El número aproximado de piezas que se expondrán en la inauguración será de 650, y de ellas casi 220 abandonarán los edificios históricos en los que se conservan para ser exhibidas en la ciudad de Madrid. La presidencia de Patrimonio Nacional no ha contestado a este periódico sobre el número exacto de bienes que dejarán su ubicación para formar parte del museo madrileño. La temporalidad tampoco es la habitual: no estarán depositados unos pocos meses, sino que cada uno de ellos quedará en “la Galería” y fuera de su lugar de uno a tres años.
Con esta medida, que desamortizará la periferia de los lugares de interés patrimonial como Aranjuez, el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial o la Granja de San Ildefonso. Y se creará un concepto de colección permanente transitoria, cuyo contenido corre el riesgo de entrar en colisión con la tercera y última de las plantas: albergará las exposiciones temporales. Con 1.300 metros cuadrados, en ella se mostrará “una experiencia inmersiva con el conjunto de los monumentos de Patrimonio Nacional”.
“La apertura de la Galería de las Colecciones Reales va a ser el acontecimiento cultural de mayor trascendencia en España y en Europa en mucho tiempo”, puede leerse también en el citado briefing de la campaña de publicidad institucional para la apertura de “la Galería”. Llama la atención que entre los objetivos de comunicación no figure la esencia de estas colecciones, el patrocinio de la monarquía. El homenaje a la monarquía en forma de museo, cuya primera sala de exposición estará dedicada a los Reyes Católicos y “la incorporación de América a los territorios de la Corona de Castilla”, prefiere pasar desapercibido y “explicar, a través de la Galería, Patrimonio Nacional”.
El primer encuentro del público con el centro será “un espacio destacado” y dedicado “al Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial”. La presidencia todavía no ha hecho pública la lista de bienes que abandonará el Real Monasterio, pero en el proyecto museológico de 2017 se mencionaban al menos 34 piezas de todo tipo que se retirarán de este lugar para su traslado al nuevo museo. Patrimonio Nacional tampoco ha querido responder a este periódico cuántos bienes abandonarán el lugar con destino a Madrid.
El 22 de marzo de 2022, Patrimonio Nacional se sentó con representantes de la Comunidad de los padres Agustinos en la que les informaron que serían al menos un centenar las piezas que se llevarían del monasterio. Este periódico se ha puesto en contacto con el prior de la orden que regenta el lugar, pero ha preferido que sea Patrimonio quien “hable para afuera”. Los vecinos de San Lorenzo de El Escorial ya han mostrado su rechazo a esta medida, que aventuran como una mala noticia para su turismo en favor de la concentración de la visita en la capital.
En abril, el Pleno del Ayuntamiento de San Lorenzo pidió por unanimidad a Patrimonio Nacional que “la Galería” no se alimentara con las piezas del Real Monasterio. Además, reclamó la lista completa de los bienes que pretendían llevarse. También recordaron que los museos de pintura y arquitectura del monasterio se encuentran cerrados desde 2015. Desde el partido Vecinos por San Lorenzo de El Escorial, el más votado en las Elecciones de 2019, indican a este periódico que seis meses después de la petición del listado, Patrimonio Nacional no ha comunicado qué bienes quiere retirar de El Escorial. “Si al Ayuntamiento le ha llegado alguna información no nos consta”, añaden.
Este partido ha calificado el movimiento como “nuevo saqueo a la vista”. Y avisa de la amenaza que supone “vaciar y descontextualizar los distintos monumentos de Patrimonio Nacional”. Los bienes artísticos que compongan ese “escaparate” no se podrán ver en estos Reales Sitios por estar expuestos en Madrid. A pesar de esta contradicción, la presidencia de Patrimonio Nacional asegura que la idea de que el 30% de las piezas roten es que “la Galería” “invite a conocer el resto de los Reales Sitios”.
En 2017, Patrimonio Nacional justificaba el vaciado de objetos porque las visitas en los distintos Reales Sitios “están suscitadas muy fundamentalmente por los propios edificios, su extraordinario interés arquitectónico e histórico”. También se indicó entonces que el traslado de grandes obras maestras del arte “no identitarias de los Reales Sitios o de objetos de primer nivel histórico al Museo de las Colecciones Reales suscitará la revisión de los abundantísimos fondos reunidos en los actuales museos y sus almacenes y en zonas no visibles de los Reales Sitios”. Es decir, las ausencias se sustituirán con piezas que hasta el momento estaban almacenadas y consideradas de nivel inferior.
Por si fuera poco, Patrimonio Nacional veía con buenos ojos esta descapitalización de bienes para “garantizar las óptimas condiciones de conservación” de las colecciones. “Pudiendo cumplir así, por fin, satisfactoriamente la fundamental responsabilidad de Patrimonio Nacional de preservar el legado”. Al parecer, según desvelaba este texto, la conservación de los bienes era una tarea pendiente por Patrimonio Nacional.
La captación de turismo es uno de los objetivos de audiencia del nuevo museo, que aspira a vender 1,5 millones de entradas al año. Las mismas que el Palacio Real. Aclaran a los publicistas que quieren “atraer a los potenciales visitantes de todo el país” y, también, “posicionar la galería como un recurso de interés turístico, de forma que se incluya como una parada obligatoria en las visitas a Madrid”. Este fue el motivo por el que en el año 2016 tuvo lugar un crudo enfrentamiento con el Museo del Prado por recuperar las cuatro pinturas icónicas propiedad de Patrimonio Nacional: El jardín de las Delicias y La mesa de los siete pecados capitales, de El Bosco, El descendimiento, de Van der Weyden, y El lavatorio, de Tintoretto.
A “la Galería” le falta una pieza icónica para generar la afluencia masiva que espera la dirección. Por eso la presidencia de la institución quiere presentar al edificio de los arquitectos Emilio Tuñón Álvarez (1959) y Luis Moreno Mansilla (1959-2012) como “una experiencia única”.