Un grupo de fiscales del Ayuntamiento de Río de Janeiro se personó este viernes en la Bienal del Libro después de que su alcalde, Marcelo Crivella, determinara la prohibición de un cómic en el que aparecen personajes homosexuales.
Crivella, de 61 años, ordenó la noche del jueves que los organizadores de la Bienal "recogiesen los libros con contenidos impropios para menores", en referencia al libro "Vengadores- La Cruzada de los niños", de los estudios Marvel.
En el libro aparece un diseño de dos jóvenes de sexo masculino, completamente vestidos, besándose, una escena que indignó al alcalde de la ciudad, un obispo evangélico conservador.
"No es correcto que (los niños) tengan acceso precoz a asuntos que no están de acuerdo con su edad", subrayó el alcalde a través de Twitter.
"Libros así tienen que estar embalados en plástico negro, cerrados y avisando del contenido. La Alcaldía de Río está protegiendo a los menores de nuestra ciudad", agregó el alcalde, en un vídeo divulgado en su red social.
Tras la orden de Crivella, un grupo de fiscales de la Secretaría Municipal de Orden Pública se desplazó hasta la Bienal del Libro de Río de Janeiro en busca de los ejemplares del romance gráfico "Vengadores- La Cruzada de los niños".
"No es censura. Estamos cumpliendo una recomendación de la Procuraduría General del Municipio", dijo en declaraciones a los periodistas el subsecretario de operaciones de la Secretaría Municipal de Orden Pública, Wolney Dias.
Los ejemplares del libro se agotaron en las primeras horas de este viernes en la Bienal, según confirmó la organización del evento.
Ingeniero, escritor, obispo evangélico y cantante de góspel, Crivella es sobrino del obispo Edir Macedo, fundador de la Iglesia Universal del Reino de Dios y propietario del canal de televisión Récord, uno de los más importantes del país.
En un libro publicado en 1999 sobre su experiencia como misionero en varios países africanos, el alcalde de Río afirmaba que la homosexualidad es una "conducta maligna".
Durante la campaña de las elecciones municipales, la recuperación de estas manifestaciones le puso en apuros y Crivella tuvo que pedir disculpas y justificarse argumentando que cuando escribió el libro era un "inmaduro", pese a que tenía 42 años.