Bernardini ha sido acusado de fraude después de registrar hasta 160 dominios de internet con los que creó cuentas de correo electrónico con terminaciones muy similares a las de las editoriales. Así se hacía pasar por agentes y casas literarias para conseguir los manuscritos antes de su publicación, alegando a veces que los necesitaba para proceder con su traducción a otros idiomas.
El autor confeso del robo de más de mil obras trabajaba en Londres para Simon & Schuster, lo que le propiciaba información privilegiada sobre los trabajos que estaban a punto de salir a la luz en distintas editoriales. Desde 2016, las autoridades estiman que se hizo pasar por cientos de profesionales del mundo editorial para contactar así con los agentes de los escritores.
“Filippo Bernardini utilizó su conocimiento de la industria para crear un sistema que robó los trabajos preciados de los escritores y amenazó al mundo de las editoriales”, ha declarado Damian Williams, el fiscal del Distrito Sur de Nueva York, que lidera la acusación contra Bernardini.
Varios medios de comunicación estadounidenses han informado en los últimos años del interés por las obras de escritores relevantes antes de que fueran publicadas, desde Los Testamentos de Margaret Atwood a la serie Millennium de Stieg Larsson.
La única pieza del puzzle que queda por resolver es por qué, después de conseguir los manuscritos de más de mil obras, ninguna salió a la luz antes de tiempo ni fue filtrada por internet.