En septiembre, el actor británico Stephen Fry, quien grabó en formato audiolibro todos los volúmenes de Harry Potter, anunció que ese material se había usado para entrenar a una IA a recrear su voz, sin su permiso.
Actuar al margen de los derechos sobre la propia imagen pero también de la propiedad intelectual es una de las tensiones en el ámbito del desarrollo de la IA y que puede cruzar los límites legales. También en septiembre, escritores como George R. R. Martin (Canción de hielo y fuego, las novelas que se convirtieron en la serie Juego de tronos), John Grisham y Michael Connelly, entre otros, han dado un paso más allá de la denuncia pública y han interpuesto una demanda judicial contra la empresa desarrolladora de ChatGPT, OpenIA, por una posible vulneración de sus derechos de autor. Estos autores lo han denominado “robo sistemático”.
En Hollywood, uno de los puntos de negociación de los guionistas que han estado 146 días en huelga, es la protección de su trabajo ante la IA. El acuerdo, firmado el pasado 27 de septiembre, determina que será el sindicato el que autorice qué materiales pueden ser empleados o no para entrenar y desarrollar softwares de IA. Además, los guionistas consiguieron otra serie de garantías en relación a estas tecnologías. Entre ellas, ninguna Inteligencia Artificial podrá escribir o reescribir material literario, y que el que sea generado por esta no sea considerado como 'material original'. Por otro lado, si los guionistas quieren usar una IA, podrán hacerlo siempre y cuando las empresas lo consientan. Por su parte, los estudios no podrán obligar a los escritores de guiones a usar IA y, cuando se utilice, tendrán que advertir a los trabajadores que dentro de que a su vez no podrán obligarles a ello. Los estudios tendrán que avisar a los trabajadores en el caso de que los textos sobre los que estén trabajando hayan sido generados por IA.