Sobre las 10 de la noche esta artista sale a escena con un violín que cada vez quiere más grande, y como la avaricia rompió el saco el violín se convierte en contrabajo. Pero como quiere uno más grande, otro instrumento más colosal acaba tragándose a la concertista. Los vecinos ríen y "rompen su rutina", cuenta Sitja, "a veces han venido niños y madres después de la función para hablar sobre la ambición". Marta Sitja atiende a elDiario.es desde Molinicos, localidad de Albacete de 840 habitantes. "Estaba un poco asustada por presentar en los pueblos este show de payasa, íntimo y poético, porque es muy diferente a las cosas que han podido ver, pero me dicen que les gusta y sobre todo les sirve para conversar después".
Teatro sobre ruedas (o Teatro andante) es el proyecto que Sitja e Iván Lionel llevan danzando por las plazas de los pueblos de Castilla-La Mancha desde principios de julio, y lo harán hasta finales de septiembre. Presentaron la idea en el Festival de Circo de Albacete, y fue su director, Antonio Álvarez, quien, encantado con el teatro itinerante, le pasó la propuesta a la Delegación de Cultura de la Comunidad. "Nos han contratado para una gira de 50 pueblos de menos de 2.000 habitantes. Vamos a pasar por 10 pueblos de cada provincia. Cinco funciones en cinco lugares distintos cada semana", dice orgullosa.
"Es muy bonito el prestigio de actuar en los grandes festivales de teatro de calle en lugares como Madrid o Tàrrega. Pero hay cantidad de sitios abandonados por la institución que no tienen nada. Y ahora en verano aun, pero ¿luego qué?". Sitja se muestra clara: "Hay pueblos que nos están esperando desde hace días, y en otros, como no hay costumbre, ni educación cultural, ni interés, nos minusvaloran. Pero por eso hay que ir allí casi con más motivos: para abrir ventanas y que acaben siendo puertas".
Los pueblos están repletos de lectores y lectoras que no tienen posibilidad de asistir a las presentaciones de los libros, a las charlas de los grandes espacios, a escuelas de escritura o encuentros en festivales. La escritora de Pamplona Maribel Medina, autora de éxito con Trilogía de la sangre en la editorial Maeva, está detrás de Mi pueblo lee: Red Rural de Festivales Literarios. Medina explica a este periódico que llegó en 2016 a La Puebla de Almoradiel, y allí le esperaba la bibliotecaria diligente Pilar Pérez con un club de lectura entregado. Lleno absoluto, libros leídos, preguntas interesantes y una idea rondándole: llevar escritores considerados, primeras espadas a pueblos recónditos.
Durante el segundo semestre de este año Mi pueblo lee ha organizado 21 festivales literarios en 13 provincias. Rosa Montero, Cristina Fallarás, Javier Sierra, Espido Freire, Manuel Vila o Marta Sanz son algunos de los grandes nombres. Para la directora Maribel Medina tan importante es llevar los mejores autores, como que estos conversen e intercambien con los creadores y artistas locales. La industria literaria olvidó acercar a sus creadores a los pueblos y esta iniciativa procura remendarlo. El Ministerio de Cultura recién les ha concedido una ayuda, dentro de las subvenciones para la promoción de la lectura y las letras españolas, de 20.000 euros.
Mientras quedan apenas veinte días para que se publique su nueva novela titulada Un país con tu nombre (Editorial Destino), Alejandro Palomas nos cuenta su experiencia con este festival. "Estuve en el Festival de Mi pueblo Lee de Olite, en Navarra, tuve una charla literaria con Carlos Zanón. Hablamos sobre la necesidad de llegar a todos, pueblos incluidos, y de la idea errónea de que en las ciudades se concentra la demanda de literatura", explica.
Palomas asegura que la entrega de Olite (con casi cuatro mil habitantes) fue apabullante: "fue un acontecimiento para el pueblo". El escritor remarca la labor de gestoras culturales como Maribel Medina, y la importancia de que puedan organizar actividades de fomento real de la lectura "porque cada pueblo tiene sus intereses y hay que conocerlos para traer a los autores y los temas que más puedan seducirles".
El equipo artístico Suakai coge sus instrumentos de cuerda y se sube a la furgoneta a echar kilómetros bajo la idea de que "la música sí puede cambiar el mundo", con el ánimo de "trasladar la cultura musical a lugares escondidos, en concreto a parajes y poblaciones que, desafortunadamente, tienen dificultad para acceder a este tipo de cultura". Ofrecerán dieciséis conciertos durante todo el verano por los municipios más pequeños de cada comunidad autónoma: esa es la idea fuerza del proyecto Música en cada rincón.
El equipo eligió los destinos mirando los listados oficiales de los municipios más despoblados de España. Desde Pesoz, un pueblo asturiano de 148 habitantes, Iván Carmona, director de Suakai y violonchelista, cuenta que les "apetecía salir de los auditorios y los teatros, encajaba con tocar al aire libre y con público reducido". Y recalca: "Es una imperiosa necesidad llevar cultura a los lugares menos accesibles". La gira la hacen con esfuerzos económicos de la empresa musical, así como con ayudas públicas de las Diputaciones o Consejerías de Cultura y con la colaboración de algunos patrocinadores.
"Hemos tocado en dos pueblos que tenían siete habitantes censados. Prácticamente nuestro equipo era más grande que la gente que vivía allí. La anécdota es que había bar", bromea el artista. Carmona dice que son dos violinistas, dos cellos y un percusionista, que en las plazas de los pueblos interpretan bandas sonoras de películas tan conocidas como El libro de la Selva, Aladdín, Gladiator o Avatar.
"La cultura llena el corazón, y así se demuestra porque allá dónde vamos la gente está muy agradecida. Lo fundamental es que los organismos oficiales apuesten económicamente por acercar la cultura a los lugares con difícil acceso. También para que la gente de los pueblos pueda formarse y crear. Que los artistas no seamos solo la gente de la ciudad", concluye el director de Suakai.