Además, el propio reglamento creado por la Academia alerta de que estas coincidencias pueden ser posibles y que, si suceden, los interesados deben informar de ello o, si pueden ser candidatos de los mismos grupos que asesoran, deben ser cesados.
En cambio, dos de los siete grupos de trabajo establecidos para conformar los finalistas de los premios cuentan entre sus miembros con personas con relaciones directas con los nominados. En la comisión de lírica, Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real, sería uno de los casos y, el otro, María José Balañá, responsable de los teatros del Grupo Balañá, en la comisión de teatro musical. En ambos casos, las obras que entraban en colisión de intereses, ya que habían sido producidas o estrenadas en sus teatros, acabaron ganando el premio.
El grupo de trabajo de cinco personas y una coordinadora que otorgó las nominaciones a los premios líricos —encargados de otorgar tres categorías en total— incluye a Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real. El premio al Mejor espectáculo de lírica recayó en la producción del Teatro Real El ángel de fuego, de Sergéi Prokofiev. Además, los premios de Mejor intérprete femenina otorgado a Saioa Hernández, y masculina, a Jorge de León, lo recibieron por producciones del Teatro Real: Nabucco y Aida de Verdi, respectivamente. El ángel de fuego es una exitosa producción que el Real estrenó en España con 10 funciones en marzo de 2022 y que consiguió tres premios Ópera XXI el pasado mes de diciembre.
La terna nominada a Mejor espectáculo de lírica estaba formada, además de por la obra ganadora, por una del Liceu de Barcelona y otra del Teatro Real en coproducción con la Ópera de Fráncfort, Juana de Arco en la hoguera, con dirección de escena de Àlex Ollé.
Por parte de otros grupos de trabajo, el Teatro Real también obtuvo nominaciones a Mejor iluminación a Juan Gómez Cornejo por El abrecartas y Mejor intérprete masculino de lírica a Xabier Anduaga por La sonnambula e I puritani.
Tras las preguntas de este diario a la Academia para aclarar esta circunstancia, la institución ha explicado que de los seis miembros del grupo de lírica, tres de ellos (el propio Joan Matabosch, el crítico y periodista vasco Juan Ángel Vela del Campo y el crítico gallego Arturo Reverter) tenían como función el “proponer todos aquellos espectáculos y artistas que consideraban merecedores de formar parte de las listas de candidatos por su calidad artística" pero que "la decisión final de las nominaciones ha recaído exclusivamente sobre los académicos Pilar Jurado, Carlos Álvarez y Ricardo Gassent, que firman el acta”.
La Academia de las Artes Escénicas ha regulado sus premios con un reglamento. En el artículo siete se especifica el funcionamiento de los grupos de trabajo. Afirma que “en el caso en que algún/a miembro o asesor/a de algún grupo de trabajo fuera considerado como posible candidato o candidata dentro de ese mismo grupo de trabajo, deberá cesar de manera inmediata en su cometido, presentando su dimisión o, subsidiariamente, será cesado/a por la Junta Directiva”. Podría ser el caso de un premio al Teatro Real sugerido por un grupo en el que está integrado su director artístico. Pero este extremo no ha tenido lugar en la comisión de lírica, donde el director artístico del Teatro Real ha ejercido funciones de asesor del jurado y, a la vez, ha optado a recibir premios de diferentes producciones del Teatro Real. De hecho, para recoger el premio al mejor espectáculo lírico, subió el propio Matabosch a recogerlo al escenario, acompañado del director general, Ignacio García-Belenguer Laita y uno de los directores generales, Borja Ezcurra.
El Teatro Real ha indicado a elDiario.es que Joan Matabosch nunca votó los finalistas, como ya ha especificado la Academia. Pero sí ha señalado que su colaboración con los premios fue como asesor y como experto, no como director del Teatro Real. Por otro lado, esta institución operística ha indicado que Matabosch no fue informado de que pudiera estar contraviniendo las bases de los premios. “Su voluntad ha sido siempre la de ayudar. Se dedicó a hablar con otros teatros para recoger información sobre los trabajos que el sector creía más importantes. Es más, intentó que se pudiesen incluir trabajos más pequeños pero la Academia le trasladó que solo podían recogerse trabajos con más de seis funciones, haciendo que solo pudiesen entrar trabajos del Teatro Real y del Liceu de Barcelona”, afirma un portavoz del Teatro Real. Esta misma fuente ha insistido en que “tendrá que ser la Academia quien responda” respecto a cualquier anomalía en las bases de los premios.
Por otro lado, en la comisión de teatro musical también se ha detectado un presunto conflicto de intereses. Este grupo de trabajo estuvo coordinado por el académico Eduardo Vasco e integrado por la empresaria María José Balañá, el productor Carlos López, el actor José María Pou, el periodista Julio Bravo y el director Ginés Alberto Sánchez Costa. La empresaria teatral es responsable de los escenarios del Grupo Balañá, que estrenó en su Teatro Tívoli el musical Cantando bajo la lluvia. Esta obra ha sido incluida en la terna finalista de las cuatro categorías dedicadas a esta disciplina. Además, se llevó el premio a la Mejor actriz de teatro musical que recayó en Mireia Portas. El Grupo Balañá es una de las empresas de entretenimiento más fuertes del país. Gestiona varios cines en la ciudad condal, así como los teatros Borràs, Capitol, Coliseum y Tívoli. Cantando bajo la lluvia supuso uno de los grandes éxitos en la Barcelona postpandémica cuando se estrenó abriendo la temporada en el año 2021.
No obstante, el reglamento de los premios indica que “tanto los miembros de los Grupos de Trabajo como los asesores profesionales a los mismos adscritos tienen la obligación de poner de manifiesto cualquier vinculación que tengan con los y las candidatas propuestos, ya sea por haber participado en el espectáculo, por amistad o enemistad, parentesco, interés económico, profesional o empresarial, o cualquier circunstancia que pueda afectar a su objetividad”. Según esta norma, María José Balañá debería haber puesto en conocimiento de la Academia su vinculación con las candidaturas de Cantando bajo la lluvia. Este periódico ha intentado ponerse en contacto con el Grupo Balañá pero no ha obtenido respuesta.
La Academia no ha aclarado a elDiario.es por qué invitó a Joan Matabosch a la comisión, ya que su presencia en ella contravenía las bases. Tampoco ha concedido la petición de este periódico de acceso a las actas del grupo de trabajo, aduciendo que se trata de documentos de una entidad privada y “tendrá que ser decidido en una reunión de la Junta si esas actas pueden ser públicas”. De igual manera, la vicepresidenta de Premios y Distinciones de la Academia, Pilar López Insausti, encargada de coordinar la elaboración de los reglamentos de los premios, no ha contestado a la llamada de este diario.
El sistema diseñado por la Academia de las Artes Escénicas, diferente al que utiliza la Academia del Cine para los Goya, donde todos los académicos votan en todas las categorías, no hay asesores que simplifiquen las nominaciones. También es cierto que es difícil comparar el cine con el teatro. Los académicos cinematográficos disponen de plataformas digitales para poder ver todas las películas. En cambio, para apreciar bien una obra de teatro, hay que desplazarse e ir a verla. No obstante, las compañías pueden disponer de grabaciones en vídeo de las funciones, aunque evidentemente no es lo mismo.
Fernando Cerón, exsubdirector del Instituto Nacional de Artes Escénicas y de la Música, estima que encontrar jurados y comisiones para dilucidar los premios en un sector como el escénico es bastante complicado. “Está muy vinculadas la producción, la exhibición y las asociaciones que entregan los premios. Es muy difícil encontrar independencia, más allá del mundo periodístico”, señala. “Desde el propio Ministerio de Cultura, que damos ayudas y estamos vinculados a muchos proyectos, hasta las propias asociaciones… la independencia absoluta es muy complicada”, afirma el actual consejero técnico de la Dirección General de Industrias Culturales del Ministerio de Cultura.
Cerón aporta que puede haber otros elementos asesores. “El otro gran olvidado es el público que siempre se le deja de lado y es realmente el único independiente”, razona. El técnico señala que el diseño por el que ha optado la Academia y la redacción de sus bases puede ser una fuente de conflictos. “Los reglamentos de los premios Talía dificultan todo mucho, incluso especifican que no puede haber ni vínculos de amistad o enemistad… Este mundo es muy pequeño”, apunta. Y, sobre el caso de los premios al Teatro Real, afirma que “si quieres grandes expertos en una materia como la lírica no puedes tener esos reglamentos. Los reglamentos tienen que ser laxos, hay que contar con la sensatez y la honestidad de quien lo está haciendo, si no es imposible. Sin confianza no se puede avanzar”, opina.
Los premios Talía nacieron acompañados de críticas en el sector por la desigualdad de género y territorio de sus finalistas. En esas mismas bases la Academia afirma que “se procurará especialmente que en la conformación de los grupos de trabajo y de sus asesores profesionales esté representada correctamente la diversidad territorial española”. Pero nada se dice de la paridad. Una desigualdad de género patente, por ejemplo, en la mencionada comisión de lírica que está conformada por cinco hombres y coordinada por una mujer, la expresidenta de la SGAE Pilar Jurado.
Si la paridad en los finalistas de los premios, como informó este periódico, no llegaba al 17%, en los grupos de trabajo tan solo el 32% estaba compuesto por mujeres de entre la cincuentena de profesionales seleccionados por la Academia.
Esta edición de los Talía ha estado muy enfocada al teatro madrileño. Se apuntaba en las nominaciones y la gala lo corroboró. Los premios otorgados al teatro fueron en su totalidad entregados a espectáculos de Madrid, así como aquellos llamados transversales (iluminación, vestuario, escenografía) donde podían optar las otras disciplinas presentes como el teatro musical, la lírica, la danza y el circo. Cataluña y Andalucía solo estuvieron presentes en los premios otorgados al teatro musical, el circo y la danza. El resto de España estuvo ausente. Y en la sección de los premios otorgados a la lírica, los tres fueron a parar a producciones del Teatro Real, también sito en Madrid. En total, el 73% de los premios recayeron en producciones madrileñas.
La gala se celebró en la capital de España y así volverá a suceder el próximo año, ya que Guillén Cuervo anunció, en el último minuto del evento en el Teatro Español, que en 2024 los premios se entregarían en el Teatro Real.