Las compañías aéreas han entrado en una competición entre ellas por acelerar la compra de aviones y cerrar contratos para mejorar sus flotas cuanto antes. Una situación que, en gran medida, viene condicionada por los problemas en las cadenas de suministro y por las restricciones geográficas a la hora de volar, por la situación bélica en Ucrania y Oriente Medio. Necesitan más aeronaves, con más capacidad y de mayor alcance.
El último movimiento lo han dado dos compañías europeas, Lufthansa y Easyjet, que han cerrado contratos con los dos grandes fabricantes de aviones, Boeing y Airbus.
En cuanto a la empresa alemana, ha sellado la adquisición de 40 Boeing 737-8 MAX y otros tantos Airbus A220-300. Además, se reserva 60 opciones de compra del mismo modelo del fabricante estadounidense y la misma cifra de aviones de Airbus, aunque en este caso contempla 40 unidades del A320. Este último es un modelo de avión de pasillo único que está pensado para vuelos de corta y media distancia.
Se trata de un megacontrato para la compañía germana. Entre todas las compras y opciones de reservar unidades a futuro, el acuerdo está valorado en más de 8.200 millones de euros. La compañía alemana destacaba, a través de un comunicado, que no sólo moderniza su flota, sino que además la hace menos contaminante, porque estos aviones emitirán menos CO2.
A este contrato se suman los más de 150 Airbus A320 que va a comprar Easyjet. Una operación que se anunció en octubre pero que el martes aprobó la junta de accionistas de la compañía británica. Además, ha cerrado la opción para adquirir 100 unidades más, en caso de necesitarlas.
Esta última renovación de flota es la más cara de la historia de esta compañía, porque está valorada en más de 19.000 millones de dólares, más de 17.000 millones de euros al cambio actual.
Más allá de las cifras, detrás de estos movimientos está la necesidad de mejorar la flota y, también, de garantizarse la prioridad en las cadenas de suministro que en los últimos tiempos se han habituado a los retrasos y a las previsiones de problemas, como ahora está ocurriendo con los desvíos de buques en el Mar Rojo y el Canal de Suez.
Hay que tener en cuenta que, por ejemplo, los aviones que ha adquirido Easyjet no estarán volando hasta finales de esta década o principios de la siguiente. "Sabemos desde hace tiempo que hay dificultades para conseguir franjas temporales", aseguró en otoño Johan Lundgren, consejero delegado de Easyjet, en relación a los posibles retrasos en las cadenas de suministro.
Estas operaciones son, prácticamente, un suma y sigue. Hace una semana, Turkish Airlines comunicó que iba a ampliar su flota con un pedido de 220 aviones Airbus. Ya hizo otros dos pedidos en julio y septiembre, así que la aerolínea turca tiene en cartera más de 500 aeronaves.
También en otoño, se supo que IAG, matriz de British Airways e Iberia, estaría en negociaciones con Boeing y Airbus para mejorar su flota de largo alcance, según publicó la agencia Bloomberg. Hace unos meses ya lo hizo la estadounidense Delta Airlines, que cerró la compra de un centenar de Boeing 737 Max. Y el consorcio Air France-KLM comunicó la compra de medio centenar de A350, de largo alcance, y los derechos de compra de otros 40 adicionales, con "las primeras entregas previstas entre 2026 y 2030", reconoció. "Este pedido proporcionará al grupo flexibilidad para asignar aviones dentro de su portafolio de aerolíneas, de acuerdo con la dinámica del mercado y las condiciones regulatorias locales", justificó el grupo francoholandés.
Parece obvio que las compañías aéreas necesitan aviones que contaminen menos y, también, poder volar más lejos y tener más capacidad de recorrido por las restricciones de espacio aéreo derivadas de las guerras. "Tenemos asumido que la prohibición de sobrevolar Rusia estará con nosotros, al menos, a medio plazo", reconoció tras confirmar el pedido a Airbus el consejero delegado de Air France-KLM, Benjamin Smith.
Estos contratos tienen otra consecuencia, la mejora de la cartera de pedidos de la europea Airbus y la estadounidense Boeing. Las dos multinacionales aeronáuticas hacen públicos los números de compras que les han solicitado las aerolíneas.
En el caso de Airbus, al cierre de noviembre ya llevaba más de 1.500 unidades reservadas, frente a las más de 1.000 de 2022. Mientras, Boeing detalla que, a cierre de noviembre, tenía 1.085 aviones solicitados.
El problema para los fabricantes es, precisamente, el desajuste entre la fecha para la se cierran los contratos y la realidad de cuándo se entregan esas aeronaves. Un baile en los calendarios que tiene consecuencias en los resultados económicos.
Airbus, por ejemplo, reconoció hace poco más de un mes, al dar detalles sobre su evolución financiera en los nueve primeros meses de su ejercicio fiscal, que había tenido que realizar un ajuste de 806 millones de euros. El motivo: "principalmente, el impacto del desfase entre la fecha de transacción y la fecha de entrega", asumió.