La propia dibujante reconoce que para ella también es un libro especial, en entrevista con este medio. “Creo que es un cómic con el que me he aceptado y me he encontrado como autora”, explica. “Lo he hecho exactamente como yo quería. En otros momentos sí que he podido sentir que estaba en una búsqueda, y las cosas podían salir de manera diferente a como esperaba. Pero Planeta es justo como me lo imaginaba. La narrativa, el color, el diseño… He conseguido hacer lo que tenía en mi mente, y me siento mucho más yo”, añade.
El cómic plantea dos realidades paralelas: en una, An3y Val3 viven en un módulo en medio de un paraje extraterrestre y desolado, tras el colapso de la Tierra; en otra, Valentina vive feliz en una cabaña en medio del bosque, y conoce a Ane, de la que se enamora. “Es una historia que tenía en la cabeza desde hacía años, que originalmente era más sencilla, de hecho pensaba en ella como un fanzine”, comenta Oncina. “Pero con el tiempo se fue complicando. Y en ese momento yo no había hecho ninguna historia con principio y final, venía del humor de gags de Croqueta y Empanadilla, y lo veía como un salto muy grande. Así que lo dejé parado. Pero, tras hacer Just Friends, me sentía más cómoda para hacer esta historia”.
La historia gira en torno a la relación enigmática entre las dos realidades, sin que sepamos “qué es real y qué no” pero, durante el proceso creativo, evolucionó de una manera orgánica. “Al principio me interesaba explorar la añoranza de la protagonista hacia algo que nunca ha tenido ni vivido, que la hace infeliz, pero sin saber por qué”, comenta Ana Oncina. “A veces la cabeza es tan abstracta… Lo tienes todo a tu alcance, pero no es suficiente, y eso repercute en la pareja que tienes al lado, que lo intenta todo para que seas feliz pero que no lo consigue”. Sin embargo, inevitablemente aparecen cuestiones de actualidad, que copan el debate público. “Me interesaba el mensaje ecológico, esa añoranza del bosque y la naturaleza, pero ha habido cosas de las que no he sido para nada consciente mientras trabajaba en la historia, por ejemplo, la influencia de la pandemia, pero también el tema de la inteligencia artificial”, reconoce la autora.
Sin embargo, en Planeta acabó teniendo mucho peso la salud mental, “supongo que porque en mi vida, como en la de todos, ha ganado protagonismo en los últimos años”, explica Oncina. “Me apetecía mucho tratar una pareja en la que una de ellas sufre de problemas de salud mental, mientras la otra es la que lleva más el peso, la apoya y está ahí, que lo intenta todo para que sea feliz pero que no lo logra”, prosigue. Esto llevó a la autora a un final con un giro clave, ejecutado con tal maestría que sorprende y, al mismo tiempo, resulta muy coherente con el resto de la historia. “El final era muy importante para mí —asegura—, y me ha costado mucho porque, cuando estás dibujando tanto tiempo a un personaje y sabes lo que le va a pasar, te da mucha pena”. Oncina reconoce que se preocupa especialmente de que sus relatos se entiendan, para lo cual es fundamental cuidar el ritmo, “que la historia no se acelere, que haya pausas”. “En Planeta he puesto un mimo especial —añade—, porque no podía dejar que se entreviese nada. Si sabes lo que está pasando, pierde toda la gracia. Quería que ese giro fuera un shock”.
Parte de la tradición más reflexiva y poética de la ciencia ficción —“ Me interesa el ambiente de desasosiego que genera”, dice Oncina—, Planeta no tiene referentes muy obvios. “Cuando lo estaba haciendo, revisité mucho los cómics de Moebius, de quien me interesa mucho su imaginario”, explica. “Hay gente que me ha dicho que parece un capítulo de Black Mirror, pero hace muchos años que vi la serie. También ha habido novelas como Solaris que me han dejado mucho poso, pero no son lecturas recientes; no sé si puede haber algo de ellas en Planeta”.
A vueltas con el manga
Planeta aparece bajo el sello de manga de la editorial Planeta, donde también se publica la revista Planeta Manga, en la que Oncina ha colaborado. Más allá del debate sobre si puede hablarse de manga para denominar cómics hechos fuera de Japón, la dibujante comenta su relación con él. “Yo vengo de leer mucho manga, pero cuando estaba en la universidad pasé a leer también mucho cómic americano y europeo, línea clara, sobre todo. Soy un híbrido”, asegura. “Ha habido momentos en los que me estaba encontrando como autora. Supongo que con Croqueta y Empanadilla estaba aprendiendo; con Just Friends volví al manga, que siempre había estado ahí. Y ahora, tras años de estar dibujando diariamente, ha salido Planeta”, afirma Oncina.
Esta nueva obra no es un manga de Ana Oncina, sino el cómic que la autora, con todos sus referentes, quiere hacer. “Cuando surgió la posibilidad de hacer un segundo libro con Planeta Cómic tras Just Friends, me propusieron seguir en esa línea de manga, pero yo no lo veía, porque esta historia viene de muy atrás, y yo no me la imaginaba así, con sentido de lectura oriental. Lo tenía muy claro”, desarrolla Oncina.
Otra diferencia con los mangas: el color. “Me gustan los cómics muy limpios, con colores planos, como los de Chris Ware o Bianca Bagnarelli, me flipan sus obras. Me encanta cómo narran y cómo tratan la cotidianidad”, explica. Sin embargo, Planeta “al principio iba a ser en blanco y negro —reconoce—, pero quería que uno de los mundos fuera cálido, que te quisieras quedar en él, mientras que el otro fuera frío e incómodo. Y ahí decidí hacer una prueba con el color. Y mi editora me dijo que lo hiciera así sin dudarlo. Creo que aporta mucho emocionalmente a la lectura”.
El gran éxito de su serie más conocida, con numerosas ediciones, a veces puede eclipsar el resto de la obra de Ana Oncina. “Sigue tirando mucho. Si voy a un evento, suelo firmar más ejemplares de este que de la novedad más reciente”, afirma. “Te hace ilusión pero al mismo tiempo duele un poco, porque cuesta mucho hacer estos proyectos, y siempre hay dudas e inseguridades frente a la percepción del público”.
Cuando una obra como Croqueta y Empanadilla obtiene tanto éxito, siempre hay gente que puede subestimar a su autora, y pensar que es un producto puramente comercial. Sin embargo, Oncina afirma que nunca le ha dado demasiado importancia a esto. “Quizás por el tipo de personajes que hago en Croqueta y Empanadilla, pueden pensar que va orientado a un público muy concreto, sin darle una oportunidad”, analiza. “Pero me siento muy afortunada porque, aunque es cierto que ha habido momentos en los que me he podido sentir un poco fuera de lugar dentro del mundo del cómic, siempre he tenido buena acogida por parte del sector, del público y de las editoriales, que me han dado mucha libertad. Siempre he hecho lo que quería hacer en cada momento”.
Aunque la dibujante comenta que se está encontrando con gente que le dirige elogios por Planeta que nunca antes le había hecho, afirma que seguirá mucho tiempo con la serie, que actualmente realiza en su Patreon. “Croqueta y Empanadilla es muy importante para mí y es algo que me sale con cierta facilidad. Un proyecto como Planeta es un reto y un salto. Pero entiendo que hay gente a la que le llegue y gente a la que no”.
Oncina también reconoce que no siempre es fácil conciliar sus inquietudes con las demandas de su público. “Hay momentos en los que quieres hacer cosas distintas, pero quieres responder también a la gente que te sigue y que quiere que sigas con lo mismo. A veces es complicado, pero creo que ahora mismo estoy en un momento muy bueno, y he podido encontrar la forma de hacer ambas cosas”, explica la dibujante de Planeta.
De cara al futuro, la autora tiene muchos planes. “Tengo dos ideas en la cabeza para nuevos cómics, y seguramente haya cambios en la próxima obra. Es probable que vuelva a hacer algo de Croqueta y Empanadilla, porque no saco un libro de la serie desde 2017, o vuelva a algo que me cueste menos. Pero después seguro que hago alguna ‘volada’ que tengo por ahí escrita. Ya se verá”, concluye Ana Oncina.