Por culpa de una flor (Apa Apa y Blackie Books, 2023) aúna todo ello y eleva el arte de María Medem a un nivel de ambición pocas veces visto en el cómic español reciente. Su gestación respondió a un proceso de trabajo que duró tres años, y en el que la autora se dejó llevar, tal y como ella misma explica en conversación con este medio: “Aunque nunca cierro la extensión de antemano, yo me imaginaba un libro como Cénit incluso más corto, porque quería que se imprimiera en risografía (un método de impresión semiartesanal). Pero empecé a dibujar páginas sin parar. Lo hice sin proponérmelo; nunca me habría planteado, de entrada, dibujar tantas. Porque luego había que colorearlas todas [risas]”. Sin la presión de una fecha de entrega, Medem se autoimpuso un reto. “Intenté concentrarme en contar esta historia de la mejor forma posible, en ponerle mucho cariño. Me he esforzado en que las páginas, gráficamente, fueran las mejores posibles. Quería estar orgullosa de mi trabajo”.
Pese a que su estilo remite al cómic más experimental e innovador, la dibujante aún trabaja de forma analógica, con lápiz y papel, sobre los que luego aplica su característico color digital. “Cuando el editor de Apa Apa, Toni Mascaró, me preguntó por el número de páginas que tenía la obra, saqué las carpetas, empecé a contar y vi que salían más de 300 [risas]. Me entró pavor, porque no sabía cómo iba a poder asumir eso una editorial pequeña como Apa Apa, pero enseguida surgió la solución: la coedición con Blackie Books. Han conseguido, de hecho, que el tamaño del libro sea idóneo. Es tal y como me lo imaginaba: perfecto”.
Por culpa de una flor es la historia de una joven que vive en un pueblo en ruinas, sin más compañía que los perros y una flor especial, que parece reaccionar a sus sentimientos. La obra se detiene en los paisajes desolados de un mundo rural que agoniza, en los que encuentra una extraña belleza. Nos hacen pensar en la despoblación del campo y en la España vaciada, aunque Medem no pretendía hablar de ello directamente: “Obviamente está en mi día a día, pero no es algo en lo que pensara como origen de la obra. En realidad, se me ocurrió por un artículo que tuve que ilustrar sobre un hombre de la selva del Amazonas, el último de su tribu. Estaba totalmente solo, sin su cultura. A partir de ahí se me ocurrió la historia, pero luego la llevo a mi imaginario”. Y ese imaginario tiene mucho que ver con el folclore y el paisaje andaluz. “Pero no es algo explícito”, matiza la autora. “No quería ambientarla en ningún lugar concreto, sobre todo porque me molestan mucho los tópicos. Pero los que somos andaluces lo notamos, hay cosas que tienen que ver con la estética, con los paisajes que se ven por aquí, más que con los clichés”.
En las influencias de la autora, dueña de una visión amplia del arte, juega un papel esencial el flamenco. “Me encanta el flamenco, y está siempre presente en mi trabajo, aunque no se note. Utilizo sus letras como base para mis historias, pero no es que las adapte literalmente, aunque sí uso su sentimiento como punto de partida”, comenta Medem. “El flamenco es capaz de sintetizar sentimientos en dos líneas, y a mí me hace sentir cosas muy fuertes. En este caso me venía muy bien, porque la historia tiene que ver con la nostalgia por las tradiciones que tiene la protagonista. Parte de esos recuerdos son canciones, y aquí sí tomé directamente letras flamencas que podían encajar bien”.
Sorprende en una autora que muchos han denominado de vanguardia esa querencia por la tradición de la cultura popular, que se traduce en un estilo narrativo único. Medem afirma que no es algo intencionado: “No es que combine tradición y modernidad de forma consciente: simplemente, son mis gustos. A partir de ellos, intento hacer mi propia obra”. La experimentación es la clave: “Me gusta hacer cosas que me sorprendan a mí misma, jugar y encontrar nuevas maneras de expresar cosas, intentando transmitir ciertas sensaciones. Y resulta más fácil con un lenguaje nuevo, que no esté tan manido”.
La autora también reflexiona sobre su afición al flamenco: “Me gustan artistas que innovan, pero sobre la base de lo tradicional, como Tomás de Perrate. Por otro lado, piensa que si el flamenco ha aguantado hasta hoy es porque expresa sentimientos atemporales”. Y añade: “También me gustan cosas muy modernas [risas]. Al final, me inspiro en lo que me gusta y lo que me llena”.
De alguna forma, Por culpa de una flor es la culminación de un proceso de experimentación y búsqueda en el que María Medem también destaca las aportaciones de otros medios. “Mi trabajo en la animación me ha ayudado mucho a dibujar el movimiento, por ejemplo”, señala. “Y la ilustración me ayuda muchísimo, porque me obliga a pensar diversas maneras de abordar un tema. Me ayuda a pensar muchos recursos gráficos. Siento que he ganado agilidad pensando y componiendo las páginas”. Pero, pese a la importancia de lo visual en su obra, en este libro sorprende el uso del texto que maneja su autora. “Es el libro en el que empleo más textos”, comenta Medem. “Hasta ahora, escribir me imponía mucho respeto. Pero durante los tres años de realización del libro, he ido puliéndolo mucho”. La autora ha logrado una compenetración total entre el ritmo de las palabras y de las imágenes, algo que no es casual: “No me gusta que el texto sea redundante con la imagen. Busco que sea un cómic por encima de todo, en el que texto e imagen se complementen”.
Acostumbrada hasta ahora a mover su trabajo en el circuito de la autoedición, María Medem se sorprende de la recepción de este nuevo libro. “Normalmente, mi trabajo llega a un grupo de gente más reducido. Pero en este caso está llamando más la atención”, comenta. “Me está impresionando mucho. La alegría más grande es que la gente lea y aprecie mi libro”.
La coedición entre Apa Apa y Blackie Books está resultando muy importante en esta cuestión, en opinión de Medem: “La unión entre ambas es perfecta. Le ponen mucho amor a las cosas, y se nota”. Pero también reflexiona acerca de los cambios en el mercado, que se ha abierto a propuestas más arriesgadas. “Yo creo que en los últimos años el cómic se ha convertido en un medio más abierto. La gente no tiene tantos prejuicios y compra un cómic igual que compraría una novela, sin asociarlo a un género concreto”, dice la autora.
Aunque Medem mantenga una actitud modesta, lo cierto es que su capacidad de trabajo también ha sido decisiva. “En estos años he trabajado mucho, pero no tanto para España. A pesar de eso, puede que mi trabajo se haya ido conociendo más”, reconoce. “Y también creo que la exposición del CCCB, Constel·lació gràfica, ha ayudado mucho al cómic en general y a mi trabajo en concreto. Ha ido a verla mucha gente que no era lectora de cómic y ese ha sido su primer contacto”.
En sus primeros días en las librerías, Por culpa de una flor está funcionando bien, y Medem está realizando actos promocionales por toda España. El primero, la presentación del libro en Sevilla junto a la escritora Elisa Victoria. Para la autora, ahora es momento de tomarse un descanso. “No voy a hacer un cómic tan largo en un tiempo. Quiero hacer cosas más cortas, porque las obras yo tengo que hacerlas con ganas y con cariño. Si no, es imposible que me salga algo como Por culpa de una flor. Me apetece estar más tranquila, participar en fanzines, probar cosas, encontrar nuevas soluciones gráficas”. Sin duda, tarde o temprano empezará otra nueva aventura en forma de libro, pero, por el momento, toca disfrutar de los frutos del trabajo realizado.