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El máster de guion de Mediapro "presiona" a sus alumnos para ceder sus obras: "Pagas 9.000 euros sin tener la propiedad de tus ideas"

El precio es de 9.000 euros; y varios de sus alumnos se han quejado de la “presión” recibida para firmar un documento que autoriza al máster a “la comercialización de sus obras”. “Estás pagando casi 9.000 euros sin tener la propiedad de tus ideas”, dice de forma tajante.

Juan se matriculó el pasado verano y continúa dando clase pero, como el resto de sus compañeros –tanto de la suya como las promociones anteriores–, supo de la existencia de este aparente requisito cuando ya estaba inscrito. En concreto, el pasado 27 de julio. Entonces ya había abonado la mitad del importe del máster, 4.550 euros. El segundo aviso llegó el 15 de septiembre, tres días antes de comenzar. Ahí ya habían procedido al pago final.

“Fui muy inocente”, lamenta a este periódico, “me pareció extraño porque había hecho otros cursos de guion y nunca me habían pedido los derechos. Pero estando en una institución reputada como la ESCAC y Mediapro, pensé que no habría problema”. Desde el sindicato de guionistas ALMA han alertado de la anomalía de esta práctica. “Hay 50 másteres de guion en España y en ninguno hay que firmar nada”, asegura a este medio Carlos Molinero, presidente del sindicato, que lleva desde mediados de abril denunciándolo por redes sociales. “Y aún menos en los que se cedan unos derechos a priori, sobre algo antes de que se haya escrito”, añade.

Este título tiene en ambos centros una duración de un año académico compuesto de 360 horas lectivas y 100 horas de prácticas “obligatorias y garantizadas” en series y programas de las empresas del Grupo Mediapro. Desde ESCAC afirman a elDiario.es que los aspirantes a entrar al máster reciben, “antes de hacer ningún tipo de pago” una carta “con todas las condiciones”, siendo una de estas “la cesión de los derechos” de sus proyectos a la productora si quieren optar a “ir al pitch final con todas las empresas de Mediapro”. Juan, el alumno consultado por este periódico y que está cursando actualmente el título en la sede catalana contradice su versión: recibió la información cuando “ya había pagado la mitad”.

Un 'no' con consecuencias

El choque con la realidad para Juan llegó cuando, iniciadas las clases, hubo tres compañeras que mostraron “muchas dudas” sobre si firmar o no el documento. La coordinadora “no sabía qué responder” y la solución propuesta por la escuela fue una videollamada con la directora del máster, Irene Ortega, con toda la clase. “Fue un tono amenazante”, recuerda sobre la conversación, “sus argumentos eran que al estar los proyectos tutorizados por profesionales, también pertenecerían a ellos. Y que como ellos trabajaban para Mediapro, serían de Mediapro”. Lo siguiente fue aclarar las consecuencias que tendría para ellas no aceptar estas condiciones: “Si no firmaban, no podrían ser evaluadas como el resto. Además, al hacer grupos, no podríamos mezclarnos con los demás, como si fuésemos 'o muggles o magos'”. Por “presión”, firmaron.

Si no firmaban, no podrían ser evaluadas como el resto. Además, al hacer grupos, no podríamos mezclarnos con los demás, como si fuésemos 'o muggles o magos'

Uno de los alumnos del máster

María (nombre ficticio) se vio en la misma tesitura. De entrada no le dio importancia, aunque posteriormente sí. Ella está estudiando en Madrid, y también, tras haber dado la primera señal del pago, recibió el documento de cesión de derechos intelectuales de los proyectos y de imagen. “Me fie de lo que me dijeron, que era un mero trámite para proteger nuestros intereses respecto al trabajo que realizáramos”, cuenta a elDiario.es. “Desde la dirección se mostraron muy ofendidos por nuestras dudas sobre cómo podíamos pensar que era para quitarnos la propiedad intelectual”, aporta.

Una vez arrancó el curso, en su clase hubo otras tres personas que se negaron a firmar. “Con ellas hubo coacción, se les medio amenazó. Les dijeron que no era obligatorio pero que si no firmaban no iban a poder 'pitchear' a los directivos”, expone. También acabaron firmando. Entre sus compañeras está Cristina (nombre ficticio) que, un día después de que este diario se haya puesto en contacto con ambas, comparte que, de manera improvisada, la dirección citó a toda la clase para darles “una charla sobre lo que estaba pasando. Echando balones fuera”. “Lo hacen para que no digamos nada y se quede en algo interno”, lamenta. Este medio ha intentado ponerse en contacto con la Universidad Complutense de Madrid sin obtener respuesta.

El documento en cuestión, al que ha tenido acceso este medio, permite a los estudiantes autorizar o no a The Mediapro Studio a “comercializar las obras para la búsqueda de financiación de terceros”. La compañía se ampara en esta “potestad de decidir”, en respuesta a elDiario.es, para defender que “la cesión de derechos es voluntaria y sólo aplica si el/la estudiante ha dado su autorización para ello”. Postura ante lo que Juan responde: “¿Cómo va a ser una cesión voluntaria si el hecho de no firmarla hará que no te evalúen igual que a tus compañeros y que no puedas hacer trabajos con ellos?”.

Cesión “en exclusiva y gratuita”

En caso de autorizarla, el acuerdo señala que si alguna de las obras fuera seleccionada por The Mediapro Studio para continuar su desarrollo, la productora “ofrecerá al estudiante la posibilidad de participar” en el proceso, aunque nunca lo aseguran, durante “un periodo de un año o, en su defecto, el que considere necesario a la vista de las características” de los proyectos. Si las obras son “adaptadas, transformadas y/o incorporadas a una obra audiovisual”, el compromiso de la productora será de “hacer sus mejores esfuerzos” para que el alumno “participe en el desarrollo y/o producción, según corresponda, y negociará de buena fe” sus “condiciones de participación”. Además, la autorización implica “ceder con carácter de exclusiva los derechos de explotación”.

The Mediapro Studio afirma a este periódico que “siempre” que la productora “ha decidido no avanzar con un desarrollo, los derechos se han revertido sin más obligaciones”. Sin embargo, el documento que deben firmar los alumnos y al que ha tenido acceso este diario indica que, además de que cuentan con un “plazo de tres años” desde que finaliza el máster para lograr “un encargo de desarrollo o producción basado en las obras”; el estudiante “podrá recuperar los derechos” sobre estas para “su posterior cesión a terceros, mediante el reembolso de las cantidades invertidas por The Mediapro Studio en el desarrollo de las mismas hasta la fecha, cuyo abono se efectuará al inicio del rodaje del proyecto”.

En tal caso, el acuerdo estipula que la productora “tendrá derecho a percibir un título de crédito de 'desarrollado en colaboración con The Mediapro Studio'” en la correspondiente obra.

“Fuimos reprendidos con chantaje emocional”

El máster está actualmente impartiendo su sexta edición, pero esta no es la primera en rebelarse contra estas presiones. Ismael Gil Candal estudió la titulación en Madrid en 2022. Los citados papeles les fueron entregados en los primeros días de clase. “Pensamos que aquello no venía en el menú”, recuerda a elDiario.es sobre lo que sintieron al recibir el documento. Tampoco quisieron firmarlo. Sus condiciones eran aún más estrictas ya que, según contempla el documento al que ha tenido acceso a elDiario.es, estipulaba: “Todos los derechos de explotación sobre todas las obras” desarrolladas durante la “realización y participación” en la titulación “serán cedidos en exclusiva en totalidad” a la productora.

“The Mediapro Studio podrá proceder libremente al desarrollo, producción o transformación de las obras”, añadía el texto, en el que la compañía señalaba que en caso de conseguir “comercializarlas”, haría “sus mejores esfuerzos” para conseguir la posterior participación de los alumnos, cuyas condiciones “negociará de primera fe”. De “no llegar a un acuerdo”, la empresa “no tendrá más obligaciones respecto al alumno, ni éste tendrá participación alguna en los ingresos de explotación” de la obra. Es decir, nada aseguraría la participación de los alumnos en sus propios proyectos en caso de suscitar el interés de la propia compañía o alguna otra. Coyuntura en la que no se ha visto ningún estudiante ya que, según declara The Mediapro Studio, “ningún proyecto ha salido adelante”.

“Te prometen el oro y el moro, a cambio de una proyección laboral de quedarte con tus ideas, porque dicen que van a poder distribuirlas mejor que tú”, critica Ismael Gil Candal. La reacción a sus quejas por parte de la dirección fue llevar a la abogada de la compañía a clase. “Nos dijo que no había ningún problema legal. Nos dejaba entrever que este era un procedimiento normal en las enseñanzas artísticas. Yo he estudiado teatro y todos los proyectos siempre me pertenecieron. Fueron momentos muy tensos. Nos amenazaron con echarnos”. El exalumno condena que usaron “un factor emocional que juega con tu desprotección, de aceptar todo si esa es la forma de entrar en el sector”.

Te prometen el oro y el moro, a cambio de una proyección laboral de quedarte con tus ideas, porque dicen que van a poder distribuirlas mejor que tú

Ismael Gil Candal — Alumno del máster

“Fuimos reprendidos con chantaje emocional”, asegura. Todos firmaron. Incluido su compañero José, que fue otro de los que se opuso en primera instancia. “Lo hacen porque esta industria es muy pequeña. Este sector trata mucho con amiguismos. Ven que hay mucha demanda y se aprovechan”, valora ante elDiario.es. Sara Fischel contó con otro factor condicionante, haberse trasladado a Madrid desde otro país. Una vez en España, y abonado el importe, no había vuelta atrás. “¿Qué íbamos a hacer? Todos habíamos pagado. Ya había hecho mi viaje. Lo más que podemos es advertir a otras personas de que tengan cuidado. Mi sensación de esta empresa es que pagamos 8.000 euros -precio del master en 2022- y vienen a ver qué agarran”.

Unos términos “desequilibrados”

“Si no llega a ser por ALMA no hubiéramos entendido qué pasa”, comenta con elDiario.es María, entre clase y clase. Fue el pasado mes de abril cuando el sindicato hizo saltar la alarma sobre esta situación con un comunicado en redes sociales. En su texto aclararon que siempre que “una alumna escribe un guion de un largometraje, el dossier o la biblia de una serie, aunque sea dentro del máster, es la autora y dueña de esos derechos hasta que los ceda en un contrato. Y a cambio de esa cesión siempre merece una remuneración”. Su presidente Carlos Molinero explica que fue hace dos años cuando descubrieron el citado papel que entregaban a los alumnos en la titulación.

Su respuesta fue pedir reunirse con la dirección del mismo, pero no fue hasta el pasado mes de junio cuando finalmente lograron “hablar” con The Mediapro Studio. Les indicaron que iban a modificar que, a partir de este curso, la cesión fuera “voluntaria” –de ahí la diferencia entre las dos versiones del texto a las que ha tenido este periódico y han sido descritas en el artículo–. “Sigue siendo excesivo. Los términos del contrato están desequilibrados. Aunque sea voluntario sigue sin tener sentido cuando estás pagando para formarte”, añade, “y más si después de dos semanas, presionas a quienes no hayan querido firmarlo”.

“Nadie quiere empezar su carrera siendo quien le ha dicho a Mediapro: 'Esto es injusto'”, afirma. También valora que, pese a que la productora se compromete a devolver los derechos de las obras si en un plazo de cinco años no logra sacarlas adelante, “están devolviendo los derechos a alguien a quien no se los tenían que haber cogido. Si durante el curso les interesa la obra, deberían hacerles el contrato de desarrollo como harían con cualquier guionista de la calle”.

Nadie quiere empezar su carrera siendo quien le ha dicho a Mediapro: "Esto es injusto"

Carlos Molinero — Presidente del sindicato ALMA

Carlos Molinero entiende el “disgusto” de los alumnos porque este acuerdo les imposibilita poder presentar estos proyectos a subvenciones, concursos ni laboratorios durante estos periodos ya que “no tiene los derechos”. “Cuando salió el hilo de ALMA hubo un silencio sepulcral”, cuenta Juan que reconoce que “si lo hubiera sabido, no hubiera hecho este máster ni en broma”.

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