Restaurantes, peluquerías, floristas o fisioterapeutas son algunos de los profesionales de pequeños comercios gallegos que cuestionan la viabilidad de sus negocios en el proceso de reanudación económica que se inicia tras varias semanas de confinamiento de la población en prevención contra la pandemia de coronavirus.

Tras las restricciones de movimiento de la población y el cierre de los negocios no esenciales, el inicio de la actividad económica con numerosas limitaciones pone en jaque a muchos comerciantes o trabajadores autónomos que ven en peligro su rentabilidad.

El gerente del restaurante Casa de Amancio, en Lavacolla, Carlos García, un establecimiento que acoge a visitantes y peregrinos del Camino de Santiago, se muestra cauto sobre las perspectivas de reanudar la actividad.

"No sé si nos va a compensar abrir la terraza. Mejor será esperar al 25 y abrir, pero dentro y fuera. Tendrá que ser cuando nos compense económicamente", comenta a Efe García sobre el restaurante, rodeado de cultivos agrícolas y a escasos kilómetros de la capital gallega.

Tras varias semanas sin abrir en esa ruta jacobea ahora desierta, García se pregunta si "el Camino de Santiago, cuando vuelva a tener peregrinos, irá paradito" y, de los eventos en general, sostiene que "se van a retrasar".

La peluquería que regenta Sonia Carneiro ha tenido que equiparse de máscaras, guantes, hidrogel, capas de plástico y otras medidas para solo poder atender a "un cliente por cada vez" para "no contagiar ni ser contagiadas" con el coronavirus, indica a Efe.

Eso supone "mucha incertidumbre", advierte Carneiro, que considera que el cierre de la actividad económica y el confinamiento de la población ha afectado "muy negativamente" a los pequeños negocios como el suyo, que en Galicia son la mayoría.

"Todos con recibos devueltos, están ahí los pagos a la seguridad social, a los proveedores" pendientes, advierte la peluquera, que confiesa abrir "con ilusión pero con mucho miedo y todavía sin saber si vamos a poder seguir adelante o no" en ese proceso de reanudación de la economía.

"Las ayudas no están claras. Partimos básicamente de cero. No tenemos economía para hacer frente a los pagos ni para pagar lo que necesitamos para poder trabajar", observa con inquietud.

Apunta que los clientes "no van a acudir en masa", especialmente porque se pregunta "quién se va a arreglar para ir de fiesta, a un evento o a un concierto, cuando la prioridad, y lo posible, es pasear y, cuando se pueda, estar con la familia".

En este momento, "la estética pasa a un segundo o tercer plano", subraya la peluquera, que reconoce que después de varias semanas de reclusión, al menos un corte de pelo y un arreglo "le hace falta a todo el mundo".

La empresaria María del Carmen Castro, propietaria de Floristas Carmiña en Bertamiráns, Boisaca y en el mercado de abastos de Santiago de Compostela, cree que "la crisis es gorda porque nos dio muy fuerte" y ahora "la estamos superando muy mal" con "producciones muy afectadas".

Ese producto perecedero supone que las empresas hayan tenido que acabar "tirando flor" y "no recuperando dinero", y los clientes ahora están afectados por medidas temporales de suspensión de contratos, afirmó en declaraciones a Efe.

Afortunadamente, hay nuevas perspectivas de poder vender por internet, pero teme que un 40 % de los negocios de flores pueden cerrar porque la crisis económica generada por la pandemia "nos va a perjudicar mucho", comenta Castro.

"No sabemos si va a venir a comprar como era antes. No hay bodas ni comuniones", observa con desesperanza, y señala que la pandemia también ha sembrado incertidumbre sobre las cosechas de plantaciones de flores, de manera que "no sabemos cómo vamos a empezar a trabajar".

Entre el "estrés y la angustia muy grande" que confiesa sufrir, señala que "si los locales fuesen de alquiler, y no míos, yo esto no lo aguantaría".

El fisioterapeuta Esteban Muñiz, que dispone de una céntrica clínica en la capital gallega, afronta el nuevo periodo dispuesto a asumir un reto hasta ahora impensable.

"Tenemos la obligación de la cita previa. Con los mayores de 65, son citas especiales, en el horario que les está permitido. Trabajaremos con material descartable, tenemos aparatos de ultrasonido para esterilizar y hubo que invertir en un equipo de ozonoterapia para la desinfección perfecta del local", dice a Efe.

"He estado en contacto con pacientes que, antes de la pandemia, estaban con rehabilitaciones y van a esperar un tiempo", relata, y considera que hay una sensación de "escepticismo" generalizada.

"Todo irá paso a paso, muy lento. No creo que la gente venga en masa, de ninguna manera", observa haciendo preparativos para un año que promete ser "complicado para todos, bastante dificultoso", pronostica, y apostilla: "El tiempo dirá".