Su actuación en el filme de Darren Aronofsky le situó desde entonces en todas las quinielas de la temporada de galardones y, Premio del Sindicato de Actores (SAG) y de la Crítica Cinematográfica mediante, parte como favorito para alzarse con el Oscar a Mejor actor protagonista el próximo domingo.

El culpable de su éxito es Charlie, el hombre con obesidad mórbida al que encarna en la cinta. Se trata de un profesor de literatura que imparte sus clases online, siempre con la cámara apagada porque no quiere que le vean. Apenas puede moverse, tiene dificultades para respirar, come de manera compulsiva, pero decide intentar luchar contra su enfermedad en un interno por reconectar con su hija y lograr la redención.

Para meterse en la piel del personaje que pesa 270 kilogramos, el actor se sometió a ocho horas diarias de transformación junto al especialista en efectos especiales de maquillaje Adrien Morot —nominado igualmente al Oscar—, que fue quien diseñó su maquillaje prostético. Más allá del traje, la dolorosa y emocionante interpretación de Fraser apabulla por su expresión facial. Y, en especial, la de sus profundos y aquí desoladores ojos azules.

"Charlie es alguien que navega en una balsa de arrepentimientos, pero en un mar de esperanza. Yo he estado en ese mar y he surfeado esa ola últimamente, ha sido poderoso y bueno. Pero esa ola me arrastró también directo a las profundidades del océano, me estrelló de cara hasta el fondo y me desperté en una playa extraña, en un mundo distinto, preguntándome dónde estoy ahora", pronunció al recibir el premio SAG en febrero.

Su conmovedor discurso culminó con un mensaje a todos los compañeros de profesión que, como él, estuvieran atravesando una época complicada: "Todos los actores que han pasado o estáis pasando por esto, quiero que sepáis, de verdad, que sé cómo os sentís. Pero creedme, si os mantenéis ahí y ponéis un pie delante del otro, llegaréis a donde necesitéis ir".

El intérprete recordó con cariño la anterior vez que subió a ese escenario, en 2004, cuando fue reconocido como Mejor actor de reparto por su trabajo en el filme Crash. En él encarnó a Rick Cabot, el fiscal del distrito de Los Ángeles que estaba casado con el personaje que inmortalizó Sandra Bullock. Ahora bien, ¿qué había sido del intérprete entre ambas citas? ¿Cuál fue esa ola que le arrastró hasta el fondo del océano?

Fraser nació en Indianápolis en 1968. Hijo de una consultora de ventas y un periodista, durante su infancia vivió en distintos territorios como Suiza, Países Bajos y Canadá. En sus visitas a Londres con su familia, asistió a obras de teatro y musicales en el West End. Se formó en el Upper Canada College y el Cornish College of the Arts de Seattle.

Su primer trabajo en el cine le llegó en Dogfight, en 1991, protagonizada por River Phoenix. Después estrenó títulos como School Ties en 1992 junto a Matt Damon y Ben Affleck, Airheads (1994) con Steve Buscemi y Adam Sandler, The Scout (1994) y Mrs. Winterbourne (1996). En 1997 dio un gran salto en cuanto a notoriedad con la comedia de aventuras George de la jungla, dirigida por Sam Weisman; una parodia de Tarzán que recaudó 174 millones de dólares.

Según reveló Fraser en una entrevista con Adam Sandler a finales del año pasado, la estricta dieta a la que tuvo que someterse en el rodaje del filme llegó a provocarle pérdidas de memoria. "Estaba totalmente depilado, me ponían aceite y tenía prohibido comer carbohidratos. De camino a casa compraba siempre algo de comida. Un día necesité tener dinero en efectivo porque no era capaz de recordar mi código pin. Mi cerebro estaba fallando. Esa noche no cené", recordó.

Dos años después fue el momento de La momia, coprotagonizada por Rachel Weisz, en la que interpretó al legionario Rick O'Connell. Papel que retomó en 2001 y 2008. Las dos primeras fueron un éxito en taquilla, logrando una recaudación de 416 y 433 millones de dólares, respectivamente, en todo el mundo. La tercera, pese a ser peor recibida por la crítica, reunió igualmente 401 millones de dólares.

Entre medias, el actor participó en otros títulos como Dioses y monstruos con Ian McKellen, Blast from the Past (1999) con Alicia Silverstone, Dudley Do-Right (1999) con Sarah Jessica Parker, la comedia Al diablo con el diablo (2000), The Quiet American (2002) con Michael Caine, la oscarizada Crash (2006) yThe Air I Breathe (2007) con Kevin Bacon, Sarah Michelle Gellar y Andy García. Tras la última entrega de La momia, el drama médico Extraordinary Measures (2010), en el que compartió protagonismo con Harrison Ford, A case of you (2013), Gimme Shelter (2013) y The Poison Rose (2019) son algunos de los largometrajes que siguieron ampliando una filmografía sin ya demasiada repercusión. Hasta que recibió la llamada de Aronofksy para protagonizar La ballena.

En lo que no se vio delante de las cámaras, Fraser vivió años muy duros a nivel de salud, tanto física como mental. El actor tuvo que pasar varias veces por quirófano para hacer frente a las numerosas lesiones que sufrió rodando escenas de riesgo. Entre ellas, contusiones, una costilla rota, traumatismos en las rodillas y problemas en las cuerdas vocales. Llevar durante tantos años sus músculos al extremo terminó pasándole factura. "En esa etapa no quería rechazar ningún proyecto, pues pensaba que tenía que trabajar sin parar para hacer frente a los gastos familiares", explicó en una entrevista con Entertainment Weekly.

En aquella conversación aseguró que había estado a punto de morir rodando La momia. "Tenía una soga alrededor de mi cuello y el especialista la tensó tanto que me quedé de puntillas", declaró, "solo recuerdo ver cómo la cámara empezaba a girar y un fundido a negro, como el final de una película muda. Fue como bajar el volumen del estéreo de tu casa. Casi me ahogo del todo. Fue aterrador".

A nivel personal, su divorcio con la actriz Afton Smith en 2007, tras nueve años de matrimonio y su respectivo conflicto, económico fue un golpe bajo. Sumado a la muerte de su madre y el episodio de abuso sexual que sufrió en 2003 y reveló en 2018, le sumieron en una profunda depresión. El actor hizo entonces público que Philip Berk, expresidente de la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood —responsable de los Globos de Oro—, abusó de él cuando todavía ostentaba el máximo cargo de poder de la institución. El incidente tuvo lugar en una comida de nominados de los galardones cuando el intérprete tenía 35 años.

"Su mano izquierda se extendió, me agarró la nalga, uno de sus dedos me tocó el perineo y empezó a moverlo", reveló a la revista GQ. "Entré en pánico, me sentí como si fuera un niño pequeño", dijo. Berk, por su parte, lo negó y escribió una carta disculpándose diciendo que no lo había hecho adrede. El actor afirmó que lo sucedido provocó que prácticamente desapareciera de los focos e reveló que desde aquel año dejó de estar invitado a los galardones. Dinámica que cambió este 2023, en el que fue nominado a los Globos de Oro por su brillante actuación en La ballena a Mejor actor de drama, que acabó recayendo en Austin Butler por Elvis. Eso sí, Fraser se negó a ir. "Mi madre no crio a un hipócrita. Podrán llamarme muchas cosas, pero eso no", declaró a la revista GQ.

El intérprete sí que estará el próximo domingo en la ceremonia de los premios Oscar, en la que compite con Austin Butler por Elvis, Colin Farrell por Almas en pena de Inisherin, Paul Mescal por Aftersun y Bill Nighy por Living. De vencer, su discurso está llamado a ser uno de los momentos más emocionantes de la gala. Pase lo que pase, está claro que este olvidado aventurero ya ha ganado el recuperar su hueco dentro de la industria de Hollywood.