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N. Pino Luna: “Se nos olvida que los cuerpos enfermos también desean”

Una novela que, como si fuera un plano secuencia, narra la historia de una familia a lo largo de apenas unas horas.

Las horas que conforman la noche del año nuevo en la fiesta de un bloque de edificios en la periferia de Santiago, donde una familia en la que abundan los silencios recuerda a Leonor, nieta, tía y a la vez hermana que murió a los 24 años por culpa de una escoliosis profunda que nunca le dejó respirar y la obligó a vivir doblada y azul. La noche, que transcurre como un velatorio, transitará la culpa, el duelo y las ganas de vivir de los que todavía están de pie.

¿Qué es la soledad probable del año nuevo a la que se hace tanta referencia en la novela?

Es eso que se da cuando uno celebra año nuevo en un grupo impar cuando hay que abrazarse. En Chile hay tradición de darse un abrazo. Entonces, si somos tres hay uno que se queda sin abrazo y tiene que esperar. El segundo de la espera es eterno. Muchas veces no sabes qué hacer con tu cuerpo en ese tiempo y eso es lo que les pasa a los personajes. Algo que, además, nos ha pasado a todos en algún momento. Y, en esta novela, ese segundo está poblado por muchas preguntas y por la historia de una familia entera.

Es a partir de esa soledad probable que vive Marta, y también su abuelo, y que le desata una crisis de histeria por lo ocurrido durante la cena y aparentemente olvidado con la llegada del año nuevo donde empieza la novela. En una fiesta opacada por la crisis y el dolor disimulado. 

¿Por qué la escoliosis, la falta de aire y ese interés por la enfermedad física, tan visual?

En mi caso, como autora, la enfermedad es el tema que va a cruzar toda mi literatura. Me interesan mucho las pasiones humanas que cruzan los cuerpos y que los exceden. Que los quiebran, que les dan la vuelta. Son esas experiencias tan potentes como la enfermedad las que nos cuestionan nuestra existencia o nuestro rol en una familia.

Yo no sé si elegí esta enfermedad. Lo que sí sé es que cuando supe que quería escribir esta novela, el personaje se me apareció ya azul, sin poder respirar y con esta escoliosis. Creo que los significados metafóricos aparecen luego. La idea de que esa escoliosis representa el tronco de ese árbol genealógico torcido. Un tronco que está torcido porque su historia se basa en una mentira. Hay una ficción ahí que quiebra la historia donde quebrantamos un lazo familiar que es el lazo de madre e hija y lo transformamos. Ya no van a ser madre e hija. Ahora son hermanas. Luego los significados trascienden al autor y es algo muy bonito que pasa con la literatura. La obra es mucho mayor que quien la escribe, te supera. 

Esta novela es muy corpórea, ¿por qué quería hacer una novela tan física y cómo ha sido el trayecto de dibujar a una persona encerrada en su propio cuerpo, alguien que apenas tiene una ventana muy pequeña para mirar al mundo?

El año nuevo es muy físico. Te obliga a juntarte con la familia o con quien sea, encerrarte en un lugar y comer, beber. Entonces, ahí tienes a un grupo de gente que está obligada a tocarse, abrazarse, bailar, a comer y beber juntos. A tragar juntos. Incluso incómodamente.

Hay una escena, durante la cena, donde el abuelo está escuchando la discusión y se quita los audífonos para no oír nada más. Se centra en la comida, está tragando un pedazo de carne y le cuesta tragar. Los personajes sudan, los personajes se golpean. Es una novela donde no solo hay enfermos, también hay otros cuerpos que están vivenciando otras cosas. Y ese era mi principal interés, tratar de entender qué pasa cuando una familia que tiene rencores, que tiene una historia torcida, una mentira fundacional, que está llena de culpas se junta a celebrar. 

El personaje de Leonor no es solo la enferma que se va a morir y a la que todo el mundo recuerda que tiene los días contados. También es una mujer joven que desea, que se riza las pestañas para verse bonita delante de la chica que le gusta.

Es muy lindo eso que dices de cuando se encrespa las pestañas, a mí se me suele olvidar y casi nunca me preguntan por ello (ríe). Ella se toma el pelo y se peina y va al espejo cuando llega la vecina de la que está enamorada y se mira con ternura y desea acicalarse ante un espejo en el que normalmente se trata muy mal. 

Todos recordamos las últimas palabras que le dijimos a alguien que se nos murió después. Todos herimos y todos sentimos tanta culpa por aquello que dijimos, por lo que no

N. Pino Luna — Escritora

Sucede mucho que los cuerpos enfermos no tienen derecho al deseo. Así como los cuerpos de los adultos mayores no tienen derecho al deseo, los cuerpos discapacitados tampoco. Y si yo iba a escribir una novela sobre una mujer enferma, esta mujer tenía que desear porque esa es la verdad. Todos deseamos. La sexualidad está desde el inicio de del desarrollo humano hasta la muerte. Entonces, la sexualidad de Leonor iba a ser muy importante porque es la que hace que su joroba sea más ligera. Y ella, enamorándose de una vecina, descubre cómo torcer su columna de otras maneras, algo que la convierte en un elemento incómodo a los ojos de los demás. Ya no es solo fea y azul y un recordatorio constante de la muerte en esa familia, encima es lesbiana y lo vive con naturalidad. Se lo cuestionan sus hermanas, pero ella nunca. Y yo quería, sobre todo, hablar de cómo la enfermedad no deja de estar ligada al eros.

Lo comentabas antes, pero es una novela atravesada por la culpa.

Todos recordamos las últimas palabras que le dijimos a alguien que se nos murió después. Todos herimos y todos sentimos tanta culpa por aquello que dijimos, por lo que no. Todos van sintiendo culpas terribles y culpas que son ridículas también. En una parte del libro también se dice, ¿por qué alguien se tendría que enojar con alguien que se está muriendo?, porque Leonor también siente culpa de volverse hostil. La enfermedad te amarga, te convierte en desagradable. Ya no quieres ver a nadie y le gritas a las personas. Son tu familia y les hieres y se destruyen los corazones. Pero yo creo que son culpas ridículas.

Es muy bonita la escena en la que, el día que ella sabe que se está muriendo, va a donde su abuela se mira al espejo y dice: “Bueno, ya está. No pasa nada. Hasta aquí hemos llegado”.

Sí, esa escena es crucial porque ahí ella se perdona. Dice, “Bueno, ¿por qué alguien se va a enojar conmigo? Si yo me estaba muriendo, ¿por qué me voy a enojar con los otros?”, y es ahí donde reduce toda la historia de la novela, que es una gran tragedia donde todos se golpean en el pecho y se obligan a estar tristes. En ese momento ella se dice “Bueno, no es para tanto” y se libera de esa opresión que le quita el aire y logra mirarse con ternura cuando nunca antes lo había hecho. Ahí viene una muerte ligera después de una vida pesada.

El título es una alteración de una frase de una cumbia muy famosa. Toda tu novela está llena de Chile, tiene muchas referencias tanto literarias como musicales de su país.

Sí, la música es crucial. Y esta es una novela donde la música solo se apaga cuando llora la abuela Clara. Esta historia está cruzada por la música porque la vida de todos nosotros también está cruzada por la música. Siempre hay una canción sonando de fondo estés donde estés. Y la literatura, además, es muy musical. Para mí era fundamental incorporar una banda sonora porque estamos hablando de que es una fiesta y en Chile y en Latinoamérica en general en año nuevo se bailan cumbias clásicas que son un tanto conmovedoras y nos recuerdan a los que ya no están. Y, en el caso del cambio de la letra, se trata de una anécdota personal (risas). Yo llevaba años cantándola y un día alguien me dijo que lo hacía mal, que la letra era otra. Me pasó lo mismo que a Clara y pensé “Oh, acá hay material narrativo”

El telón de fondo de esta historia es el mundo del narco y los desaparecidos en Chile.

No me habían preguntado antes por ello (pausa larga), esta novela sucede en la periferia de Santiago y aborda parte de la dictadura, pero no la dictadura de quienes estaban involucrados en la lucha política, sino de los que estaban en el margen, en la periferia, tratando de hacer el menor ruido posible. Por eso la abuela se asusta tanto cuando su hija lleva un militar a casa. Un hombre que le parece sospechoso por el momento sociopolítico que están viviendo. Un hombre que termina por violar a su hija y de esa violación nace Leonor. Un personaje jorobado que es hija de la violencia de un país. La violencia de un país que llega a las casas de quienes se quedaban callados y querían vivir al margen. Los personajes que rodean la historia; el vecino, su madre huida, la profesora que no quiere ver desaparecer o morir a más alumnas, todos ellos están vulnerados y atravesados por esa violencia. Leonor es el último eslabón. 

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