La directora canadiense Louise Archambault ha llevado al cine la novela de Jocelyne Saucier "Y llovieron pájaros". Es esta película, que compite en el 67 Festival de San Sebastián, habla de "amor y libertad", de tomar decisiones y elegir sin que la edad sea el freno.
Sus protagonistas son tres viejos ermitaños que conviven en un bosque de la región de Québec y que, tras la muerte inesperada de uno de ellos, dos mujeres irrumpen en su vida inalterable casi al mismo tiempo.
Primero, una joven que investiga para un museo lo que fue de las víctimas de un antiguo y gravísimo incendio forestal, y después una octogenaria que desde los 16 años había estado recluida injustamente en una institución para enfermos mentales.
Gilbert Sicotte, Eve Landry y Éric Robidoux son tres de los actores del filme, que este martes han acompañado a realizadora en su presentación en el certamen donostiarra.
"Y llovieron pájaros", cuyo reparto completan Andrée Lachapelle, Rémy Girard y Louise Portal, es el tercer largometraje de esta cineasta, que debutó con "Familia", premiado en Toronto, al que siguió "Gabrielle", premio del Público en Locarno y elegida para representar a Canadé en los Oscar.
Su próximo trabajo será una coproducción con España, que rodará en Santiago de Compostela, según ha anunciado hoy, aunque ha dicho que no podía dar demasiados detalles, salvo que se trata de la historia de una mujer de 40 años, con tres hijos, que de un día para otro se queda sin nada.
Una mujer "desagradable" que, ante ese giro de su vida, decide viajar a España, donde comenzará a darse cuenta de quizá el problema esté en ella,
En "Y lloviendo pájaros" se cruzan muchos "subtemas", incluida la eutanasia, pero Archambault ha insistido en que "el principal es el amor y la libertad".
"Hay diferentes microtemas atados a cada personaje. También el aislamiento y la imposibilidad de amar, pero quería mostrar la esperanza, de que, pase lo que pase en la vida, no es cuestión de edad, sino de cómo utilizamos las posibilidades que se nos ofrecen", ha destacado.
Como la oportunidad de amarse en la ancianidad, pese al deterioro de los cuerpos, lo que les ocurre a dos de sus personajes. "Sí, quería mostrar belleza y deseo, independientemente de la edad", ha puntualizado.
La realizadora ha explicado que su película no se atiene a la estructura de la novela de Saucier y que al ermitaño Tom, que interpreta varias canciones con su guitarra, le ha "convertido en cantante porque era una manera de hacerle expresar su interioridd, su vulnerabilidad".
"Lo que más he desarrollado del libro es el aspecto dramático de cada personaje. Y he mantenido la escena de amor", ha señalado esta realizadora, a la que le gustan los protagonistas "atípicos" y "dar voz a quienes menos la tienen".
"Tender la mano al otro sin que importe su pasado, su físico o su religión", ha apostillado.