Tal y como ha podido saber eldiario.es la razón esgrimida por Jiménez-Blanco es "remodelación organizativa", aunque aclaró que no era una decisión suya sino de su superior, el secretario general de Cultura, Javier García Fernández, que era quien firmaba la orden. 

García Fernández asegura que fue Dolores Jiménez-Blanco quien tomó la decisión. "No es mi decisión. Por encima estoy yo, pero la iniciativa es de ella y he respetado su propuesta. El museo debe replantearse para qué sirve, porque apenas tiene obra del Greco y como casa-museo no puede seguir funcionando", apunta el secretario general de Cultura. ¿Y el actual director no estaba capacitado para llevarlo a cabo? "El replanteamiento es una etapa nueva y hay que buscar una nueva persona que lo haga", contesta García Fernández. Añade que es normal que se cesen directores de museos: "La Administración nombra y cesa. Es un cargo de libre designación". ¿Alguna razón objetiva para el cese? "No hay que dar razones. Si tuviéramos que explicar cada decisión qué sería esto. El régimen jurídico es muy claro al respecto", responde sobre lo que podría entenderse como un cese arbitrario.

Jiménez-Blanco fue nombrada en su cargo el pasado septiembre, tras la repentina cesión de Román Fernández Vaca, también ordenada por García Fernández. En estos meses la directora general de Bellas Artes ha acudido al Museo del Greco y ha mantenido una comunicación fluida y constante con el director cesado, en la que le ha mostrado su confianza en las líneas de trabajo que García Castro mantenía al frente del centro y sus planes trazados para el futuro. "No he tenido motivos para no sentirme respaldado por mi directora general y subdirectora. El día de mi cese me aclararon que no tenían ningún pero contra mi gestión, no había nada malo en mi trabajo. Yo soy un gestor al servicio de la política de los museos y siempre he actuado a las órdenes de mis superiores", indica a este periódico Juan Antonio García Castro, funcionario de museos desde hace 35 años. Tampoco hubo ninguna advertencia por mala gestión o similar. 

"Acudí a la cita sin pensar que me iban a despedir. No me lo esperaba, me ha dejado descolocado", añade García Castro en conversación telefónica. "Pregunté si mi gestión tenía que ver en una decisión tan drástica como es el cese de un director y tan poco habitual en los museos estatales. Me aseguraron que no", cuenta el profesional de museos con una dilatada trayectoria, que pasa por el Museo de Arqueología de Sevilla, el Museo Nacional del Pueblo Español, el Museo del Ejército y el Museo de América, donde ejerció labores de subdirección, entre 2005 y 2007, a las órdenes de Paz Cabello, mujer del secretario general de Cultura y responsable de la cesión. Tal y como apunta el director cesado, el último despido fue el de Iván Negueruela como director del Museo Nacional de Arqueología Subacuática de Cartagena (Arqua), del que la Administración no salió bien parada: el Ministerio de Cultura trató de despedirlo dos veces, primero en 2006 y luego en 2010, y ambos ceses fueron recurridos y ganados por el que hoy sigue al frente del museo. 

Desde la llegada de Juan Antonio García Castro, con su modelo de crear una institución abierta, dinámica y atractiva, sobre todo, para la población local, el museo ha experimentado un crecimiento notable: apenas superaba los 170.000 visitantes y en 2019, último año antes del coronavirus, logró reunir a 236.681 visitantes. Sin embargo, el récord lo alcanzó el Año Greco, cuando pasaron por el museo 288.664 personas. Según los estudios de público, encargados por el Ministerio de Cultura, es uno de los más recomendados por los visitantes y de los tres museos estatales más conocidos. También es uno de los favoritos por los estadounidenses, que son la mayor parte del 35% de los extranjeros que se acercan hasta Toledo. En la misma manzana se encuentra el Museo Sefardí, de menos tamaño pero mayores visitas: en 2019 lo visitaron 330.250 personas.

El cese de García Castro ordenado por "remodelación organizativa" deja al frente del Museo del Greco a Carmen Álvarez, actual directora del Museo Sefardí, que tendrá que duplicar sus funciones. El presupuesto del centro dedicado al pintor griego es inferior a los 100.000 euros anuales y en su organigrama cuenta con una conservadora, una auxiliar de conservación y una restauradora. Los vigilantes de sala se comparten entre ambos museos.