La nota elaborada por el gabinete de prensa de Cultura indica que Mercedes Mariño es pintora y escultora, natural de Las Palmas de Gran Canaria, diplomada en Ciencias Empresariales, educada en una familia de pintoras, pero la breve biografía no desvela mayor currículo artístico más allá de su dedicación “exclusivamente al arte” desde 1990. Y como única referencia al trabajo de la artista se añadía que “en sus obras aparecen personas y paisajes, predominando siempre la conexión del hombre con el mar”.
La reseña biográfica había sido trazada a partir de la propia que Mercedes Mariño hace accesible en su web personal, en la que se aclara que su última exposición sucedió hace casi una década, en la sala de arte de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. De hecho, únicamente ha expuesto de manera individual en siete ocasiones y todas en su tierra natal, salvo la titulada Soñarte, en 2006, en la Casa de Canarias de Madrid (hoy desaparecida). Coronando el breve currículo aparece el único premio a su carrera como artista: la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes de 2022.
Esta figura del arte grancanario destacable para el Ministerio de Cultura tampoco tiene obra en la colección de la institución cultural de referencia de la isla, el Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM). Nunca, en los más de 50 años de coleccionismo público, ha adquirido obra de Mariño. No de Mercedes Mariño, pero sí de Marta Mariño, su hermana. Una pintora local muy conocida desde los años setenta, con una retrospectiva reciente en la que daba muestra de una trayectoria de más de tres décadas, con obra también en el Tenerife Espacio de las Artes (TEA) y una amplia hemeroteca de entrevistas en medios canarios.
El galardón extrañó tanto a las artes canarias que al día siguiente, el 28 de diciembre, en la celebración anual del Consejo Territorial del Instituto del Arte Contemporáneo (IAC), un socio elevó una pregunta a la Junta Directiva de la delegación canaria: “¿Quién es Mercedes Mariño?”. Nadie pudo contestarle, nadie conocía a la artista que acababa de premiar el Ministerio de Cultura. Lo cuenta a elDiario.es Pedro Deniz, artista y presidente territorial de IAC. Incluso en la delegación de la agencia EFE en las islas decidieron corregir la lista del Ministerio y concedérselo a Marta, en una versión que fue publicada por diversos medios, a la media hora de hacerse pública la noticia de la concesión.
Franck González es historiador del arte y ha sido responsable de la sala San Antonio Abad del CAAM, donde en 2001 organizó la muestra colectiva titulada El paisaje mirado. Iconos comunitarios, en la que incluyó a Marta Mariño. Explica por teléfono que Marta tiene una trayectoria muy amplia de casi cuatro décadas y que en su generación hay al menos 35 artistas reseñables y seis para ser premiados: “Entre ellos no está Mercedes Mariño”. “Aquí ha causado mucha sorpresa el premio. Lo único que demuestra es puro desconocimiento del Ministerio de Cultura. Madrid está muy lejos y esa es la cuestión de fondo de este caso: la producción cultural canaria no tiene repercusión en la península. Y si esto hubiera pasado en Andalucía, por ejemplo, habría sido un escándalo. Me sabe muy mal por las dos hermanas, las pone en una tesitura muy difícil”, relata González.
La asociación Mujeres en las Artes Visuales (MAV) ha emitido un contundente comunicado en su página web, en el que muestran su preocupación con esta condecoración porque “no es de recibo que una Medalla de Oro al Mérito de Bellas Artes se otorgue a ningún artista con ese perfil”. Añaden que la selección de las medallas ha pretendido guardar la paridad, pero aclaran que la concesión es “un dedazo que, en una deleznable demostración de poder, se salta a las decenas de artistas mujeres en nuestro país bien conocidas entre el público, de larga trayectoria, con decenas de exposiciones en museos y centros de arte de reconocido prestigio a nivel nacional e internacional, ferias, bienales”.
Carlos Díaz-Bertrana, director de los centros de arte del Gobierno autónomo de Tenerife y de la Biblioteca de Artistas Canarios, tampoco conoce a Mercedes Mariño y apunta un rumor en el sector desde el día de la concesión: quizás en el Ministerio de Cultura confundieron a Mercedes con su hermana, Marta. Una fuente del Ministerio reconoce a este periódico que la elaboración de la relación de galardonados se ha aprobado a última hora y que el nombre de Mariño no salió de la Dirección General de Patrimonio y Bellas Artes.
Desde el Ministerio de Cultura han preferido no aclarar cómo llegó el nombre de la artista elegida a la mesa del ministro Iceta. La “trazabilidad” de estos premiados no se hace pública ni los motivos se hacen transparentes. No hay jurado, no hay método, no hay actas ni hay votaciones, al contrario que galardones como el Cervantes de las letras, el Velázquez de las artes plásticas o los Premios Nacionales. Esta lista se elabora en la casa, las medallas “se cocinan en los despachos”, comenta un antiguo responsable del Ministerio, que prefiere no descubrir su nombre.
“Cada uno escribe su propia lista y luego se contrasta. El ministro hace la suya, como el jefe de gabinete y los directores de las áreas, y al final se cruzan. No hay formalidad, simplemente es una tarea que sucede en los despachos atendiendo a las demandas. Siempre hay llamadas de embajadores o de directores de museos. Hay muchos intereses, por ejemplo, en premiar a coleccionistas para que donen obra a un museo. Pero también mucha diplomacia y muchas influencias. Al no haber un jurado todo es muy arbitrario. El reconocimiento es muy discutible y siempre corres el riesgo de que se te cuele alguien en la lista y patinar”, explica el ex alto cargo de Cultura. Lo que más le llama la atención es el número tan alto de premiados. Cree que entregar más de 15 medallas en un año “es demasiado” porque “resta valor al galardón”. “Deberían ser mucho más restrictivos”, añade. Hasta 2021, la media de premiados era en torno a 20 personalidades.
El Ministerio de Cultura también contesta a este periódico lo que figura en las bases del premio, que “los galardonados son propuestos cada año por el Ministro de Cultura y se someten a la aprobación del Consejo de Ministros”. Si el mundo del arte no sabe quién es Mercedes Mariño, no debió de ser una tarea sencilla para los compañeros de Iceta dar su visto bueno.
Marta prefiere no hablar y contesta con un rápido: “La cosa ha sido extraña”. Mercedes, sin embargo, se extiende en lo ocurrido durante la última semana en su vida. El 27 de diciembre le llamó el ministro Miquel Iceta para informarle que había sido premiada, como a las otras 32 personas. Estaba en la calle, junto con su hermana y no contestó el teléfono porque era “un número muy largo”. Entonces sonó el móvil de su hermana Marta, era el Ministerio de Cultura y estaban tratando de localizar a Mercedes. Entonces respondió al ministro. “Creía que era una inocentada, el día 27. Le pregunté que por qué me lo daban a mí. Sé dónde estoy. Y él, muy amable y cercano, me habló de mis trabajos y de mis series, quizá tenía delante un papel”, cuenta Mercedes.
La madre de ambas, María Casillas, también se dedicó a la pintura. Al contrario que Marta, que se formó en la facultad de Bellas Artes, Mercedes decidió estudiar Empresariales, sacarse unas oposiciones y entregarse a una vida alejada de las artes plásticas hasta 1990. Ese año lo dejó todo y aprendió a pintar en los talleres que impartía su hermana Marta. “La misma pregunta que me haces tú me la hice yo cuando me llamó el ministro: ¿se habrán confundido? La Medalla de Oro es muy grande, ¡pero qué hago yo aquí!. Los motivos no los sé, pero insistí al ministro y me dijo que hay un grupo de entendidos que defendieron mi nombre. Mi hermana ha sido mi profesora y tiene una trayectoria mayor que la mía. ¿Por qué a mí? Estudió Bellas Artes y siempre se ha dedicado a ello. Esa es la duda que tengo desde la llamada: mañana me van a llamar y me van decir que se han confundido. Y encima el periódico Canarias7 y EFE pusieron a Marta [en el titular de las informaciones]. Mis dudas son las de todos”, reconoce con humildad Mercedes Mariño.
Explica la pintora que la han conocido porque está en la web, porque sus hijos le dijeron que debía hacerse una página con su trabajo y un blog, que mantuvo activo durante un tiempo. Incluso tiene entrada en la Wikipedia, al contrario que Marta. Ha dedicado su trabajo a la insularidad, con asuntos propios de la isla, con sus playas, la lucha canaria, la vela, etc. “Es posible que ese sea un motivo. No lo sé. Pase lo que pase, estoy tranquila. Si mañana me llaman del Ministerio de Cultura y me dicen que ha sido un error y se lo dan a mi hermana, no pasará nada. Me da pena por ella, porque ella es muy conocida aquí y es mi maestra. No me puedo poner mérito, porque hay gente mucho más importante. No puedo quitarle nada a nadie”, añade Mercedes Mariño.
Entonces, ¿confundió el Ministerio a Mercedes con Marta? “No, no hay confusión. Con esta medalla se ha pretendido reconocer la obra de Mercedes Mariño, sus creaciones, sus investigaciones para lograr diferentes técnicas y el arraigo con diversos aspectos de la cultura canaria”, responden desde el gabinete de prensa de Cultura. La pista de la insularidad remite a un tuit publicado por el presidente de Canarias, Ángel Víctor Torres, que celebró el premio con este mensaje: “Sus obras reflejan la insularidad, nuestros paisajes y la conexión humana con el mar, un reflejo de Canarias. ¡Enhorabuena!”. El círculo de influencia se cierra: la entrega de las Medallas de Oro de 2021 tuvo lugar en Tenerife. Así que el arte de Mirazo (Mercedes Mariño Mirazo) ha sido señalado tal vez no tanto por una trayectoria meritoria, como por ser una bonita postal de la tierra en la que nació y vive.