Pero hay más. Acaban de publicar su primer disco con canciones inéditas en ocho años, Detente bala, que presentan en concierto en Madrid este sábado 3 de diciembre (Sala Nazca) y en Barcelona el próximo 17 (Sala Wolf). En estos conciertos, además de sus clásicos, van a tocar el disco nuevo de manera íntegra y en su orden.
Arrancaron su carrera discográfica con Sueños en blanco y negro (1992), influenciados por el rock gótico en auge en los años precedentes. Imagínate el aire se cantó y se bailó intensamente en aquellos primeros 90. Enrique Bunbury fue el productor de ese disco. Después, abrazaron el sonido grunge en Todo / Nada sigue igual (1994), también con producción de Bunbury. No dejaron de tocar en directo pero en 1998 pararon. De alguna manera, desaparecieron como grupo hacia afuera, pero no hacia adentro. Regresaron en 2007 con otra actuación multitudinaria en las fiestas del Pilar y en 2009 llegó su tercer disco, Ego. Al que le siguió Invicto en 2014 y Detente bala en 2022. Su guitarrista, Óskar Díez, admite que Las Novias tiene "una especie de temporalidad propia".
Se han tomado ocho años para elaborar un álbum con nuevas composiciones, sin contar la canción navideña del año pasado y el disco en directo XXX. Eso es pedirle a la bala que se detenga durante mucho tiempo.
Las Novias hace muchos años que no tenemos ningún fin ni ningún objetivo concreto, salvo seguir haciendo esto juntos. Visto desde fuera, igual es verdad que 'tardamos mucho' en sacar disco, pero nosotros lo vemos de otra manera. Ensayamos todas las semanas, salvo en verano. No tenemos ninguna presión ni ningún plazo. Tocamos en directo de vez en cuando. Es verdad que nos gustaría tocar más, pero nuestros respectivos trabajos no nos lo ponen fácil a la hora de coordinarnos... Cuando no estamos preparando un concierto, nos dedicamos a componer y cuando estamos plenamente satisfechos con el material, entramos en un estudio de grabación.
Detente bala es un título con un mensaje muy potente. Diría que es un alegato al presente, contra la rendición, a favor de tener una voz relevante hoy. Por otro lado, no parece que apueste por la urgencia, sino por ganar tiempo. ¿Es esa la intención del título?
Los que gestionan la realidad han logrado crear la sensación de que vivimos en una situación de amenaza difusa y permanente. La cultura popular, incluyendo Netflix y los telediarios, ha dictaminado que el apocalipsis es la única utopía disponible. Frente a eso, se trata, como dice el título, de parar la bala, de ganar tiempo para vivir y hacer cosas, por ejemplo, rock'n'roll... Tanta prisa y tanto estado de excepción... hay que decir "basta". Sí, ese es un mensaje del título. Tampoco hay que olvidar que un detente bala era un amuleto, ridículo y trágico. Sin humor no vamos a ninguna parte.
No puedo evitar encontrar una y otra vez a lo largo del disco ese tema del paso del tiempo pero siempre de una manera asertiva, orgullosa y no con el lamento de la pérdida o la nostalgia de la juventud. “La mala hostia se agudiza con el paso de la edad”, canta Toño Leza en La mala hostia. ¿Se tiene más mala hostia con 50 años o con 20?
Con 20 años tienes rabia, no mala hostia. La mala hostia surge cuando el margen de decisión se estrecha, cuando lo que eran posibilidades se han ido convirtiendo en actos irreversibles y oportunidades perdidas. Pero la mala hostia también es una inyección de placer que te indica que no estás todavía derrotado del todo. Te puedes convertir en un cínico y unirte a la fiesta o puedes sacar esa mala hostia adelante.
Misericorde es la canción elegida como primer single y tiene también un videoclip. Es un tema que evidentemente engancha con la memoria histórica. ¿Qué motivó esta canción?
Toño cuenta que, en el origen del tema, están las historias que escuchaba sobre la guerra en el pueblo, de pequeño. Su familia es de Valpalmas, en la comarca zaragozana de las Cinco Villas y allí, como en tantos otros sitios, no llegó ni siquiera a haber guerra, solo represión. El título está sacado de un tipo de puñal pequeño que se empleaba en la Edad Media para rematar a los moribundos que agonizaban en el campo de batalla. Podríamos decir que el 'misericorde' se pone en marcha cuando falla el 'detente bala'.
La letra dice “rojo, ateo y dueño de un amor libre”, que son ideas libertarias. De hecho, Aragón ha sido siempre un terreno fértil para el anarquismo. ¿Recoge Las Novias, de alguna manera, esta herencia política?
No somos un grupo de temática política ni de intenciones políticas. A nivel individual puedes sentir orgullo y respeto por el vigor histórico del movimiento anarquista en Aragón, como en otros lugares, o puedes sentir indignación al ver con qué ignorancia se equipara al comunismo con ideologías criminales o al ver cómo se reclericaliza la sociedad. Pero, como grupo, funcionamos con otra lógica y con otra estética. Aunque quisiéramos, no lo podríamos cambiar.
¿Cómo cree que el arte y la cultura pueden servir para reparar la falta de justicia, como es el caso de las heridas abiertas de los vencidos en la Guerra Civil y los represaliados del franquismo?
Realmente, no lo sé. Los artistas inventan un mundo en el que no hay otra manera de ser y de estar que ser libre. Donde hay arte 'de verdad', no hay fascismo y se hace justicia a quienes lo combatieron. Pero la cultura es otra cosa, es un sistema de valores y por eso está en constante disputa. En ese sentido, sostener el recuerdo de toda aquella gente y reivindicarlos es también hacerles justicia, en la medida de las fuerzas de cada uno. Parece poco, pero ya vemos hasta que punto este poco resulta irritante para algunos.
Ustedes forman un grupo que trabaja estableciendo lazos de colaboración con artistas de Zaragoza, tanto en las producciones como en otros aspectos de la actividad musical. Me parece que esa intención de 'crear escena' es cada día menos habitual. ¿Qué principios les llevan a trabajar de esa manera y cuáles son los resultados?
Solemos colaborar con gente cercana porque encontramos el tipo de complicidad que necesita nuestro trabajo. Nunca fue nuestra intención crear 'escena', ni creo que exista actualmente ninguna escena zaragozana como, a lo mejor, la hubo a principios de los 90. Eso no quiere decir que no existan decenas de buenos grupos, como en todos los sitios.
Usted lleva muchos años como guitarrista y tiene un estilo particular, reconocible, que contribuye a la identidad del sonido del grupo. Cuando a estas alturas de su carrera trabaja con un productor que también es guitarrista, como es el caso de Rafa Domínguez (El Huracán Ambulante, Tachenko), ¿de qué manera le influye? ¿Le lleva a algún territorio nuevo?
En nuestros dos primeros discos tuvimos como productor a un cantante, Enrique Bunbury, y en los dos siguientes a un teclista, Nacho Serrano, de Niños del Brasil. Todo genial, todo fantástico, pero ya tocaba trabajar con un guitarrista. Hemos estado grabando con Rafa Domínguez en su estudio, La Cafetera Atómica. Para este disco queríamos algo más crudo y directo, guitarrero y sencillo y Rafa lo ha entendido. Creemos que ha acertado de pleno en el resultado. Apenas se ha modificado el planteamiento original. Rafa ha añadido algún arreglo que suena genial, pero creo que en lo que mejor hemos conectado es en respetar lo básico. Menos es más.
Quiero pedirle que me hable de la parte de hacer un disco que no se ve: de la autogestión, la autopublicación, cómo asumen el trabajo ingrato de una industria musical donde las discográficas tienen cada vez menos relevancia y los cedés se venden más bien poco.
A la Inversa Records Reloaded es la marca que usamos para autoeditarnos. A principios de los 90 estuvimos en una multinacional [PolyGram, hoy integrada en Universal]. Después, montar una discográfica propia, A la Inversa Records [en 1994], fue un esfuerzo excesivo en un panorama complicado. Ya hace tiempo que todos los trámites que implica grabar y editar un disco se han simplificado y abaratado: lo difícil es llegar al público. Parecía que internet era la panacea pero lo cierto es que está lleno de vías muertas, ciudades fantasma y carreteras perdidas.
Afortunadamente, nosotros mantenemos un núcleo de público fiel desde hace muchos años, público que se ha ido ampliando sobre todo en Latinoamérica. Editamos cedés porque nos gusta el formato. También nos gusta el vinilo, pero la duración de Detente bala y las circunstancias de las fábricas de discos no nos han puesto fácil el sacarlo en ese formato. Nos gusta el objeto, tanto el cedé como el vinilo, con su portada y su diseño. Soy incapaz de limitarme a pasar de un mp3 a otro: me gusta escuchar los discos enteros. Solo así entiendes al grupo. A nosotros, a nuestros discos, les pasa eso, no somos un grupo de primera escucha. Necesitamos tiempo, tienes razón, todo el rato el mismo concepto. Respecto a las ventas, la crisis de ventas no nos afecta demasiado porque nosotros siempre hemos vendido poco. Ser un 'grupo de culto' nos ha vacunado contra todo eso. Pero también nos ha dado un público que nos sostiene y nos invita a seguir. Ellas y ellos son nuestro 'detente bala'.