Aunque como poeta es una las escritoras jóvenes más influyentes de la literatura en español, la segoviana Elvira Sastre (1992) es una desconfiada de las cartas marcadas que saltó al territorio de la novela para huir de la comodidad y sentir la desazón de los desesperados delante de la página en blanco.
"Lo de la novela empezó porque me sentí cómoda con la poesía y no quería eso", confiesa en entrevista a Efe la autora de la novela "Días sin ti", ganadora del premio Biblioteca Breve 2019, que concede la editorial Seix Barral a una novela inédita en lengua castellana.
El volumen de 251 páginas es una historia de complicidad entre una maestra española de la primera mitad del siglo XX con su nieto, un escultor que aprendió de su abuela a buscar el latido, hiciera lo que hiciera.
En 1934 Dora emigró de su casa en el municipio de La Hiruela a Madrid, donde a sus 20 años le apareció un trabajo para dar clases. Entonces ocurrió el antes y después de su vida al dar con un joven llamado Gael, uno de sus alumnos, nacido en la ciudad cubana de Santa Clara, de quien se enamoró.
La historia del amor, prohibido por ir en contra de las reglas de la sociedad, es una de las columnas de la novela y se entrelaza con la relación del nieto de ambos, el escultor, con Marta, una mujer por momentos inasible.
"Hay dos puntos importantes. Uno es la personalidad de mi abuela, la madre de mi padre; se parece a Dora en lo emocional, en el amor, en cómo habla a su nieto y de su marido. Mi abuelo falleció joven, ella estaba embarazada y siguió enamorada como el primer día, no sé si de un recuerdo o una realidad. No importa porque yo he nacido con el amor en mi abuelo, aunque él no estaba", revela Sastre.
Según la autora, la otra clave del libro estuvo en la vida de los maestros durante la Guerra Civil española, un tema cercano porque es la profesión de su padre y la de otros de sus familiares. La escritora bebió las experiencias, se documentó y así dio vida al personaje de Dora, una mujer de agallas, capaz de salir adelante en las circunstancias más difíciles.
"Lloré muchísimo. Cuando escribo lloro y aunque se trate de ficción, hubo muchas historias reales. Pensar que en España hay ancianos en su casa todavía con miedo a hablar de la guerra, cómo no me va a hacer llorar. Hay momentos de la escritura en los que se pasa mal, pero vale la pena para llevar la historia a la gente".
Para Elvira Sastre la poesía es algo natural, la escribe cuando le late, y no le importa estar un año sin escribir un poema, sin embargo en su debut como novelista necesitó hacerse de una disciplina. La novela se desarrolló un año en su mente y luego vinieron 36 duros meses en los que a veces fue difícil llenar la hoja en blanco.
"A veces estuve horas para que me saliera un solo párrafo", confiesa.
"Días sin ti" atrapa al lector al acoplar dos historias de dos hombres que trataron bien a sus mujeres. En la parte final el escultor Gael, que heredó el nombre de su abuelo cubano, asegura que Dora vivió tantas miserias que se convirtió en una experta en la belleza, una frase que resume al personaje.
"El caso de Dora es el de una entrega sin límites, correspondida, trabajada, protegida por ambas partes y está la fuerza que persiste cuando su esposo no está. Es un poco la historia de mi abuela que tuvo un amor tan puro que no hizo falta nada más", asegura.
Elvira empezó a escribir poesía a los 12 años, después leyó durante años de manera obsesiva y el resultado fue que se hizo de un lirismo que la llevó a ser considerada como una de las 100 personas más creativas del año, según la revista Forbes.
Con lo respetada que es como poeta, la joven de 27 años no necesitaba salir de la zona de confort. Pero sintió jugar con cartas marcadas, conocidas, sin tener que cruzar la línea del pánico, y fue ahí donde apareció la idea de escribir su novela y buscar una sensación de vértigo en un terreno desconocido.
Llena de reflexiones acerca del amor, el perdón, la alegría en los momentos duros y el amor a los libros, "Días sin ti" conmovió al jurado de Seix Barral que le dio el premio Biblioteca Breve.
"Detrás de la escritura hay dos momentos. Uno es la escritura en sí, lo primero y luego las consecuencias, viajes, recitales, conocer gentes, firmar autógrafos. Los premios para mí entran ahí. No es obligatorio tener un premio, pero en un oficio solitario y lleno de dudas ese reconocimiento es un revulsivo", asegura.