Dice que esto le viene porque de pequeña, cuando vivía en el Líbano, su contacto con las películas no era verlas, sino leerlas. Compraba una revista local en la que venían partes de películas transcritas, ella las leía y se imaginaba cómo serían las escenas. “Cuando me marché a Francia a estudiar y vi las primeras películas en los cines me decepcioné porque me imaginaba cosas totalmente diferentes”, recuerda Naous. Esa capacidad de imaginar y reinventar historias a partir de palabras marcó el inicio de una carrera dedicada al cine y la narrativa.
Para esta guionista de madre palestina y padre libanés “todo es política”, incluso las “palabras que elegimos usar”. Esta filosofía permea cada una de sus obras, el ejemplo más reciente es el guion de Bye Bye Tiberias, un documental dirigido por la palestina Lina Soualem que fue la película candidata para representar a Palestina en los últimos premios Oscar. La obra es un profundo viaje a través del tiempo en el que la directora revisa las vivencias que marcaron a cuatro generaciones de mujeres palestinas de su familia.
Durante esta entrevista, posterior a un coloquio en Casa Árabe de Madrid en el que participó para presentar este filme al público español en noviembre, reflexionó sobre la importancia de dar identidad y contexto humano a los conflictos. Es lo que hizo al escribir el guion de Bye Bye Tiberias y considera que es lo que se debería hacer a la hora de abordar la actual guerra en Gaza. “Tenemos que conocer la historia de los palestinos, están en peligro de ser completamente erradicados, es muy importante contar historias íntimas. La gente reacciona y empatiza con los detalles más personales para entender la situación”.
La guionista Nadine Naous (i) y la directora Lina Soualem revisan una escena durante el rodaje de 'Bye bye Tiberias'La cineasta asegura que uno de sus principales retos es lograr que el mundo se identifique con los personajes que crea. “Cuando leo sobre los palestinos fallecidos por la guerra, se refieren siempre a números, como si estos 45.000 muertos no fueran seres humanos y no tuvieran deseos o sueños. Es como deshumanizar completamente a los palestinos”, condena Naous.
El impacto de los conflictos en su región de origen va más allá de su trabajo. Como hija de madre palestina y nacida en el Líbano, la situación actual en Gaza y la invasión israelí al sur del Líbano la afectan profundamente. Este otoño, tras intensificarse los bombardeos en su país natal, Naous tomó la difícil decisión de trasladar a sus padres a París, ciudad donde ella reside actualmente. “Tuve que hacerlo cuando empezaron los bombardeos de Israel, tenía miedo de que les pasara algo”, relata con impotencia. Aunque ahora sus padres están a salvo, el dolor y la preocupación persisten.
Yo estoy contigo ahora pero parte de mi mente está en Líbano y en Gaza. Sientes que el mundo alrededor tuyo sigue normal, pero tú no eres normal y lo que pasa en el lugar donde vive tu familia no es normal
El impacto emocional de estas crisis también se refleja en su salud mental. “Al principio estás en shock y no puedes hacer nada. Es como si tu cerebro apagara la luz y estás disociado. Estás esquizofrénico cuando estás fuera y lejos de casa”, explica. Para ella, la sensación de desarraigo es constante. “Yo estoy contigo ahora pero parte de mi mente está en Líbano y en Gaza. Sientes que el mundo alrededor tuyo sigue normal, pero tú no eres normal y lo que pasa en el lugar donde vive tu familia no es normal. Es una sensación muy extraña y muy violenta”, continúa la guionista.
En medio de esta tormenta emocional y política, Naous encuentra en el arte una forma de resistencia. “Para mí hoy en día es importante cambiar las narrativas. Lo que llamamos guerra no se basa solo en destruir territorios. Es también una guerra cultural. Y es la guerra sobre la narrativa. Y la narrativa dominante es siempre la del opresor”. Reconoce que esta lucha por la narrativa es un esfuerzo titánico, especialmente cuando los sistemas de poder parecen perpetuar la deshumanización y la indiferencia. “¿Cómo podemos continuar en este mundo cuando vemos que la ley internacional es ignorada completamente? El asesinato es salvaje, es barbarismo. Y no hay empatía”, reflexiona.
Además de su activismo político, la libanesa también se compromete con el feminismo como una parte integral de su trabajo. “Esto no quiere decir que solo vaya a hacer historias de mujeres, sino que quiero tratarlas desde el punto de vista de las mujeres, es decir, ver, analizar y deconstruir un relato desde una posición feminista”, señala. Este enfoque también tiene raíces en su propia experiencia personal, en la que reconoce los desafíos que enfrentan las mujeres en el arte y la cultura. “Cuando eres mujer, y no especialmente en el mundo árabe, siempre tienes que demostrar más cosas. He descubierto que la sociedad occidental es muy patriarcal, lidiamos con un sistema patriarcal internacional”, lamenta.
Para mí hoy en día es importante cambiar las narrativas. Lo que llamamos guerra no se basa solo en destruir territorios. Es también una guerra cultural. Y es la guerra sobre la narrativa. Y la narrativa dominante es siempre la del opresor
Su familia, sin embargo, siempre la apoyó en su decisión de estudiar cine. Este respaldo fue crucial para su desarrollo como artista. Ahora, con una carrera consolidada, Naous mira hacia el futuro con el deseo de seguir explorando tanto el documental como la ficción. “La barrera entre ficción y documental es una gran mentira. Me da el mismo placer trabajar ambos géneros”, afirma convencida.
Ante la pregunta de qué es lo más complicado para un guionista, Naous contesta: “Para mí, verme reflejada en uno de los personajes”. En Bye Bye Tiberias, el personaje de Hiam Abbass deja su pueblo en Palestina para marcharse a Francia persiguiendo su ideal de convertirse en actriz. “Yo también salí de mi país para buscar mi objetivo y me siento igual que ella. Te pierdes parte de ti misma cuando viajas, cuando vas a un exilio”, concluye emocionada.
La guerra, la identidad, la resistencia y el feminismo. En un momento en el que el mundo parece estar en constante conflicto, las líneas que escribe esta guionista son un recordatorio de la importancia de las narrativas personales para conectar y humanizar el sufrimiento que, a veces, tan lejano nos parece.