En enero del año pasado tomó posesión de la cartera de Cultura y en marzo llegó la pandemia. ¿Qué ha hecho su ministerio desde ese momento hasta hoy para combatir el impacto de la COVID en la cultura?
La verdad es que tuvimos muy poco tiempo de normalidad. Me dio tiempo a presentar los planes del Ministerio en el Congreso de los Diputados pero es verdad que cuando llega la pandemia en marzo nos complica los tiempos y las prioridades. A partir de ese momento la prioridad del Gobierno en su conjunto era atender y combatir la crisis sanitaria y sus consecuencias sociales y económicas.
Tomamos medidas transversales para todos los sectores, como el tema de los ERTES. Y en mayo promulgamos un decreto con ayudas extraordinarias por valor de 80 millones de euros directos para la cultura: pensamos en los teatros, en los cines, las artes escénicas, la danza y la música. También pusimos en marcha una medida complementaria al ICO en relación con los créditos blandos, porque comprobamos que las ayudas de liquidez generales no llegaban como debían a todos los sectores culturales.
También preparamos una vieja demanda del sector: que los artistas tuvieran subsidio por desempleo. El problema del ámbito cultural vinculado a la intermitencia dificultaba mucho establecer una norma que les diera una cobertura estable en estos momentos difíciles. Bajo ese paraguas entendíamos que entraban todos, pero vimos después que algunos no pudieron hacerlo. Por eso en noviembre decidimos que la ayuda también se debía extender a los técnicos de la cultura. Era una demanda de Alerta Roja. También incorporamos ahí a los trabajadores del ámbito de la tauromaquia. Con ese paraguas general cubríamos a todo el mundo y esa era una prioridad, porque en España estamos manteniendo bien ese equilibrio entre combatir la pandemia y que la cultura no se pare.
Ha habido críticas hacia su perfil quizá demasiado bajo durante la pandemia. ¿Cree que su ministerio ha estado suficientemente presente en esta gestión? ¿Hay razones para que el sector de la cultura haya vertido críticas sobre su ministerio?
Es verdad que ha habido críticas y son perfectamente legítimas. Las críticas te hacen repensar cosas aunque pueden ser injustas a veces. Yo haría una reflexión: en un año de pandemia, de crisis sanitaria, es difícil que la cultura sea la protagonista de la política de un país. Ojalá lo sea porque hayamos superado esta situación tan difícil. Cuando esto esté mejor quizá podamos ver con una lupa más grande las cosas que se han hecho en cultura, que han sido muchas.
La primera norma que se lleva al Consejo de Ministros con carácter específico para un sector, el 5 de mayo, es para la cultura. Yo creo que eso también tiene un valor simbólico. Las críticas las llevo bien o regular, depende. Pero las acepto y además creo que muchas veces te estimulan y sirven para hacer las cosas mejor.
En una entrevista con elDiario.es Pedro Almodóvar dijo de usted que "no es en absoluto consciente de lo que nos está pasando, ni sabe de este colectivo". Es una crítica muy dura de alguien que es un referente internacional de nuestra cultura.
Estuve con Pedro Almodóvar en los Feroz y estuve después en el homenaje a Julieta Serrano que se hizo hace unas semanas. Es verdad que hay una crítica que tiene carácter gremial. Soy profesor de universidad y mucha gente tiene clarísimo que la universidad y la cultura tienen mucho que ver. Es verdad que no soy un gestor cultural, pero la cultura se puede gestionar desde una mirada ajena a los propios sectores. Puede ser la mirada de un profesor universitario, de un jurista, de un filósofo o de otro perfil. Y además tengo aquí a grandes colaboradores del mundo de la cultura y estoy bien acompañado.
También reconozco que en algún momento pude tener por mi parte una falta de empatía. O que se percibiera así, porque yo no tengo consciencia de haberla tenido. He trabajado todo el tiempo para empatizar y, por ejemplo, hemos liderado desde esta casa, con la colaboración de muchísimos artistas, la campaña por la cultura segura. He defendido en las reuniones con los consejeros de cultura de las Comunidades Autónomas que las salas de música, que dependen de ellos, sean consideradas salas de cultura y que pueda haber conciertos con todos los protocolos COVID y que no se les cierre las puertas en el capítulo de ocio nocturno.
Se han esforzado en trasmitir esa idea de que la cultura es segura, ¿no cree que ese mensaje pudo chocar con imágenes como las que vimos del concierto que Raphael en diciembre en el WiZink Center?
Sí. Esta crisis es una crisis de certezas. A veces me preguntan qué voy a hacer dentro de un mes, pero solo sé lo que voy a hacer mañana y pasado. He vivido muchas contradicciones en primera persona. Todo lo que estamos haciendo en el Gobierno tiene que ver también con los momentos y las situaciones que se van produciendo cada semana, ni siquiera cada mes. Es verdad que cuando el pico de la pandemia está muy alto hay que tratar de evitar un concierto masivo, no tanto porque no se haga bien, que seguro que en este caso se hizo perfecto desde el punto de vista del protocolo del COVID, sino porque esas cinco mil personas tienen que ir allí. Se trata de los accesos, puede haber aglomeraciones. Hay contradicciones, es evidente.
Si hubiera dependido de usted, ¿hubiera permitido el concierto tal como estaba la situación sanitaria en ese momento?
Es verdad que no dependía de mí, pero no sé qué hubiera hecho. Hubiera valorado no tanto la seguridad en relación con el lugar en sí mismo, que se hizo bien seguro, sino en los desplazamientos de esas personas que para ir tienen que coger metro y trasladarse. Y en función de los criterios que me hubieran dado, habría decidido.
Muchos eventos, festivales de música y macroconciertos que se iban a celebrar el año pasado, se han reprogramado para verano de 2021. ¿Es realista pensar que se podrán celebrar o el horizonte sigue siendo turbio para adelantarse a eso?
Hay que ser prudente, sin dejar de estudiar y de ver las opciones. Debemos estar muy atentos a que se puedan celebrar las cosas cuando se den las condiciones adecuadas. La política de este ministerio durante este año, a través del INAEM, de todo lo que ha dependido de nosotros en relación con la música, con las artes escénicas en general, el teatro, la danza o el circo, era no anular nada sino posponerlo y hacerlo en el momento que se pudiera.
La dificultad está en los conciertos masivos. Creo que tenemos que trabajar para que eso sea posible en cuanto se den las condiciones. Y ojalá con el proceso de vacunación se den, pero no lo sabemos y por lo tanto no me puedo aventurar a una respuesta.
Las librerías han perdido un 22,5% de ingresos, la taquilla ha caído casi un 70%, las visitas a los museos, otro 70%... El presupuesto de Cultura crece casi un 38%, gracias en parte a los fondos que vienen de Europa, pero ¿es suficiente ese presupuesto para abordar estos golpes que afronta la industria? ¿Cómo se van a invertir los fondos europeos?
Cabe destacar que una crisis de esta magnitud no ha traído recortes en cultura, sino todo lo contrario. Este ministerio sube en los presupuestos un 37'7% más que en 2018. Creo que tanto los presupuestos como el tener una línea de esos fondos europeos para la Cultura y el Deporte como políticas tractoras nos dan la oportunidad de avanzar y de desarrollar todos los sectores culturales.
Las librerías, los cines y los teatros han recibido ayudas directas. Los cines, 10 millones de euros y ahora tenemos preparada otra partida de ayudas para los exhibidores. Los editores, los distribuidores y los propios escritores me dijeron que la clave de bóveda eran las librerías independientes, porque la cadena se inicia ahí. Por eso sacamos una ayuda para las librerías independientes y hemos firmado un convenio con Correos para abaratar los costes, para que los libros puedan llegar a través de una empresa pública a cualquier lugar de España.
Además, tenemos un programa de fomento de la lectura que vamos a llamar 'Estrategia España país lector'. Un plan de fomento de la lectura que marcará la política pública del libro en los próximos años. Ahí hay recursos para el libro, para las librerías y para las bibliotecas. Es más, vamos a hacer nuevas bibliotecas públicas en distintos lugares de España.
El informe del Estatuto del Artista se aprobó por unanimidad en septiembre de 2018. Hace ya dos años de eso. ¿En qué punto está y cómo va a abordar la precarización endémica de muchas profesiones culturales?
Partimos del buen trabajo que se hizo en la legislatura anterior, que es ese informe con setenta y tantas medidas. Este año de pandemia ese trabajo no ha podido hacerse de la manera que yo hubiera querido. Pero hemos hecho cosas porque, por ejemplo, el subsidio por desempleo para artistas de espectáculos públicos es una medida que iba contemplada en ese informe. O la compatibilidad entre las pensiones por jubilación y los derechos de autor, no solo en el ámbito de la Seguridad Social sino también de clases pasivas, de los funcionarios, que lo acabamos de aprobar hace quince días. Es decir que algunas de las medidas del Estatuto del Artista estamos aprobándolas.
El Estatuto es más que una medida. Es una gran decisión estable de futuro: una carta de derechos y de deberes de los artistas de este país, que yo creo que les va a dar una seguridad jurídica, una relevancia y una visibilidad fundamental. Voy a enviar una carta ahora a mis compañeros del Consejo de Ministros, porque aunque el impulso sea desde Cultura necesitamos a la ministra de Trabajo, a la de Educación, al de Seguridad Social y a la de Hacienda para que podamos ir concretando en un texto líneas marcadas. ¿Qué dos posibilidades hay? Pues esperar a cerrarlo todo y tener un cuerpo único para el Estatuto o que sea algo dinámico y conforme vayamos aprobando cosas, las vayamos incorporando. Estamos en ese momento, pero es una tarea de legislatura. No quiero prometer plazos, porque ahora hay que hacer el puzle con todos los ministerios y tiene su complejidad. Pero mi propósito es que en estos meses podamos avanzar mucho. Que sea un hito de esta legislatura.
Como ha dicho al principio de la entrevista, el Gobierno ha aprobado un acceso extraordinario a las prestaciones por desempleo para trabajadores del sector de la tauromaquia. Usted mismo también se ha reunido varias veces con la Fundación del Toro de Lidia y ha aprobado la concesión de la Medalla al Mérito de las Bellas Artes a la Real Maestranza de Sevilla. ¿Está el Gobierno retomando sus relaciones con el sector de la tauromaquia?
Bueno, es mi obligación. Yo aquí recibo a todo el mundo, atiendo a todos los sectores que dependen del Ministerio de Cultura, incluso a veces a los que no dependen también, como por ejemplo los que tienen que ver con ferias de pueblos. También hemos recibido, por supuesto, a la Fundación Toro de Lidia. Por cierto, su presidente, Victorino Martín, es un hombre constructivo, muy razonable, con el que he tenido una relación cordial. Desde el año 2010 la tauromaquia forma parte del Ministerio de Cultura así que mi obligación es atender a todo el mundo. Y en realidad lo que hemos hecho es proteger a los trabajadores porque han estado sin subsidio por desempleo mucho tiempo y hablamos de personas muy humildes. Yo dije claramente que se trataba de proteger a personas muy vulnerables, que no tienen recursos y que no podían desarrollar su actividad y por tanto era un tema sobre todo humanitario. Y si habíamos dicho que no dejábamos a nadie atrás, pues había que hacerlo. Soy el ministro y tengo unas obligaciones. Luego tengo unas opiniones como ciudadano y en algún momento las he dado.
Volviendo al campo del arte, en diciembre anunció que ampliaba hasta el 31 de enero el plazo para llegar al acuerdo con la baronesa Thyssen sobre su colección. El plazo expira en unos días. ¿Qué nos puede contar sobre esa negociación? ¿El Mata Mua va a volver a la colección?
Estamos negociando las prórrogas de la colección privada, de la colección particular de la Baronesa. También hay que decirlo para que los ciudadanos estén tranquilos: el Museo Thyssen, que es una de las joyas de la corona de este país, no se discute. La colección del Barón, que representa el 85% o 90% del museo, no se discute. Lo que estamos negociando es la colección privada de la baronesa, que puede hacer lo que quiera con sus cuadros: si se mantiene en el museo o decide que no esté. La semana que viene seguramente cerraremos el acuerdo, las conversaciones van bien, veo espíritu constructivo por las dos partes.
La semana pasada en elDiario.es publicamos que Patrimonio Nacional paga los sueldos y viajes del personal desplazado a Emiratos Árabes Unidos para asistir al rey emérito. Aunque Patrimonio no depende de Cultura, ¿qué le parece?, ¿financia su departamento algún acto que tenga que ver con la Casa del Rey? Porque Exteriores costea, por ejemplo, los viajes al extranjero, el Ministerio del Interior costea su seguridad...
Nosotros todo lo que hacemos con Casa Real, con el Rey y con la Reina, son actos culturales. Muchos actos, además, porque ellos están muy comprometidos.
Es decir, ¿desde su departamento no se costea ningún concepto que tenga que ver con la Casa Real?
No.
Cambiando de tema, usted ha hablado en varias ocasiones sobre la importancia de la paridad en el sector cultural. Pero los datos muestran una brecha aún muy grande. Según el Observatorio de Igualdad en Cultura, el 77% de los puestos directivos de museos, teatros y otras instituciones que dependen de este Ministerio están ocupados por hombres. Otro dato: el 82% de los beneficiarios de las ayudas directas del INAEM son hombres.
Pero eso son datos del Observatorio de Igualdad en Cultura hasta el 2018. La cosa ha cambiado un poquito. Por ejemplo: en 2020 hemos triplicado las ayudas para el cine hecho por mujeres. Otro ejemplo, de los diez altos cargos del Ministerio tenemos a siete mujeres y tres hombres. Es verdad que en los espacios culturales que vienen con nombramientos hechos atrás, la situación es así. ¿Cuál es nuestra política?: progresivamente, paridad.
Pero, ¿de qué manera lo van a hacer?, ¿va a ser la paridad un requisito imprescindible en los nombramientos de los cargos al frente de instituciones culturales?
Pues por ejemplo, mi primera decisión fue la renovación del Patronato del Reina Sofía con tres mujeres: Ángeles González-Sinde, Beatriz Corredor y María Eugenia Rodríguez Palop. Es un trabajo y un compromiso progresivo. La paridad es una apuesta decidida del Gobierno y de este ministro, es uno de los criterios en los nombramientos.
Acabamos de aprobar el Observatorio de Igualdad en el Deporte, que no existía. Entre los pilares centrales de la nueva ley del Deporte, está el deporte femenino. Hemos incrementado un 540% la inversión deporte femenino, que se dice pronto. También deporte de base, deporte universitario y deporte inclusivo. Y también vamos a aplicar este año el criterio de reserva de un 35% del crédito de las ayudas a la producción de largometrajes a proyectos dirigidos por mujeres.
Y siguiendo con la igualdad y con la Ley del Deporte. La Primera División de la Liga de Fútbol Masculina comenzó la temporada con protocolos claros y pruebas PCR. La misma categoría femenina empezó con retraso, sin saber quién iba a pagar las PCR de las futbolistas. La Supercopa masculina ha contado con VAR. La femenina no ha tenido VAR. ¿Va a profesionalizar el Gobierno el fútbol femenino?
El Gobierno va a apostar por esa profesionalización, tratando de poner de acuerdo a la Federación de Fútbol y a la Liga de Fútbol. Hay que hacer algo de consenso y que no genere problemas, pero con ese objetivo fundamental.
¿Que no genere problemas a quién?
Es que una decisión que no está consensuada a veces perjudica a quien menos tiene que perjudicar, en este caso a las mujeres. Debería ser una decisión de consenso que favorezca la consolidación del deporte femenino. Esa es una apuesta fundamental nuestra. Pero eso que me decía tiene que ver con ser profesional o no ser profesional. La voluntad es avanzar. Hablamos de un 540% más de apoyo, que no sólo es retórico, es con hechos, con recursos económicos para el deporte femenino. Y entre las prioridades que tenemos está la profesionalización y el apoyo en televisión.
En julio del año pasado varios intelectuales españoles de peso como Vargas Llosa o Fernando Savater, se adhirieron al manifiesto de Harper's contra la llamada "cultura de la cancelación". Era un manifiesto que hablaba de "la censura de las corrientes progresistas" y la "intolerancia hacia las perspectivas opuestas". ¿Usted cree en la cultura de la cancelación? ¿Qué opina de este manifiesto?
Fernando de los Ríos, uno de mis grandes referentes, cuando le preguntaron si hacía falta alguna revolución dijo que sí, que hacía falta la revolución del respeto. No hablamos del respeto basado en el temor hacia el superior sino de un respeto profundo hacia las ideas de cada uno. Tenemos que asumir de verdad el pluralismo. La única condición es el respeto y la no violencia. Pero todo lo demás en el ámbito de las ideas puede ser dicho y defendido siempre que no suponga violencia, siempre que no sea discriminatorio en el sentido de que ataque a un colectivo, sobre todo si se trata de un colectivo vulnerable.
Me parece que hay que tratar de cultivar el respeto, más que la tolerancia. El que tolera muchas veces está en una posición de superioridad. Por eso yo creo que es más importante hablar de igualdad y de respeto.