Pero la Academia no emitió un comunicado y el viernes compartió las declaraciones de uno de los académicos 'sin tilde', Salvador Gutiérrez. Que dijo que nada había cambiado. 

“Es optativo tildar el adverbio 'solo' en contextos donde, a juicio del que escribe, su uso entrañe riesgo de ambigüedad”. Esta es la nueva explicación que aparecerá en la próxima edición del Diccionario Panhispánico de Dudas. Es un cambio sustancial porque deja a gusto del que escribe ponerle la tilde o no, aunque en la misma norma se advierte que es “obligatorio escribir sin tilde el adverbio solo”. La RAE explicó a este periódico que lo que se había aprobado en el pleno era “un cambio de redacción”. Esto no aclaraba si era un cambio en la norma, a pesar de que los académicos defensores de la tilde habían cantado victoria.

Esta comunicación atemperada provocó el desaire en redes sociales del académico Arturo Pérez-Reverte, que anunció guerra para la semana siguiente. A juicio del antiguo periodista, la dirección que había decidido tomar Salvador Gutiérrez era una afrenta que debía ser resarcida. Según el, se estaba proporcionando “información sesgada e inexacta” sobre el cambio de criterio. Y en un tuit envalentonado vaticinó un jueves “tormentoso". Así que después de hacer arder las redes académicas obligó al director de la RAE, Santiago Muñoz Machado, a ofrecer unas declaraciones al finalizar el pleno académico para aclarar todo este jaleo. Algo completamente inusual en la apacible vida de los guardianes de la lengua. Además, según se ha sabido, Perez-Reverte trajo un texto al pleno con su parecer sobre la polémica, que compartió con sus compañeros. Según fuentes del grupo académico, el pleno no ha sido pacífico, pero tampoco especialmente polémico. “Simplemente académicos expresándose en libertad”, dice uno de ellos.

 “Si alguien quiere saludar a Reverte, que aproveche”, ha dicho un guía a su grupo de turistas a la salida del Museo del Prado, de camino al bus. Un pelotón de japoneses trataba de cruzar otro de periodistas que esperan a la entrada de la Academia y ocupaban toda la acera. “¿Dónde están los políticos?”, pregunta una vecina al ver el revuelo. “No hay políticos, hay académicos”, contesta una compañera fotógrafa. Y la vecina sigue su camino poco satisfecha. En eso, antes de la comparecencia del director, abandonan la sede Soledad Puértolas y Carme Riera. Por un momento las académicas se encarnaron en protagonistas del papel couché… a la fuga de las cámaras de los paparazzi a la salida del Ramsés. Y sin declarar si la tormenta de Reverte se llevó por delante a Salvador Gutiérrez.

Con los periodistas reunidos en una sala de prensa improvisada, en un hall de la segunda planta, el director ha recibido a unos 60 periodistas, que no tenían muy claro qué estaban cubriendo una semana después de la noticia. ¿Una pelea? ¿Un cambio de redacción o de norma? ¿La nueva redacción altera la norma? ¿Qué tipo de fenómeno lingüístico tratamos de comprender? “No es una modificación de la regla, sino de la redacción. Pero es cierto que la interpretación puede modificar la norma”, ha tratado de aclarar Santiago Muñoz. Pero el intento se desmontaba según avanzaban sus aclaraciones. “Una cosa es la regla y otra es la interpretación”, ha dicho el jurista. “Las interpretaciones creativas alteran la norma. Ese es el juego”. El remate ha terminado por aclarar lo que ya se sospechaba: que la Academia se inhibe de la polémica. Y se ha marchado por las mismas escaleras. 

No obstante, otra fuentes del pleno han explicado a elDiario.es que si la interpretación altera la norma, la norma podría ser alterada en breve, un plazo tan breve como dos semanas, en el inminente Congreso internacional de la Lengua, que se celebra en Cádiz del 27 al 30 de marzo.

El director reconoce que ha vivido este caso “preocupado y divertido”. “Queremos silencio, no queremos debates públicos. Me preocupa que trasciendan los debates. Queremos actuar del modo más reservado. No podemos controlar las declaraciones y eso es preocupante”, ha dicho. Y quizá esa sea la única aclaración de este jueves. Esa y que “ahora los profesores no podrán penalizar a un alumno” si mete la tilde. No es falta de ortografía. 

Aquí la paradoja se multiplica: no es un cambio de norma pero no es una falta de ortografía. El misterio sigue sin resolverse y reconoce que en el enfrentamiento entre escritores y gramáticos todos creen haber ganado la batalla. De hecho, en el pleno de este jueves la sangre no ha llegado al río. Y tampoco hubo tormenta, sino unanimidad. Hoy todos los académicos han votado que es un cambio de redacción y no de norma. Además, las 22 academias lo han ratificado por vía telemática. “El pleno tormentoso no ha dado más de sí. Los que han querido han hablado con dureza pero cortés. Y hemos llegado a una conclusión pacífica. Hoy ha sido ratificado lo aprobado por consenso el jueves pasado”, ha aclarado el director de la RAE que también lamenta los problemas de comunicación cometidos la semana pasada.