo visceral y lo artístico.
En verano, pese a todo lo que está pasando, consiguió dar 23 conciertos. ¿Cómo fue el primero tras el confinamiento, con las nuevas medidas de seguridad?
Rarísimo. Fue en IFEMA en Madrid, algo simbólicamente muy jodido. Y yo estaba nervioso como hacía tiempo que no estaba, rígido porque no habíamos tocado en meses y, al mismo tiempo, muy emocionado. Recuerdo incluso llorar en Joana, una de las nuevas canciones. Fue al mismo tiempo raro y especial. Incluso estábamos oxidados, tocamos hasta regular y sin embargo fue un concierto muy emocionante.
¿Por qué se emocionó precisamente con Joana?
Porque es una canción que a mi me cala, la siento muy especialmente. Y porque no había sonado hasta el momento en directo precisamente porque salió justo cuando empezó el confinamiento. Entonces la presenté diciendo que por fin sacamos a Joana de casa y fue algo muy simbólico, como salir de esos meses tan horrorosos de estar encerrados. Al liberar a Joana se liberaron también las emociones.
Tienen conciertos programados a partir de febrero. ¿Cómo ve la perspectiva a corto-medio plazo?
La palabra que no puedes parar de utilizar todo el rato es ‘incertidumbre’. La otra es ‘raro’. Tenemos gira a partir de febrero y estamos ensayando pero no sabemos si esos bolos se van a poder hacer o de qué manera. No puedes hacer planes. Yo lo tengo claro, vivo el día a día y disfrutando de haber sacado el disco. Me centro un poco en lo que tengo entre manos.
Y en un plano más general del mundo de la cultura, ¿cómo vislumbra el panorama? ¿Se podrá remontar?
Es un desastre. Nosotros tuvimos que adaptar el formato, reducir la plantilla. Es muy triste y muy jodido. A nivel genérico va a costar mucho remontar. Lo que más miedo me da es perder a gente de la industria. Grupos que se dediquen a otra cosa y que lo dejen, gente de las artes que cambie de gremio por culpa de esto. En este sentido sí que puede ser definitivo para mal. Porque si de entrada ya cuesta, ahora esto ya es fatal.
Ahora que se acaba el 2020, ¿puede decir algo bueno de este año?
Mi propio disco me está salvando el 2020 porque lo compuse en 2019 y aunque no haya bolos, la sensación de estar sacando un trabajo artístico me está dando mucha vidilla. Me hace darme cuenta de que la música me apasiona al margen de todo, habría hecho este disco aunque fuera médico. Es verdad que es una pena no poder presentarlo en condiciones y a nivel empresarial es un poco desastre, pero a nivel artístico no, es maravilloso. Me quedo con la energía que me da el hecho de ser músico y de hacer canciones que me gustan, que las siento como algo muy personal.