La economía argentina creció en el segundo trimestre de 2019 un 0,6 % interanual, primer dato positivo tras un año en recesión, aunque esta cifra es previa al agravamiento de la crisis financiera registrado desde agosto pasado, cuando la derrota del oficialismo en las elecciones primarias provocó fuertes turbulencias en los mercados.
La buena noticia, si bien se espera que sea efímera por el desplome del peso del último mes (un 21 % ante el dólar) y el efecto que está teniendo en la ya de por sí alta inflación que arrastra el país, contrasta con los malos datos que entre abril y junio se registraron en el mercado laboral, ya que el desempleo trepó en solo tres meses del 10,1 al 10,6 % de la población activa, la cifra más elevada desde comienzos de 2006.
Los hombres de hasta 29 años son el grupo más afectado por la falta de trabajo (2,8 %), seguido por las mujeres del mismo intervalo de edad (2,5 %).
Según detalló este jueves el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), la estimación preliminar del producto interno bruto (PIB) anotó en el segundo trimestre un aumento del 12,8 % en comparación con el trimestre anterior, y logró también dejar atrás los números negativos en clave interanual, al crecer un 0,6 % respecto al mismo periodo de 2018.
En abril de 2018, y tras varios trimestres consecutivos de crecida, la economía comenzó a desplomarse tras una fuerte sequía que afectó a la producción agropecuaria y por la abrupta devaluación del peso, fruto de la fuga de capitales de los mercados emergentes hacia Estados Unidos.
Desde entonces, el PIB inició un largo periodo de caídas (del 3,8 %, del 3,7 %, del 6,1 % y el 5,8 %) y también se resintieron el resto de indicadores, especialmente la inflación -que cerró 2018 en el 47,6 %, la cifra más alta desde 1991-, pero también la construcción, la industria y el consumo cayeron, mientras que el paro llegaba al 9,1 %.
Ya en mayo pasado, el dato mensual del PIB reflejó datos positivos por primera vez. También la inflación se había empezado a desacelerar en abril, pero volvió a dispararse un 4 % en agosto pasado, por el efecto de la nueva escalada del precio del dólar que generó el resultado de las primarias presidenciales del 11 de agosto.
Esos comicios, en los que tan solo los candidatos que no superasen el 1,5 % de los votos quedaban inhabilitados para las generales del 27 de octubre próximo, marcaron profundamente la evolución de la frágil economía nacional: el peronista Alberto Fernández -muy crítico con la política pro mercados del actual presidente, Mauricio Macri- aventajó a este en 16 puntos y se ubicó como claro favorito para ser el próximo jefe de Estado.
La desconfianza de los inversores y la consecuente fuga de divisas tras las primarias, con jornadas de vértigo en la bolsa, obligaron al Gobierno no solo a tomar medidas para contener los efectos en el aumento de la inflación y los niveles de pobreza sino también a anunciar restricciones en las operaciones cambiarias e iniciar un proceso de negociación de los plazos de pago de diversos tipos de deuda.
No obstante, el Gobierno ha propuesto al Fondo Monetario Internacional -organismo que el año pasado aprobó un rescate para Argentina de 56.300 millones de dólares, de los cuales ya fueron desembolsados 44.500- iniciar un diálogo para "reperfilar" los vencimientos de deuda.
En medio de la incertidumbre por el presente y el futuro a corto plazo del país, por los vaivenes que la inestabilidad política está provocando en los mercados, el lunes pasado el ministro de Hacienda, Hernán Lacunza -en el cargo desde que el anterior titular, Nicolás Dujovne, renunció el 17 de agosto- presentó el proyecto de Presupuesto Nacional para 2020, que, de aprobarse, deberá ser ejecutado por el Ejecutivo que salga de los comicios del mes que viene.
El proyecto prevé para el próximo año un crecimiento del PIB del 1 %, desde una caída del 2,6 % calculada para este año, y el desplome del 2,5 % ya anotado en 2018.
En lo que respecta a la inflación, el Presupuesto proyecta un alza del 53 % para 2019 y un 43,5 % en 2020.
Rodrigo García