La retórica sobre unos tipos de interés "altos" durante "un periodo suficientemente largo" de los principales mandatarios de Banco Central Europeo (BCE) empieza a sonar impostada para muchos analistas y expertos en política monetaria. Las subidas de precios están cerca de normalizarse en la eurozona, en el objetivo del 2% de la propia institución, y distintas expectativas ven ya un primer recorte del 'precio' oficial del dinero en abril.
La moderación de la inflación en noviembre que se conoció el jueves sorprendió positivamente a todas las estimaciones, al quedarse en el 2,4% para el conjunto de la eurozona, y en el 2,3% en el caso de Alemania, en el 0,7% en el de Italia o en el 3,2% en el de España.
El proceso de 'desinflación' se ha generalizado y está siendo más rápido de lo esperado por el propio BCE. "Es una buena noticia, y, de entrada, elimina la posibilidad de que el consejo de gobierno de la institución decida un nuevo incremento de los tipos de interés en su reunión del 14 de diciembre", explica a elDiario.es Rafael Doménech, responsable de análisis económico de BBVA Research.
A finales de octubre, la presidenta de la institución, Christine Lagarde, calificó de "prematuro" el debate sobre una primera bajada del 'precio' oficial del dinero. Lo hizo justo después de parar el agresivo ciclo de austeridad monetaria para luchar contra la inflación que inició en julio de 2022 (el último aumento fue en septiembre). Una estrategia que busca ahogar a familias, empresas y estados encareciendo la financiación, y que ha llevado los tipos de interés de referencia del 0% al 4,5%.
Esta escalada, la más intensa de la historia del BCE, se traslada al euríbor (el índice de las hipotecas), al resto de préstamos y a la deuda pública, y es la principal herramienta de la política monetaria para destruir consumo e inversión y moderar así las subidas de precios, pese al riesgo de provocar una recesión, que actualmente es una amenaza latente en la eurozona.
Desde esa reunión de octubre (se celebran cada 6 semanas), ni la presidenta ni ningún representante del BCE se han movido de esa fórmula de "unos tipos de interés altos durante un periodo suficientemente largo". Este mismo viernes, en una conferencia, lo reiteró, por ejemplo, Pablo Hernández de Cos, gobernador del Banco de España, que forma parte del consejo de gobierno del organismo europeo. Ha habido declaraciones más contundentes, como las de su homólogo alemán. "Un recorte de tipos del BCE en el corto plazo es altamente improbable", dijo a mediados de noviembre Joachim Nagel.
"El BCE parece estar repitiendo el mismo error: cuando la inflación aumentó, subestimó la velocidad del aumento; ahora que la inflación disminuye, subestima la velocidad de la disminución", advierte Paul De Grauwe, profesor de la London School of Economics. Pero la realidad de la caída de la inflación podría ser inapelable para la institución monetaria. "Aunque hay que esperar a que se confirme en diciembre", dice Rafael Doménech.
"Esperamos que el BCE recorte los tipos de forma más agresiva de lo que espera el mercado. A pesar de la retórica agresiva proveniente del banco central, destinada a evitar una flexibilización prematura de las condiciones financieras, esperamos que se embarque en un ciclo de bajadas a partir de abril de 2024", asegura Ángel Talavera, economista jefe para Europa de Oxford Economics, cuya estimación puede verse en el gráfico anterior. En él, está incluida también la expectativa que se extrae de los mercados, a través de un instrumento financiero (conocido como 'swap') que indica lo que los inversores piensan que va a ocurrir con los tipos de interés.
Este viernes, el banco de inversión estadounidense Goldman Sachs, uno de los más poderosos del mundo, se sumó a este escenario. "El Banco Central Europeo no esperará tanto como se había previsto anteriormente para recortar sus tipos de internes", publicó. "El equilibrio de riesgos entre inflación y crecimiento está cambiando con bastante rapidez", incide Ángel Talavera. Es decir, las subidas de precios son ahora una preocupación menor y, precisamente, su moderación se explica en buena parte por el frenazo de la economía.
"Nuestra opinión es que la inflación será más baja en 2024 de lo que esperan tanto el mercado como el BCE", prosigue Ángel Talavera. "Varios factores sustentan nuestro pronóstico. El de mayor impacto directo tiene que ver con los precios de los alimentos, ya que han representado casi la mitad de la inflación total este año. Los indicadores de la cadena, como los precios al productor o los precios agrícolas, así como las expectativas de precios para los minoristas, sugieren que la inflación de los alimentos seguirá moderándose en 2024, contribuyendo sólo en pequeña medida a la inflación general", detalla el experto de Oxford Economics.
"De manera similar, después de una fuerte desinflación en los precios de la energía en 2023, esperamos que los precios sean sólo ligeramente más altos en 2024", añade. Por último, las subidas salariales no son vistas como un riesgo y han sido relacionadas por la mismísima Lagarde con la necesidad de los trabajadores de "ponerse al día", después del daño que ha sufrido su poder adquisitivo desde 2021 por las subidas de precios.
Según este análisis, el BCE descarta la “espiral de beneficios y salarios”, tan temida desde la ortodoxia de la política monetaria. Teóricamente, dicha espiral se da cuando los sueldos persiguen el aumento de las ganancias de las empresas. Es decir, las compañías repercuten las mejoras salariales en sus precios y los trabajadores se ven forzados a exigir nuevas subidas, en bucle.
Rafael Domènech recuerda que antes de conocer el dato de inflación de noviembre, la previsión de BBVA Research era que el BCE no recortaría los tipos de interés por primera vez hasta septiembre del próximo ejercicio, "y que anunciaría una bajada más en diciembre". Con esta expectativa, la firma de análisis del banco calculó un impacto negativo de 2 décimas al crecimiento económico de España, en 2024.
BBVA Research considera que el PIB (Producto interior bruto) de nuestro país avanzará un 1,5% el año que viene, en línea con la OCDE, la última institución internacional en revisar a la baja sus cifras, que se han ido alejando del 2% que espera el Gobierno, sobre todo por la debilidad de la eurozona. "Un adelanto del primer recorte de los tipos de interés podría ayudar al crecimiento", admite Rafael Domènech.
Sin duda, sería un alivio para muchas familias hipotecadas a tipo de interés variable, el 70% del total en España. Un respiro para los bolsillos, que junto a moderación de la inflación, supone un empujón para el consumo. Estas hipotecas se revisan cada año o cada 6 meses en función del euríbor, y no han parado de encarecerse desde 2022.
En este sentido, Pablo Hernández de Cos señaló este viernes que "se espera que en el futuro la transmisión de la subida de tipos de interés al coste de la deuda de los hogares sea más pronunciada. De hecho, alrededor del 30% de las hipotecas variables experimentarán una revisión al alza de sus tipos de interés de más de 1 punto porcentual en los doce meses posteriores a junio de 2023". Ese porcentaje alcanza a 1,5 millones de familias, de los 5 millones de hipotecas en total sobre viviendas habituales (según cifras de la Asociación Hipotecaria Española).
Recientemente, el Banco de España expuso que unos 750.000 hogares hipotecas están ya asfixiados. Es decir, dedican más de un 30% de sus ingresos mensuales a la cuota del préstamo. Este es el límite teórico sobre el que se considera “una carga financiera neta elevada”.