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Un documental para hacer justicia con Agustín Gómez Arcos, el “hito de la literatura española” censurado por el franquismo

La primera vez lo ganó, pero la censura dijo que ese premio no podía recaer en él, por lo que el premio quedo desierto. En su segunda intentona, para no volver a quedar en evidencia y pese a que había vuelto a ganarlo para el jurado, la dictadura accedió a que le dieran el segundo premio, que iba asociado a una cantidad de dinero.  

Fue con ese dinero con el que Gómez Arcos compró el viaje a Francia. Un viaje hacia su libertad creativa y personal. El escritor, nacido en un pueblo de Almería, vivía en represión junto a la comunidad homosexual de Madrid, pero se fue a París. Allí escribió, en francés, algunas de las mejores novelas de la literatura española del último siglo como El cordero carnívoro o María República. Sin embargo, su nombre sigue siendo un desconocido para la gran mayoría de españoles. Mientras que en Francia es una institución, sus libros se estudian en los colegios y hasta se han adaptado en óperas, aquí no es más que una sombra.

Gracias al esfuerzo de la editorial Cabaret Voltaire, sus novelas han ido traduciéndose —gracias a la labor de Adoración Elvira— y llegando a las librerías, encontrando un público que caía rendido novelas afiladas, de una prosa exquisita y que radiografiaban la sociedad represora del franquismo y la posguerra. El boca a boca ha ido creando una comunidad de fanáticos que se esfuerzan en dar a conocer al escritor. Entre ellos se encuentra la cineasta Laura Hojman, que ha intentado hacer justicia con Gómez Arcos en Un hombre libre, documental que llega a las salas y que cuenta la historia del escritor, mientras da voz a aquellos que le conocieron y los que se vieron posteriormente fascinado por sus obras.

La anécdota del teatro la recuerda en el filme Alberto Conejero, dramaturgo y uno de los grandes reivindicadores de su trabajo teatral. Como recuerda Conejero, en un giro irónico del destino, fue el franquismo quien pagó el viaje de Gómez Arcos a Francia. Si no, nunca hubiéramos podido disfrutar de sus palabras. Eso sí, antes de irse tuvo un último acto de rebeldía. Escribió una carta al entonces ministro Manuel Fraga, le cantó las cuarenta y le dijo que se iba de España.

Una de las cosas que más impone de Un hombre libre es escuchar por fin la voz de Agustín Gómez Arcos. Para sus lectores no ha sido más que una foto en blanco y negro en la cubierta de sus libros. Ahora, gracias al material de archivo recopilado por Hojman le vemos en movimiento y le oímos. Lo que dice tiene su esencia, su nervio. Su activismo sin concesiones. “Quiero deshacerme de España”. Esa es una de las primeras cosas que se le oye decir en una entrevista en francés y en su país de acogida. 

Esa frase es, para la cineasta, una de las claves de su documental. Una relación que ella define como “de amor y odio” que cree que se intuye también en la relación que se cuenta en El cordero carnívoro entre hijo y madre, “un odio disfrazado de gran amor”. “Él tiene un dolor profundo y un enfado. A mí me gusta reivindicar ese derecho al enfado. A ti te duele lo que amas. Fíjate que a él le ofrecieron muchísimas veces la nacionalidad francesa, algo que le hubiera abierto muchísimas puertas, y siempre la rechaza”, apunta Hojman. 

Se trataba de reivindicar todo lo que representa Gómez Arcos. Esas voces silenciadas y expulsadas. Y cómo esas ausencias han configurado la identidad de nuestro país

Laura Hojman — Cineasta

Gómez Arcos nunca quiso “deshacerse de su nacionalidad española”. “Él no se resigna a que le roben algo que le pertenece. Él dice, ‘España es otra cosa, España soy yo. Me podréis echar físicamente, pero no me vais a quitar esa identidad, las cosas que me han construido’. Y eso es algo que también siento yo cuando me siento expulsada de alguna manera de esa idea de patria que se ha construido y que parece que poseen algunos, una idea que viene heredada del franquismo. Me encanta esa rebeldía de Agustín que dice que no, que eso no es así, que España nos pertenece y no vamos a regalarles esa idea”, añade.

Su idea de hacer el documental “va más allá de hacer justicia con Agustín”, y tiene más que ver con hacerla “con toda esa disidencia que quedó expulsada de nuestra memoria y de nuestra construcción como país, de nuestra identidad”. “Se trataba de reivindicar a todo lo que representa y a todo eso de lo que él escribía en sus libros. Es un tema que me interesa mucho. Esas voces que han sido silenciadas y que han sido expulsadas. Y cómo esas ausencias, esos silencios nos han configurado y han configurado la identidad de nuestro país”, analiza.

Una de las personas que ha ayudado a reivindicar al escritor ha sido Pedro Almodóvar. Sus libros aparecen desde hace años en las librerías de sus personajes, y él siempre ha alabado su trabajo en las entrevistas que concede. No solo eso. Ambos vivieron juntos en un piso compartido un corto periodo de tiempo. Por eso no es extraño que sea el cineasta el primero que aparece en Un hombre libre. No duda y califica a Gómez Arcos como “un hito de la literatura española”. Uno que él incluso pensó en adaptar. Lo intento con El cordero carnívoro, pero como recuerda en el filme lo consideró “imposible, demasiado fuerte para llevarla a cine”.

Agustín Gómez Arcos en una imagen usada por el documental 'Un hombre libre'q Agustín Gómez Arcos en una imagen usada por el documental 'Un hombre libre'q

Para Almodóvar no hay mucha diferencia entre él y otros autores como García Lorca, asesinado y en una fosa. “Podría ser una de esas personas enterradas en una fosa, en este caso esa fosa se llama París. Pero el franquismo consiguió lo mismo que con los otros artistas. Negarles la existencia”, dice con contundencia. Esa existencia que ahora se recupera en su voz, pero también en la de Marisa Paredes, que le conoció e incluso interpretó sus obras antes de que se exiliara, o autores contemporáneos como Paco Bezerra, que cuenta con gracia cómo cuando descubrió el título de sus obras de teatro, entre ellas Interview de Mrs. Muerta Smith por sus fantasmas pensó “¿Quién es el maricón que ha puesto este título?”.

En esa frase, casi chascarrillo, de Bezerra hay una clave sobre Agustín Gómez Arcos. Una que entronca con una de las guerras culturales del momento y que se pregunta si se puede separar la obra y el autor. La obra de Gómez Arcos está marcada por su homosexualidad vivida bajo la amenaza represora en España; marcada por las heridas de la Guerra, por el franquismo y por el exilio.

Hojman coincide en que “la creación no es independiente, sale de una persona que tiene unas vivencias, unas experiencias vitales y una posición, una forma de estar en el mundo”. “La creación es la expresión de lo que tú eres y de lo que has vivido y de lo que has sentido. Para mí es inseparable. En mis documentales no hay temas de la vida personal de las personas. No lo toco porque realmente no me interesan ni son la historia que yo quiero contar, pero creo que para explicar la obra de un artista sí que hay que explicar ciertas cosas que ha vivido”, dice.

Laura Hojman, directora del documental 'Un hombre libre' Laura Hojman, directora del documental 'Un hombre libre'

Aclara que para ella siempre estuvo la idea de conseguir, a través de Gómez Arcos, hablar de “la memoria de nuestro país”. Por eso es importante que la obra del escritor “naciera del dolor, de la rabia y de la necesidad de dar un relato a todas aquellas historias que el franquismo pretende aniquilar, no solo expulsándolas físicamente de nuestro país, sino poniéndoles encima una losa de silencio”. 

Que la obra de Agustín Gómez Arcos sigue escociendo se confirmó el año pasado, cuando Abogados Cristianos pidió al Ayuntamiento de Barcelona “retirar de las bibliotecas el libro El cordero carnívoro”. Hojman cree que eso confirma que “su obra es plenamente actual”. “Nunca he tenido la sensación de que estuviera haciendo un documental sobre el pasado, sino que hablaba del presente. Una de las cosas que quería tratar en el documental es como durante la Transición y durante ese proceso democrático, el país no se reconstruye sobre la memoria, sino que se sigue adelante con el olvido. Muchas de las cosas que nos pasan hoy en día vienen de ahí. Al final, las heridas que se tapan con un parche acaban supurando”, zanja.

Para eso sirve la literatura de Gómez Arcos, para reventarlo todo. Para sacar las vergüenzas de un país sin memoria que ni siquiera ha sabido valorar a un autor fundamental que, poco a poco empieza a destacar, pero que “sigue siendo un gran desconocido”.

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