En el 81 dedicó El crack a Dashiell Hammett, en el 83 El crack dos a Raymond Chandler, y ahora esta precuela va dirigida a James M. Cain. ¿Qué significan estos autores para usted?
¡Son la Santísima Trinidad de la novela negra! A Hammett lo leí de niño porque leía relatos suyos en la Biblioteca Oro de la Editorial Molino, que tenía una colección de novelas policíacas. Entonces no existía el término 'novela negra'. ¡Eran policíacos! Ahora lo negro es como un grado de importancia.
Chandler me gustaba mucho: El largo adiós es una de mis novelas favoritas. Y de Hammett... Es que tiene muchas... pero pienso en La llave de cristal, Cosecha Roja o El halcón maltés. Y Mallahan Cain le he dedicado esta película porque creo que es el autor de la mejor novela noir de la historia que es El cartero siempre llama dos veces.
Los tres tienen una relación estrecha con el audiovisual gracias a múltiples adaptaciones de sus obras. ¿Se interesó por el cine gracias a ellos?
Bueno, bueno. Y no solo audiovisual, ¿eh? Que la radio adaptaba también las novelas. Bogart, por ejemplo, actuaba en El halcón maltés y también hacía una versión de teatro radiado. Escuchabas el 'ñiaaac' de la puerta abriéndose, escuchabas los tiros: '¡pam!, ¡pam!' Y esas adaptaciones las hacían normalmente los mismos actores que hacían las películas. Eran obras de mucho éxito.
Pero sí, los tres eran muy buenos para el cine. Chandler, sin ir más lejos, escribe el guion de Perdición de Billy Wilder y de Extraños en un tren de Hitchcock. Los tres eran estupendos, y novelistas a la altura de Faulkner.
Ahora que ha mencionado a Hitchcock me viene a la cabeza Daphne Du Maurier, la autora del relato en el que está basada Los pájaros. ¿Ha habido escritoras que le inspirasen también?
Rebeca también es suya. Pero la primera sería Agatha Christie, que es estupenda. El asesinato de Rogelio Ackroyd es una obra maestra y su mejor novela para mí. Y luego está la de Extraños en un tren... la escritora esta...
¿Patricia Highsmith?
¡Patricia Highsmith! Bueno, esta era buenísima. El amigo americano, por ejemplo. Hay una infinidad de mujeres que escribían novela negra, muy buenas además. Pero es un género que no existía prácticamente en el siglo XIX. Es un producto de las ciudades, muy urbano. Surge con el nacimiento de las grandes capitales tanto en Estados Unidos como en Europa.
Me refiero al género policíaco, no al Whodunit de descubrir quién es el asesino. Con los detectives, los policías o los agentes de homicidios. Las mujeres más solitarias del cine y la literatura están en este género. Naturalmente, uno con sus propios códigos y tópicos.
El crack cero se ajusta perfectamente a esos códigos. No tiene nada que ver con el neo-noir, cuya influencia estética está mucho más presente en el cine contemporáneo. ¿Quería hacer una película que no se pareciese a nada del cine negro actual?
No sé. Es que ahora estoy un poco despegado de la actualidad del cine. Hay cosas del neo-noir que son muy buenas. Todo esto que salió a partir de los 60, con Harper, investigador privado, el detective aquel que era Sinatra, La mujer de cemento. Como cualquier género, este cine tiene sus altibajos.
Lo que pasa es que yo me he ido al noir de los 40 y 50, básicamente. Ese cine negro como el que hacía Fritz Lang en América: Perversidad, La mujer del cuadro. También a la fotografía de Milton Krasner y Nicholas Musuraca. Ese blanco y negro, esas atmósferas, sombras y luces...
¿Siempre tuvo claro que si rodaba otra película de El crack sería en blanco y negro?
Siempre, siempre. La concepción fue así. Tenía otra experiencia anterior con el blanco y negro con You're the One, pero era, como digo yo "un blanco y negro de posguerra desengañada", más de la escuela de Gregg Toland. Pero eso no significa que no puedas rodar un noir en color. Mira Vértigo, por ejemplo. Ese San Francisco sin el color, hubiera sido radicalmente distinto.
Si en Vértigo hablamos de San Francisco, en El crack tendríamos que hablar de Madrid. ¿Cómo consiguió captar ese Madrid de los setenta?
Hombre, ¡porque son imágenes que ya había rodado! [Ríe] He utilizado imágenes, todas rodadas por mí de Solos en la madrugada, Tiovivo c. 1950, El crack, El crack dos, La herida luminosa... Teníamos la puerta del Hotel Palace tal como era en los setenta.... cosas que ya han desaparecido. Donde ves que había un cine ahora hay un gimnasio o un centro comercial. Todo ha cambiado mucho, ¡antes la Gran Vía tenía 13 cines!
Ahora quedan 3 cines en Gran Vía. En Bravo Murillo también había 9 salas y hoy solo están los Verdi. Quedan unos 30, de los más de 100 que hubo en Madrid. ¿Por qué cree que han desaparecido tantos?
Es un fenómeno sociológico. Antes el cine era casi lo único que había. Hacían programas dobles, era muy barato y ya me dirás. ¡Era el espectáculo de la época! Si hacía frío: te metías en un cine y ya está. Si querías salir con tu chica y besarte, pues hombre, no había otro lugar. ¡Por la calle te ponían multas si lo hacías!
Pero bueno, luego vino una evolución estupenda y ya hubo más opciones de ocio. Es natural. Hasta llegar a lo que es ahora, que de una sala normal te hacen cuatro chiquititas. Y para verlo en una pantalla diminuta, pues te lo ves en casa en Netflix. El cine es Netflix, es así de simple.
¿Cree que es un cambio de paradigma natural? Con llegada de Internet la gente puede acceder a todo tipo de contenido audiovisual sin salir de casa.
Pero sobreviven los teatros, que son espectáculos en directo. También los museos, que vas al Prado a ver cuadros increíbles. Lo otro es una mera evolución natural. A principios del siglo XIX el gran acontecimiento era el circo. Y luego, pues se acabó. Con el cine ha pasado lo mismo.
Pues ahora en casa tienes todo. Las series de televisión han sustituido a los programas dobles con los que pasabas la tarde. Ahora ya es 'First Class': tú ves Chernobyl o Downton Abbey y son absolutamente primera división. Ray Donovan, que me gusta mucho. ¡Es una serie negra fantástica!
¿Cree que el cambio en los hábitos de consumo también ha venido acompañado de un cambio en el lenguaje? ¿Le gustaría que su película se viese en la pantalla de un móvil?
Pues hombre, es normal. ¿No? A mí me daría igual. Siempre será mejor que la vean en una pantallita que que no la vean. Y además, las buenas son las que hacen que te saltes la estación. Da igual cómo la veas si la película es realmente buena. Yo creo que hay que ser abierto y estar con todo lo que llegue, siempre que sea bueno.
Si tú tienes insomnio o estas deprimido y te levantas a las 3 de la mañana, te sirves una copa y te pones Fort Apache de John Ford, o un drama bonito como Tú y yo de Leo McCarey. Joder, ¡eso es un invento cojonudo! ¡Antes era impensable! Y no pasa nada. Es como el fútbol: hay quien está suscrito a la Champions o la Liga, y hay quien va al campo a ver el partido. Y con el cine pasa lo mismo: siempre habrá quien vaya al cine, pero evidentemente lo hará menos gente.
Hay cineastas cuya concepción de la puesta en escena, del montaje y del rodaje ha cambiado por, digamos, hacer su trabajo más adaptable a distintas plataformas. Campanella, por ejemplo, contaba que se ponía de los nervios cuando veía a alguien viendo Lawrence de Arabia en un móvil.
Sin duda han cambiado las formas de rodar. Pero, ¿sabes? A mí todo esto me ha pillado ya mayor. Yo no sabría hacerlo. Eso de rodar con drones, con cabezas calientes [dispositivo de grabación] de 10 metros, helicóptero con cámaras... Yo utilizo el único lenguaje que sé. Es como si ahora me pusiera tatuajes o me dejara rastas. Parecería raro, ¿no? Pues eso. Yo estoy acostumbrado a una manera clásica de contar las cosas con fundidos a negro, encadenados lógicos...
¿Ha cambiado tanto la forma de hacer como la forma de ver cine?
Es un cambio social muy grande, pero no nos engañemos: era mejor verlo cuando era un acto social. No es lo mismo tú solo en casa que mil personas riendo en Con faldas y a lo loco, o gritando con Psicosis. ¡Hasta era complicado sacar entradas porque se agotaban enseguida! Y ahí tenías que acudir a los de la reventa. ¡Esos eran los que más sabían de cine! Si te decían que tal o cual película iba a durar tres semanas, tres semanas que estaba. Sabían más que André Bazin y toda esta gente.
En Qué es el cine, Bazin decía que el cine alcanzaba su plenitud al "ser el arte de lo real". Sin embargo hoy son los grandes blockbusters, que poco tienen que ver con la realidad, los que mayor diálogo social generan. Los Vengadores o ahora Joker, por ejemplo.
¡Pero es que estas películas son los clásicos de nuestro tiempo! Por ejemplo, El caballero oscuro a mí me parece que es una obra maestra, una de las trilogías más grandes de la historia del cine junto a la trilogía de la caballería de Ford, la del Padrino o la del Doctor Mabuse de Fritz Lang. El cine espectacular no es menos cine que otro. Lo que decía Bazin era producto de su época y era contradictorio, como todos. Piensa por ejemplo en la gente de Cahiers du Cinéma, que terminaron haciendo el cine que criticaban cuando eran jóvenes, como Truffaut.
Con el tiempo te das cuenta de que no existe un cine moderno, antiguo, más joven, provocativo, comprometido... lo que hay es cine bueno y cine que no lo es. Cine que entretiene y cine que no entretiene. Como decía Capra: "El primer mandamiento de todo cineasta es: 'No aburrirás'".
Hablando de blockbuster, el otro día Scorsese afirmaba que el cine de superhéroes no es cine de verdad.
¡Hasta que él haga una película de superhéroes! [Ríe] Nunca puedes decir eso, porque al final... mira lo de Nolan, por ejemplo, que tiene una categoría excepcional. ¿Eso no es cine? A mí me lo parece y del bueno.
Cuando uno asiste a estos debates, es fácil que piense que el cine lleva debatiendo sobre qué es cine y qué no es cine desde que se inventó.
Los superhéroes son cine como cualquier cosa. Tú tienes una pantalla y decides qué cabe en esa pantalla. Si lo que cabe es una historia, pues estás haciendo un cine narrativo. Si lo que quieres es grabar la realidad, estás haciendo un cine documental. Hay muchos tipos de cine y cada espectador va al encuentro del que más le guste.
Hay gente que prefiere un cine más comprometido, por ejemplo. Cine con una idea social. Ese cine político suele ser el más aburrido para mí. Yo no estoy en posesión de ninguna verdad, pero prefiero una peli de Hitchcock o de Billy Wilder.
¿Reniega del cine social?
No reniego. Pero no he pensado nunca en hacer un cine con mensaje, ni siquiera con un reclamo. No me veo. Me parece un poco raro. Trato de contar una historia y que la gente se lo pase bien. Pero a estas alturas ni estoy entre mis directores preferidos, ni sé muy bien lo que hago.
Nunca he sido un buen crítico de mis películas. Al contrario, creo que nunca las he valorado. Pero sí soy un buen tipo para hablar de John Ford, Griffith, Stroheim, Lubitsch, Chaplin... Podría hablarte horas y días de ellos, pero me encuentro incómodo tratando de explicar lo que yo he querido hacer porque realmente nunca sabes muy bien lo que quieres hacer.
Dice que no es un buen crítico de su cine pero se ha dedicado a la crítica cinematográfica durante años. ¿Cómo es su relación con ella?
¡Ni ha existido tal relación! Porque he sido crítico. En el año 63 publiqué mi primera crítica, un oficio que practiqué mucho tiempo. Entonces eran todas críticas copiadas, porque en esa época todos copiábamos a Cahiers. El francés del bachillerato te servía para copiar al castellano lo que decían ellos.
Pero cuando estrené mi tercera película [La verdes praderas, 1979], mi buen amigo que en paz descanse, Alfredo Landa, ya me advirtió. Me dijo: "No leas nunca una crítica sobre tu trabajo que te ponga mal, porque solo te vas a enfadar. Y, ¿de qué sirve eso?". Y mira, desde entonces he seguido su consejo a rajatabla. No digo que los que me critican no tengan razón, pero entre tú y yo: el buen crítico de cine -y te lo digo yo que no lo he sido-, es el que descubre algo en la película que el propio director no sabía que estaba.
En el fondo, puede que siempre haya ido un poco por libre en todo. Las últimas películas que he visto no me han gustado. La de Tarantino le ha encantado a la crítica pero a mí me ha aburrido.
¿No le ha gustado Érase una vez en Hollywood?
Mira, Jackie Brown o las dos Kill Bill son obras maestras, pero aquí ha querido hacer un 'obras completas', un Ocho y medio de Fellini a su estilo. Y eso es muy difícil. Me parece que la mezcla con la historia de Sharon Tate no funciona. Ya verás como no le va tan bien en premios como otras.
Román Gubern decía en 2009 que en 20 años nadie hablaría de Tarantino. Y aquí estamos, diez años después, hablando de su cine.
Pues en este caso se equivocó. Solo que esto de ahora no me interesa. Django me encantó, pero en esta se le ve que va muy de 'autor' y no le funciona. ¡Mira cómo Woody Allen no se calienta la cabeza! ¿De qué va la nueva? Pues de una chica, un chico, llueve y están en Nueva York. ¡Puro Woody Allen!
La que menciona fue una película controvertida y no se estrenó el año pasado ante la polémica por las acusaciones de Dylan Farrow, que volvió a denunciar que había sufrido abusos sexuales. ¿Qué opinión le merece este debate?
No lo sé. Mira, hoy he pasado por delante de la casa donde nació Plácido Domingo. Allí en la calle Ibiza. Y he pensado: "Igual quitan la placa aquella que pusieron en su honor". Ahora, con estos temas, no se sabe.
Lo que no se puede establecer es... yo no dudo que a lo mejor alguien de estos le dijera algo a una chica, pero el mundo de hace 50 años no es el mundo de ahora. Ha cambiado a mejor. En la película incluyo una escena en la que un hombre maltrata a su mujer en un bar y nadie dice nada. ¿Por qué? Porque en el 75 eso pasaba y ahora no. Y joder, eso es un avance porque ahora por lo menos meten en la cárcel a todos estos.
A Plácido Domingo le acusaron 11 mujeres.
Hace 50 años el mundo funcionaba de otra forma. Y si a Plácido Domingo o a quien fuese, le gustaba una chica, intentaba ligársela. Nunca se habla de las mujeres que por ascender posiciones intentaban acostarse con directores o productores, aunque también existía eso.
Yo no he visto nada de eso en el cine español en todos los años que llevo en esto. Ni de guionista, ni de director, ni productor. Nunca he visto ni un mal rollo, ni nadie que haya tenido que llamar la atención a nadie en un rodaje. Jamás. Y eso habla muy bien del cine español. Nunca he visto eso. Lo que pasa es que Harvey Weinstein era un personaje... Lo curioso es que todos lo sabían.
Tarantino, sin ir más lejos, sabía lo que pasaba con Weinstein. Y se calló. Luego dijo que debería haber hecho más.
¡Tarantino lo sabía y lo sabían todos! Hombre, claro que lo sabían. Todo el mundo sabía que Luis Mayer, el presidente de Metro-Goldwyn-Mayer, era un salido peligroso. Lo intentaba con todas las secretarias, las actrices... Pero no le decían nada. Ahora sí se dice, pero no empecemos a condenar a todo el mundo. Porque en el caso de Woody Allen es complicado. Mia Farrow se casó con Sinatra, que era 30 años mayor, cuando tenía 19. Y Woody Allen sí, se casó con su hija adoptiva, pero llevan ya veintitantos años juntos sin ningún problema.
Una campaña de estas es imparable. Lo de Plácido Domingo es raro porque tantos años después sale una denuncia conjunta con tantas mujeres... ¡Joder! ¡Pues se han puesto de acuerdo! No sé. Yo lo del #MeToo no lo termino de entender. Tampoco muchas actrices francesas como Catherine Deneuve, que dicen que no podemos culpar ahora a todo el mundo. Aquí en España es fantástico, en este sentido, porque no ha habido nada de eso. Ni saldrá nada, porque aquí ha habido respeto a la mujer siempre.