Ayer, ante la noticia de su cierre por parte de Planeta, Twitter se inundó de historias personales que dejaban patente lo que supuso la red literaria para generaciones muy distintas de españoles. Había de todo: becarios del Círculo, editores, hijos de agentes, escritores que descubrieron su pasión gracias al catálogo y ciudadanos rurales cuya única opción de acceder a un libro llegaba de la mano de ese señor o señora trajeada.
La noticia del cierre del Círculo de Lectores me da muchísima pena. Recuerdo los sábados por la mañana, cuando era pequeña, y venía el del Círculo con la revista y mi madre compraba libros y libros. Vivíamos en un pueblo. Pero ¿a quién le importa la pena en el negocio editorial?
— Belén Bermejo (@BelenBermejo) November 7, 2019"Esta es la cuadratura que consiguió milagrosamente el club: situarse en un mercado ya formado, afectando a todos sus componentes, pero sin crear suspicacias y muchas veces en régimen de colaboración", dice hoy el lingüista y editor José Antonio Millán. Sin embargo, en los últimos años los rutilantes agentes habían dado paso a "jubilados que repartían el pedido con carritos de la compra", como admitió el Círculo a El País. Habían llegado tarde a un mercado monopolizado por Amazon.
Entre las teorías corporativas y las razones empresariales del cierre, ayer destacaron las fotografías de enciclopedias, estanterías y ediciones -unas con portadas más acertadas que otras-, que muchos rescataron para despedirse de la red. También hubo algunos que criticaron las formas de comunicar el despido por parte de Planeta y otros que no mostraron ni pizca de compasión, pues hacía mucho que se habían dado de baja.
Pero, ante todo primó la nostalgia, más que por el cierre del Círculo de Lectores, por un futuro cada vez menos esperanzador para los negocios libreros de siempre. Aquí una breve muestra de recuerdos cedidos por los socios y extrabajadores.
Roberto Ruíz Robles, técnico medioambiental y exbecario del Círculo.
Recuerdo, cuando era pequeño, tener la casa llena de cajas de libros que luego mi padre tenía que repartir a los socios del Círculo del barrio de Usera. Además, era muy fácil ver las tendencias de los más vendidos porque nos llegaban cajas y cajas del mismo libro, cuando el catálogo tenía cientos.
Mi padre lo ejercía como segundo trabajo para ahorrar un poco más y ,años después, en mi primer año universitario, yo mismo lo estuve realizando en Loeches. La pena también es que se acaba un modelo que ya está obsoleto pero que era mucho más sostenible a nivel medioambiental que Amazon, que genera muchas más emisiones contaminantes y de gases de efecto invernadero.
Belén Bermejo, fotógrafa y editora de Espasa.
Los primeros libros que conservo en la memoria y que leí eran todos del Círculo de Lectores. Mi madre fue socia toda su vida y, cuando era pequeña, recuerdo los sábados en que venía el agente del Círculo, con la revista llena de tesoros. Vivíamos en un pueblo.
Los tiempos han cambiado, sí, y ahora tenemos todo al alcance de la mano, pero hace años esto no era así. La labor que hizo por la lectura Círculo de Lectores, con sus libros puerta a puerta, fue encomiable. Con los años, yo también fui socia. Me ha dado mucha pena su cierre, porque aunque los modelos de negocio cambian, creo que todavía podía tener su razón de ser.
Lara Hermoso, periodista de RNE y redactora en Librotea.
Los libros del Círculo, así los llamábamos en casa, eran la única forma de acceder a títulos que no estaban en una biblioteca rural desactualizada y un tanto descuidada. En un radio de 30 km a la redonda apenas había una librería que tampoco tenía grandes novedades, y Círculo de Lectores cubría esa carencia.
Los primeros libros de ‘adultos’ que leí fueron ediciones del Círculo de Lectores. Siempre recordaré que gracias a ellos descubrí a Milan Kundera, un autor que me ha acompañado a lo largo de los años. Y aún guardo esa edición de 'La insoportable levedad del ser'.
Jorge Carrión, autor del libro Contra Amazon.
Como cuento en 'Librerías' (Anagrama), mi padre trabajaba como agente de Círculo de Lectores cuando yo era adolescente, y yo lo ayudaba. Gracias quizá a esa experiencia quizá descubrí que había gente que gastaba dinero en comprar libros y tenía grandes bibliotecas en casa y me convertí en lector primero y después en escritor.
Pero es obvio que en el nuevo ecosistema del libro una lógica de venta basada en un catálogo o revista tiene menos sentido que en el siglo XX. No lo tiene en cambio el sistema de suscripción y no me extrañaría que las librerías, como los diarios, opten por él. Hay sistemas obsolescentes y el de Círculo lo era.
Laura Olías, periodista.
Era un acontecimiento cuando llegaba a casa la revista del Círculo de Lectores. Mi afición a la lectura de niña llega de la mano de la suscripción de mi madre a este "club". La emoción era mayor cuando te tocaba elegir libro (somos tres hermanas y nos repartíamos por turnos). Si no era tu pedido, doblabas la esquinita del catálogo y a esperar a que llegara tu mes para hacerte con el fichaje.
Era parte de un ritual en el que la espera alimentaba la ilusión. Ahora que todo es tan inmediato creo que la nostalgia llega también por la añoranza a ese reposo. Nos quedan nuestras bibliotecas infantiles –esas con ejemplares de 'Harry Potter' con distinta portada– para recordarlo.
Silvia Sesé, adjunta a la dirección de Anagrama. Declaraciones ofrecidas a Lara Hermoso en su entrevista para Jot Down.
Empecé en el departamento de corrección literaria y al poco tiempo pasé al departamento de edición, donde había distintos editores que entre todo lo que se publicaba en el mercado español hacían una selección con nuevas ediciones. Intentábamos mejorar el texto si era necesario, con correcciones, añadiendo otros elementos, por ejemplo, prólogos, apéndices, ilustraciones…
Creo que, a los que trabajamos en Círculo durante esa época y después, nos ha dado una visión bastante precisa de lo que es la edición en España porque teníamos que estar, no solo de oteadores de lo que se hacía, también analizábamos qué podía interesar al socio y para eso rastreábamos todo lo que se hacía en las editoriales españolas.
Y eso, claro, te daba un conocimiento del país y del mundo editorial brutal. Sabíamos perfectamente cuál era la línea de las distintas editoriales, qué estaba haciendo Tusquets, qué estaba haciendo Anagrama, qué estaba haciendo Lumen, Plaza, Grijalbo o Alfaguara.
Roberto González, periodista cultural.
¡Qué pena que Planeta cierra el Círculo de Lectores! Mamá es socia de las de toda la vida. Cuando con 9 años me rompí la rodilla, fue con la revista del Círculo que empecé a elegir por mí mismo los libros que leía. Hacíamos turnos en casa para ver las novedades que venían cada vez, y compramos muchas colecciones completas.
Todos los de Astérix, y poco a poco me ayudaron a acercarme a la literatura de adultos: el primero de Parque Jurásico, y otros autores más clásicos como Salvador de Madariaga, Robert Graves, Arturo Uslar Pietri, la Saga de Caballo de Troya, Isaac Asimov, Mika Waltari... Me da mucha pena que desaparezca, ya que las nuevas librerías online, aunque son cómodas, no te ayudan a seleccionar los autores o las colecciones tan bien como los asesores del Círculo de Lectores o las librerías de proximidad.
Alberto Santamaría, autor y profesor de la Universidad de Salamanca. Declaraciones ofrecidas en Twitter.
Yo crecí en una casa sin libros. Y fui feliz, mucho. No hacían falta. Odio ese fetichismo. Mis padres curraban como desgraciados en curros de mierda durante los años ochenta y cuando la cosa fue poquito mejor, entre las cosas que hicieron, fue hacerse de El Círculo de lectores.
En 7º de EGB había que llevar un libro a clase para compartir. En la mía, de pronto, había dos: uno de Mario Puzo y 'La colmena'. Nada más. Nunca supe por qué. Quien llevaba el libro a clase debía leerlo previamente para comentarlo. Me lo leí. No me enteré de nada. Lo disfruté y sin saber de qué iba. El sonido de las palabras, decía Wallace Stevens. Literatura es algo que hacemos a las palabras.