Las demás estatuillas llegaron por parejas y muy repartidas: dos para El padre (Mejor Actor y Guion Adaptado), dos para Sound of Metal (Montaje y Sonido), otros dos para Mank (Fotografía y Diseño de Producción), dos para Soul (Banda Sonora y Largometraje de Animación), dos para La madre del blues (Vestuario y Maquillaje y peluquería) y otros dos para Judas y el mesías negro (Actor de Reparto y Canción).
Por lo demás, a los organizadores y presentadores del evento se les puede reconocer cierto calor humano, facilitado esencialmente por una decisión de formato. Al eliminar los clips de vídeo de las nominadas, y ofrecer a cambio un breve discurso contextual de los creadores y profesionales involucrados, se generaba una especie de conexión humana que permitía cierta calidez, a pesar de la pompa y el boato.
Pero en la interpretación de esa 'nueva normalidad', la 93 gala de los Premios Oscar de Hollywood dio la sensación de ser una constante huida hacia delante. De querer, esforzadamente, convertirse en ese lugar pacífico que queremos habitar cuando la pandemia pase. Solo que la pandemia no ha pasado: sigue aquí.
32 millones de personas infectadas en Estados Unidos y, sin embargo, poquísimas sino ninguna palabra para el coronavirus. Tampoco una sola palabra de condolencias por las más de tres millones de personas que han perdido su vida desde los anteriores Premios Oscar. Ni, por supuesto, una palabra crítica con un sistema sanitario devorador en el que hay que pagar (y mucho) para curarse y en el que uno de cada cuatro trabajadores no cobra si está de baja médica.
Tan solo Frances McDormand tuvo palabras para los cines, que en Estados Unidos han estado cerrados durante meses y acumulan pérdidas que han abierto una profunda herida en el tejido de la industria. "Lleven a ver a sus amigos y familiares, cuando sea seguro, a ver Nomadland en la pantalla más grande posible", dijo la oscarizada actriz que anoche se llevó su tercera estatuilla.
Un intento de aparentar absoluta normalidad en el que los premios más mediáticos del cine parecieron muy alejados de la sociedad que habitan. Permitirse una gala no permeable al sentir social golpeado por la peor crisis en años, en un momento histórico tan delicado, fue un error insalvable.
Especialmente porque ese contacto se dio únicamente a través de un maniqueo Oscar Humanitario que recogió Tyler Perry en nombre de The Perry Foundation. Su discurso, por muy bienintencionado que fuese, no dejó ni por un momento de sonar prefabricado y corporativista. Un discurso contra el odio, pertinente pero declamado a modo de charla motivacional para una audencia que buscaba más empatía que lecciones.
Podemos entender que el coronavirus no estuviese presente en la gala por decisión editorial: sin pandemia todo aparenta 'ser como antes'. Pero en la senda de la forzada normalidad resulta ciertamente indisculpable la ausencia casi total de humor. Fue una gala con pocas risas y muchas sonrisas amables e impostadas.
"No creo en la competición. ¿Cómo puede ser que yo gane a Glenn Close? ¡Eso es imposible!", dijo Youn Yuh-jung al recoger su Oscar a Mejor Actriz de Reparto, entre bromas sobre la evidente belleza de Brad Pitt y su acento, ofreciendo uno de los pocos momentos divertidos de la gala.
Yuh-jung quiso acordarse de sus compañeras de candidatura, especialmente de Glenn Close, que con esta gala se convirtió en la actriz más veces nominada sin premio: ocho veces. Un mérito que solo comparte con el actor Peter O'Toole.
Por lo demás, la solemnidad se impuso como una losa hasta que, tras tres horas de ceremonia y entregado el Oscar a Mejor Canción, el discurrir de los premios se interrumpió por un supuestamente divertido juego de 'adivina la canción'. Un momento cercano al bochorno que no podría haber salvado ni Carlos Sobera. Solo la propia Glenn Close, ofreciendo un baile que denotaba que se había tomado su derrota con humor, salvaron el momento más sonrojante.
Los primeros minutos de la ceremonia marcarían el tono sobre la cuestión racial que sobrevoló toda la noche. Tras un plano secuencia elegante y a ritmo de rock, muy del estilo de Soderbergh, Regina King recordaba los disturbios en Minneapolis por el juicio por el asesinato de Goerge Floyd. "Como madre de un niño negro sé el miedo que se vive en las calles y el miedo que padecen muchas familias en casa. Solo queremos que nuestros hijos lleguen bien a su hogar. Esperemos que esta sentencia marque un punto y aparte en nuestra historia", defendió la actriz.
También tuvo palabras sobre la cuestión el ganador del Oscar a Mejor Actor de Reparto, Daniel Kaluuya, por un papel en una película ciertamente militante como Judas y el mesías negro. "Gracias al movimiento de los Panteras Negras aprendí a amarme tal como era. A respetar a mi comunidad y todo lo que ella significaba", afirmó.
También se acordaron los realizadores del cortometraje Two Distant Strangers, ganadores del Oscar a Mejor Cortometraje de Ficción. Travon Free dijo: "Hoy han muerto tres personas a manos de la policía. También lo harán mañana, porque de media tres personas al día mueren a manos de las fuerzas de seguridad, y la mayoría son personas negras. No podemos ser indiferentes al dolor ajeno".
Sergio López-Rivera, el único español premiado en esta edición, Mia Neal y Jamika Wilsona subieron a recoger su Oscar a Mejor Maquillaje y Peluquería por La madre del blues. "Gracias a nuestros antecesores que no tiraron la toalla, que siguieron luchando", dijo Neal, "aquí estamos rompiendo el techo de cristal, abriendo un futuro mejor para todos. Porque en esta industria trabajan personas negras, trans, indígenas y sé que un día no será extraño: será lo normal"
Cabe destacar que el primer galardón de la noche fue para Una joven prometedora, que se hizo con la estatuilla de Mejor Guion Original. Un galardón más que merecido para una cinta muy arriesgada y que bien pudo haberse ido de vacío.
Por otra parte, en lo formal la gala no tuvo ningún error reseñable: las ya anunciadas conexiones con París y Londres funcionaron a la perfección, dando la sensación de que los diferentes equipos y premiados compartían espacio sin mayor dificultad. El primero en recibir un premio desde otro país fue Florian Zeller, que recogía su Oscar a Mejor Guion Adaptado por El padre, un libreto escrito por sí mismo para la obra homónima de teatro que también dirigió.
No está de más recordar uno de los momentos más emocionantes de la gala, que aconteció cuando Thomas Vinterberg subió al escenario para recoger el Oscar a Mejor Película Internacional por Otra Ronda. Vinterberg perdió a su hija en un accidente de coche y cambió el guion y el tono de su filme debido a aquel suceso. Otra ronda iba a ser una descarada celebración del alcohol pero se convirtió en la amarga tragicomedia que ahora podemos ver en cines por cómo el equipo mimetizó el drama que vivía su realizador. A ella le dedicó el premio con la voz entrecortada. "La echamos muchísimo de menos y la amamos aunque no esté. Terminamos haciendo esta película por y para ella. Este es su monumento".
Y por último, cabe destacar que Chloé Zhao se llevó el Oscar a Mejor Dirección, conviertiéndose así en la segunda cineasta en conseguirlo tras Kathryn Bigelow en 2009 por En tierra hostil. Dos mujeres en 93 ceremonias. "Esto es por todas las personas que han tenido el valor y el coraje de mantenerse fieles a su bondad, a pesar de que el mundo se lo pusiese difícil", dijo Zhao en su discurso de agradecimiento.
El mundo también se lo ha puesto muy difícil a los Premios Oscar y, cierto es, que no había forma de hacer una gala que contentase a todo el mundo. Así que en sintonía con su máxima galardonada ofrecieron una ceremonia amable y bondadosa, sin sorpresas de ningún tipo ni momento memorable alguno.Tal vez sus guionistas pensaron que la audiencia no podía soportar más giros de guion. Se buscaba pasar página, aunque el precio fuese que nadie recuerde que ocurrió en los Oscar de 2021.