Los accionistas de Unicaja tumban los nombramientos de la cúpula y reequilibran las fuerzas en la entidad

Los accionistas de Unicaja Banco han confirmado este jueves el rechazo al modelo de gestión implantado por Manuel Menéndez, exCEO de Liberbank y CEO de Unicaja desde que esta absorbiera a la entidad asturiana en julio de 2021. A pesar de haber logrado la aprobación de las cuentas y del informe de gestión, Menéndez ha visto cómo se rechazaban los consejeros independientes nombrados el año pasado, y ha tenido que escuchar duras críticas a su gestión de parte de todos los intervinientes.

El varapalo le ha llegado a Menéndez por persona interpuesta: los dos consejeros independientes que el banco nombró el año pasado deberán salir del Consejo tras no ser ratificados en la Junta General de accionistas.

Por el contrario, sí se ha aprobado el nombramiento de los cuatro consejeros propuestos por la Fundación Bancaria Unicaja (el mayor accionista del banco, con el 30,2% del capital). Este resultado reequilibra las fuerzas en el Consejo de Administración, que debe evaluar la continuidad de Menéndez en los próximos meses. Su continuidad ahora no es segura.

Isidoro Unda y Maite Costa, los dos consejeros "independientes", fueron nombrados a lo largo de 2022 para cubrir vacantes que se habían ido produciendo en el Consejo. Sin embargo, este jueves han sido rechazados por la Fundación Unicaja, accionistas de referencia como la empresa textil malagueña Grupo Mayoral (8,5%) o el empresario Tomás Olivo (6,8%) y los representantes de los trabajadores agrupados en diferentes sindicatos, que avisaban de las conexiones de ambos con Menéndez. Unda es el expresidente de Crédito y Caución. Costa es una economista de la Universidad de Barcelona, exdiputada del PSC y ha ocupado múltiples cargos de relevancia en el sector público.

Frente a este rechazo, sí lograron la aprobación de los accionistas los consejeros "dominicales" Juan Antonio Izaguirre, José Ramón Sánchez, Natalia Sánchez y Miguel González, propuestos por la Fundación.

Ahora, Unicaja deberá "reemplazar" a los consejeros no ratificados. Entre tanto, los doce miembros del Consejo parecen decantar una mayoría favorable al sector “tradicional” vinculado a Unicaja, frente al que representa los intereses de Menéndez y la antigua Liberbank. Se puede decir que el "bloque malagueño" ha recuperado el control. Habría una mayoría del primer sector conformada por los cuatro dominicales, Manuel Azuaga (presidente de Unicaja Banco) y el consejero designado por Mayoral, frente al grupo integrado por Menéndez, el consejero de Cajastur y el nombrado por el fondo Oceanwood. Hay, además, tres independientes que podrían a lo sumo igualar las votaciones, pero que parecen inclinados al primer grupo.

Unicaja se ponía este jueves frente al espejo para decidir qué quiere ser en los próximos años. Puede ser algo parecido a lo que ha sido hasta ahora, una entidad de crédito con origen en las antiguas cajas de ahorro y un fuerte arraigo en las sociedades andaluza y malagueña (donde mantiene su sede social), con una baja conflictividad laboral. Pero también puede seguir evolucionando hacia el modelo que abandera Manuel Menéndez, actual CEO del banco, al que los sindicatos imputan haberse traído desde Liberbank un modelo de gestión radicalmente diferente y la degradación de las relaciones laborales en los últimos meses, culminada con un ERE muy conflictivo que supondrá la salida de más de 1.500 trabajadores.

Este dilema se verbalizaba a las puertas de la sede social de la Avenida Andalucía, donde desde primera hora se concentraban varias decenas de trabajadores afiliados a los sindicatos mayoritarios en la entidad: UGT, CCOO y Suma-CIC. También había quienes se desplazaron desde Asturias: trabajadores de la antigua Liberbank, hoy en Unicaja, muy críticos con la gestión de Menéndez en su antiguo banco.

Menéndez presentó resultados: 260 millones de euros de beneficio en 2022 (un 89% más), cimentados sobre el ahorro de costes generado por la fusión. De ese beneficio, 128 se repartirá en dividendos. El “plan de sinergias” está ejecutado al 85%, lo que se traduce en que el 80% de los 1.513 empleados que deben dejar la entidad en aplicación del ERE ya lo han hecho, y en que ya se ha acometido el 100% de los cierres de oficina previstos, 391. Además, en el último año la entidad ha cumplido el objetivo de cotizar en el IBEX35. La Junta aprobó las cuentas y el informe de gestión.

Sin embargo, tras vender estos logros, el CEO tuvo que escuchar críticas de absolutamente todos los accionistas que tomaron la palabra. Con diferente contundencia, pero con unanimidad, desde el representante de Fundación Bancaria Unicaja hasta particulares o representantes sindicales, todos pusieron el acento en el deterioro de las relaciones con la plantilla, las deficiencias en la implantación del nuevo modelo de red de oficinas y los riesgos que supone para el negocio.

Sonó como reproche la primera alocución, a cargo del representante de la Fundación, a la que presentó como "albacea" del "legado" recibido desde hace 140 años, que resumió en estar al "servicio de la economía real", la cercanía a las familias y pequeñas empresas, el desarrollo económico y social de los territorios de implantación y el “adecuado clima laboral basado en el respeto de los derechos de los trabajadores”.

Más explícitos fueron los sindicatos. Maribel Casquet (CCOO) llamó a reconducir la "liberbankarización del modelo de negocio y las relaciones laborales", que tildó de “autoritarias y unilaterales”, origen de un “clima laboral tóxico”. Marco Antuna, trabajador de Cajastur desde 1989 y representante del sindicato CSI (mayoritario en Asturias), expuso la trayectoria de Menéndez al frente de Liberbank, objeto de una fuerte contestación sindical y de alguna sentencia en contra. “Llevamos años sufriendo este modelo tóxico, irrespetuoso con trabajadores y clientes. La absorción [de Liberbank por Unicaja] era una esperanza de volver a un modelo de banca honesta, de relaciones laborales que no estén permanentemente en los tribunales. [Pero] si se impone este modelo desconectado de la realidad, buscando los intereses de la cúpula y los fondos, vamos a ver lo que vimos en Cajastur”.

Los representantes de los trabajadores no solo expusieron la deteriorada relación entre los directivos y la plantilla. Censuraron también a la cúpula por la puesta en práctica de un modelo de negocio que, en el año posterior a la fusión, ha supuesto el cierre de 391 oficinas y la reconversión de muchas otras. También una integración tecnológica que Manuel Lara, de CESICA, calificó de “desastrosa”. “Se ha reducido el material básico hasta el punto que algunos centros se han quedado sin existencias”, expuso Jesús Gil, de SumaT: “El nuevo modelo de oficinas es un fracaso estrepitoso, con oficinas con el 25% de bajas de empleados en activo”. “Lo están haciendo horrorosamente mal, y está afectando negativamente sobre el negocio. Se lo digo porque quizás el negocio les importe más que la plantilla”, zanjó Antonio Blázquez, del mismo sindicato.

El dilema se resolvía en la aprobación o no de los nuevos consejeros: los cuatro llamados “dominicales” y dos “independientes”, que en realidad debían ser ratificados, ya que fueron nombrados en 2022: Isidro Unda y Teresa Costa. Con el resultado, se abren nuevas perspectivas para Unicaja, dirigida desde la fusión con Liberbank con quien, paradójicamente, era el absorbido.