"La palabra 'cuy' en mi país, y especialmente en los Andes, es de uso extremadamente cotidiano. Este roedor tan simpático que también se conoce como conejillo de indias o cobayo ha sido durante milenios parte de la dieta diaria de millones de habitantes de este territorio que hoy llamamos Perú, y por eso me alegra que este título ayude un poquito, al menos, a visibilizar fuera del Perú una gran cultura". Rodríguez ha hecho referencia a la división entre Occidente y 'lo originario' como "la gran tragedia de casi todos los países de Latinoamérica", y ha declarado que ojalá "la literatura sirva para cerrar esa grieta, tal y como lo hacen los artistas japoneses con el oro".
Rodríguez dejó el mundo de la publicidad para dedicarse al mundo de la literatura, "una apuesta audaz en su momento", confiesa, ya que él mismo pensó siempre que era "un publicista que se había dedicado a escribir", hasta que se dio cuenta de que más bien era lo contrario: "Siempre fui un narrador que encontró en la publicidad una manera de contactar con el otro".
La idea del viaje está muy presente en la literatura de Rodríguez, no solo por el título de su novela más reciente, 30 kilómetros a la medianoche —que se publicó en España a mediados de 2022—, sino porque sus novelas "siempre están en movimiento", dice el escritor, que traslada constantemente a sus personajes "en autos, a pie, en autobuses y en aviones". También asegura que es un producto de una cultura "que ha visto mucho arte audiovisual", motivo que justifica, según explica, parte de ese dinamismo.
Hasta ahora el premiado había escrito sobre el pasado, el machismo, la paternidad y la incertidumbre, pero ahora observa "la vejez, la dependencia, la soledad y el sentido de la vida", ha señalado la presentadora del acto. A la pregunta de qué es lo que le interesa de este último tramo de la vida, Rodríguez responde que no sabe exactamente por qué ha escrito esta novela, pero que seguramente tenga que ver con la muerte reciente de su suegro y la estela mortal que dejó la pandemia en su país.
Lo que sí sabe es "para qué" la ha escrito, dice: "Para que empecemos a hablar de la muerte con más naturalidad, con más frescura y hasta con más humor. Creo que el sexo ha tenido demasiado protagonismo al promocionarse como 'estrella tabú', al menos en Occidente, y me parece que de la muerte se habla incluso menos que de sexo, y eso se puede comprobar con la cantidad de eufemismos que se utilizan cuando se habla de la muerte: 'pasó a mejor vida', 'trascendió', 'está en el cielo'...". Rodríguez se ha declarado un "completo convencido" de que cuando menos se habla directamente de algo, "más se forja el daño en el interior de uno".
Esta edición ha acogido 296 manuscritos procedentes de España, 112 desde Argentina, 99 de México, 81 de Colombia, 43 de Estados Unidos, 28 desde Chile, 27 de Perú y 20 desde Uruguay, haciendo un total de 706 obras que competían por el reconocimiento de un galardón histórico. Tiene una dotación económica de 175 mil dólares, una escultura de Martín Chirino y, como siempre, la publicación del libro en todo el territorio de habla hispana, prevista para el 23 de marzo.
El jurado ha sido presidido por la escritora argentina Claudia Piñeiro y formado también por el periodista Javier Rodríguez Marcos, el escritor Juan Tallón, la editora y traductora Carolina Orloff, el librero Rafael Arias García y la directora editorial de Alfaguara, Pilar Reyes, con voz pero sin voto. Todos ellos han reconocido la dificultad de una deliberación en la que el jurado "tuvo que pronunciarse sobre cinco novelas seleccionadas" entre todas las presentadas.
El sello Alfaguara nació en 1964 y un año después se inauguró el premio con el mismo nombre, con el objetivo de responder a la difusión de la literatura en español escrita en España y Latinoamérica y para hacer lazos entre ambos lados del Atlántico. Tres décadas después, fue relanzado por el entonces director literario de Alfaguara, el periodista canario Juan Cruz, y hasta hoy el galardón continúa desempeñando un papel fundamental para la extensión de las letras en español por todo el mundo. Alfaguara forma parte desde 2014 del grupo editorial Penguin Random House, que organiza actualmente el premio y que ha retransmitido en directo desde su canal de YouTube.
Ganar el Alfaguara es ganar una carrera profesional. La gran mayoría de los escritores merecedores de la distinción han sido traducidos en diferentes lenguas y han recibido el elogio de la crítica. Cristian Alarcón fue el elegido del año pasado por El tercer paraíso, una auténtica reconstrucción de la memoria de sus antepasados y un enfrentamiento a la soledad y a la desesperación. La obra fue descrita por el jurado pertinente como "una puerta abierta a la esperanza de hallar en lo pequeño un refugio frente a las tragedias colectivas”.
Los abismos de Pilar Quintana fue el destacado en 2021; un año antes, Salvar el fuego de Guillermo Arriaga, un triunfo que fue editado también en otros países; en 2019 el ganador fue Patricio Pron por Mañana tendremos otros nombres y en 2018 Una novela criminal de Jorge Volpi. Los últimos nombres forman parte de una lista inmensa de escritores que dejaron para siempre una huella en las letras en español, con obras que han podido disfrutar "más de 2.700.000 lectores", según señala el sello editorial.