La UEFA y la FIFA tienen una posición de dominio y la necesidad de una autorización previa por su parte para nuevas competiciones "viola el derecho de la UE". El Tribunal de Justicia de la Unión Europea ha avalado este jueves en una relevante sentencia el reto que ha planteado el formato de la Superliga al statu quo del fútbol europeo. Los impulsores de este nuevo formato, que amenaza a la Champions League, han celebrado lo que consideran un éxito judicial y han presentado su nuevo modelo de competición, pero todavía tienen un largo recorrido para convencer a más clubes y a los aficionados.
La competición fue anunciada en abril de 2021 a última hora de un domingo. Doce clubes de Inglaterra (Arsenal, Manchester United, Manchester City, Liverpool y Chelsea), Italia (Inter de Milán, Milán y Juventus) y España (Real Madrid, FC Barcelona y Atlético de Madrid) lanzaban un órdago a la UEFA y las ligas nacionales al plantear una nueva competición europea acotada a los mejores clubes del continente, los más ricos. Las federaciones, las ligas profesionales, las aficiones y hasta los gobiernos se volvieron en contra al considerar que se creaba un nuevo marco solo para los clubes más ricos y a espaldas de los seguidores.
La presión llevó a una amenaza por parte de la UEFA y la FIFA, que plantearon que si clubes o jugadores decidían jugar la Superliga no podrían hacerlo en sus competiciones. Los impulsores del campeonato llevaron estas amenazas a un juzgado de lo mercantil madrileño, que trasladó una serie de dudas a la justicia comunitaria. Es aquí donde entra la sentencia conocida este jueves. Ha llegado más tarde de lo previsto coincidiendo con otros dos fallos con los que Luxemburgo pretende establecer un marco jurídico común para las competiciones deportivas. Los jueces europeos no entran en el caso concreto de la Superliga, que tendrá que dirimir el juzgado madrileño que elevó las preguntas sobre la adecuación de las normas de la UEFA y la FIFA al derecho de la UE.
Lo que establece el TJUE son los parámetros en los que se deben mover las competiciones deportivas y supone un varapalo para las asociaciones futbolísticas de la UEFA y la FIFA al establecer que los términos de la exclusión de los clubes participantes en la Superliga de los campeonatos organizados por la red de federaciones vulneran la legalidad europea.
"Las normas de la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA) y de la Unión de Asociaciones Europeas de Fútbol (UEFA) que supeditan a su autorización previa cualquier proyecto de nueva competición de fútbol de clubes, como la Superliga, y que prohíben a los clubes y a los jugadores participar en la misma, so pena de sanciones, son ilegales", sentencia la resolución.
El fallo de Luxemburgo se centra fundamentalmente en las reglas relativas a la competencia y el libre mercado al entender que la organización de campeonatos de fútbol y la consiguiente explotación de los derechos de difusión es una actividad económica.
"Cuando una empresa en posición dominante tiene la facultad de determinar en qué condiciones pueden entrar en el mercado empresas potencialmente competidoras, esta facultad, habida cuenta del riesgo de conflicto de intereses que genera, debe ir acompañada de criterios que permitan garantizar su carácter transparente, objetivo, no discriminatorio y proporcionado", argumenta la resolución: "Las facultades de la FIFA y de la UEFA no están sujetas a ningún criterio de esta naturaleza. En consecuencia, la FIFA y la UEFA están abusando de su posición dominante".
"Sus normas de autorización, de control y sancionadoras, habida cuenta de su carácter arbitrario, deben ser calificadas de restricción no justificada a la libre prestación de servicios", falla el TJUE en contra de lo que había argumentado hace justo un año el abogado general de la UE, que avaló que la UEFA y la FIFA pudieran "amenazar con sanciones a los clubes afiliados a esas federaciones en caso de que estos participen en un proyecto de creación de una nueva competición que pudiera vulnerar los objetivos legítimos perseguidos por esas federaciones de las que son miembros".
Pero la Superliga que se presentó en 2021 no es la misma que existe –en la teoría– en 2023. No lo es en sus apoyos. En las primeras 48 horas se cayeron nueve de los doce clubes que la impulsaron y quedaron solo Real Madrid, con Florentino Pérez convertido en abanderado del nuevo modelo, FC Barcelona y Juventus. Tampoco lo es en el formato, que ha ido cambiando en este tiempo con distintas propuestas para tratar de desprenderse de la etiqueta de competición cerrada, sin mérito deportivo y centrada en el dinero.
La sentencia fue rápidamente celebrada por A22, la empresa que representa a los impulsores de la Superliga, así como por Real Madrid o FC Barcelona. "Hemos ganado el derecho a competir", aseguró Bernd Reichart, consejero delegado de A22. "El fútbol es libre y ahora los clubes ya no sufrirán amenazas y sanciones, son libres de decidir su propio futuro", añadió. Por su parte, el empresario Florentino Pérez defendió que "se imponen el derecho, la razón y la libertad". "Ha llegado el momento de que los clubes tengan un mayor control sobre su destino", celebró Laporta.
Pero más allá de los interesados, son más los que han planteado su rechazo. "No vamos a detenerlos, que empiecen sus competiciones fantásticas con dos clubes", aseguró Aleksander Ceferin, presidente de la UEFA. El organismo que rige el fútbol europeo, principal damnificado de la sentencia, asegura que las conclusiones del TJUE hacen referencia a unos estatutos que se modificaron el año pasado y que cualquier problema apercibido por el tribunal quedó ya subsanado. "Estamos todos juntos, todos los estamentos del fútbol y toda la sociedad europea y nada, absolutamente nada, puede cambiar eso", enfatizó.
El rechazo a la sentencia también ha llegado por parte de otras voces personadas contra la Superliga en el caso analizado por el TJUE, como lo es LaLiga, patronal del fútbol español. Su presidente, Javier Tebas, aseguró que "la celebración de la Superliga es imposible" y aseguró que sus responsables están llevando a una "ceremonia de la confusión".
Hasta aquí, lo normal. Los impulsores de la nueva competición celebran la sentencia del TJUE. Los detractores se aferran a su lado más positivo. Asumen que la Superliga puede existir, pero se aferran a que el proceso no ha terminado, ya que ahora vuelve al juzgado español que impulsó la consulta a la justicia comunitaria. El proceso, en efecto, no ha concluido, sino que se abre un nuevo capítulo en el que, al menos, ha quedado más clara la cuestión legal.
Una vez que la Superliga ha ganado esta primera batalla judicial, queda seguir otros pasos hacia la nueva competición. El primero de ellos y más obvio es que haya clubes. Sin rivales, no hay torneo. Las reacciones a la sentencia no se han hecho esperar en clubes de toda Europa. El Atlético de Madrid, uno de sus impulsores, que se dio de baja a las horas, aseguró este jueves que "la familia del fútbol europeo no quiere la Superliga europea".
Al igual que los colchoneros, las reacciones negativas a la sentencia se han ido repitiendo por todo el continente. Otros clubes susceptibles de participar en la competición como el Bayern de Múnich, el Borussia Dortmund o el PSG francés y grandes ligas como la alemana o la francesa se han unido en mensajes contra la Superliga, dando muestra de que la nueva competición no convence a buena parte de los clubes que podrían participar.
Tampoco participarían los clubes ingleses, ni los seis que impulsaron el órdago a la UEFA. "Seguimos plenamente comprometidos con la participación en las competiciones de la UEFA y con la cooperación positiva con la UEFA, la Premier League y otros clubes", apuntó por ejemplo el Manchester United en un comunicado. En la misma línea se posicionaron otros clubes o la propia liga inglesa, la más importante del mundo. "Los aficionados son de vital importancia para el fútbol y una y otra vez han dejado claro su oposición", señaló la Premier League. El Reino Unido está preparando una ley que prohibiría a los clubes ingleses participar en esta competición.
Más difícil supone hablar de los aficionados, al tratarse de un colectivo de millones de personas. Si bien, las asociaciones que se distribuyen por toda Europa que representan a las peñas han mostrado su descontento. "Pase lo que pase, la Superliga sigue siendo un proyecto mal concebido que pone en peligro el futuro del fútbol europeo, los fans de toda Europa seguirán luchando", aseguró Football Supporters Europe, la asociación que engloba a estos colectivos en toda Europa.
A la vista queda que A22 y los clubes que siguen en la Superliga no han logrado convencer a otros equipos ni a aficionados para que se sumen a la nueva competición. La empresa arrancó, desde que el caso llegó a la justicia europea, una gira de reuniones y convenciones por todo el continente para tratar de convencer a más clubes, aficionados y futbolistas. Para ello, fue modificando su formato y el modelo de entrada a la competición, para tratar de evitar el apelativo de campeonato cerrado solo a los clubes grandes.
La última actualización del modelo ha sido este mismo jueves, tres horas después de conocerse la sentencia. Se ha diseñado un sistema de liguillas y eliminatorias comprendido por tres divisiones distintas con ascensos, descensos y salidas de la competición, a las que sustituyen las entradas de otros equipos. A ello se suma un sistema de retransmisión controlado por los propios clubes y que, según A22, se comercializaría de manera gratuita. Esta propuesta choca con la evolución del mercado del fútbol de los últimos años, con derechos televisivos muy caros que precisaban de altos precios de venta a los espectadores para poder rentabilizarlo. Según la empresa impulsora de la Superliga, se compensarían esos ingresos con publicidad.
La Superliga ha ganado la batalla legal, pero no cuenta ni con los aficionados ni con los clubes suficientes para poder rellenar los 64 participantes. No está más cerca que ayer de ser una realidad.