Blackrock anunció hace unos días su mayor operación corporativa en una década. Se trata de la compra del fondo de inversión en infraestructuras GIP por 11.413 millones de euros. Esta adquisición tiene un efecto en nuestro país. Cuando se concrete, la mayor gestora del mundo sería dueña del 20% de una empresa estratégica como es Naturgy. Con este movimiento, el gigante de la inversión financiera se convertirá en accionista de 20 de las 35 empresas que componen el Ibex 35.
El movimiento, anunciado el pasado viernes, ha incomodado a algunas fuerzas políticas como es el caso de Sumar y Podemos. Ambas formaciones de izquierdas pidieron al Gobierno este martes que frene la entrada de la gestora en la compañía energética, la antigua Gas Natural. GIP es uno de los principales accionistas del grupo en la que es su mayor inversión en España. Tiene el 20% del capital y dos asientos en el consejo de administración.
Blackrock es un viejo conocido de la Bolsa española. Está presente en la mayoría de las empresas que cotizan en el índice. La operación de Naturgy todavía no se ha completado, ya que está pendiente de su cierre en los próximos meses, pero ya ha levantado ampollas.
"El Gobierno debe impedir la toma de control del 20% de Naturgy por BlackRock", ha aseverado Carlos Martín Urriza, voz económica de Sumar, en un mensaje publicado en la red social X, antes conocida como Twitter. A renglón seguido, el diputado por Madrid del grupo plurinacional ha explicado que el fondo de inversión tiene "dimensiones colosales y participaciones significativas" en 19 empresas importantes del país.
"Si los buitres quieren tomar el control y ponen en riesgo la democracia, España debe profundizar la intervención en este sector estratégico y crear una energética pública", ha defendido la exministra de Podemos Irene Montero en un mensaje publicado en la red social X. "A los buitres se les mira cara a cara", ha apostillado en su mensaje.
El hecho de tratarse de una empresa estratégica, en el sector energético, y la vigencia de un escudo antiopas en España, ha dirigido la mirada al Gobierno por si tiene la capacidad o no de jugar un papel en el movimiento de Blackrock. Fuentes del Ministerio de Asuntos Económico confirman a elDiario.es que se están analizando los detalles de la operación, sin avanzar qué decisión se puede tomar al respecto.
A grandes rasgos, la CNMV considera participación significativa a aquellas que superan el 3% del capital de una empresa cotizada. Blackrock aparece como tal en 19 empresas, 20 contando ya con Naturgy. Sumando todas estas participaciones, Blackrock alcanzaría los 24.800 millones de euros de valor de sus acciones en el Ibex 35, según los precios de mercado de este martes. Esto equivale a que el 3,86% de todo el selectivo bursátil español está en manos de los distintos fondos de la gestora.
Las 20 empresas en las que está presente, contando con Naturgy, incluye a compañías en sectores estratégicos en España como son la banca, las energéticas o las telecomunicaciones. Por ejemplo, está en cuatro de los seis bancos españoles cotizados en el Ibex 35, siendo el primer accionista en BBVA o Santander. Únicamente está fuera de Bankinter y Sabadell, las dos entidades más pequeñas. Tiene el 5,9% de BBVA, el 4,99% de CaixaBank, el 3,96% de Sabadell o el 5,4% de Santander.
Habitualmente tiene una estrategia en la que toma posiciones de entre el 3% y el 6% de las empresas en las que decide participar a través de sus distintos fondos de inversión. En el sector energético, con la entrada en Naturgy se une al 5,39% que ya tenía en Iberdrola, el 5,475% de Repsol, el 5,42% de Enagás o el 4,995% en Redeia (antigua REE).
A ello se une la presencia en otros sectores como el de las telecomunicaciones, con el 4,98% de Telefónica o el 5% de Cellnex. El listado es largo e incluye otros grandes nombres empresariales españoles: ACS (5,83%), Amadeus (5,29%), Aena (3,07%) o Colonial (3,9%), entre otros.
Blackrock anunció el pasado viernes la compra de GIP, pagando más de 12.000 millones de dólares, siendo 3.000 millones en efectivo y el resto en acciones. Según informó 'Financial Times' esta operación anunciada ahora comenzó en realidad en otoño, cuando Blackrock se acercó al fondo de inversión buscando un modelo de negocio que se adaptara al creciente apetito de los mercados financieros por “fondos de inversión a largo plazo centrados en la descarbonización, la seguridad energética y las redes eléctricas”. Con esta operación, que aporta a Blackrock 106.000 millones en activos, la compañía se convierte en el segundo mayor inversor de infraestructuras del mundo por detrás de Macquaire.
Blackrock es un gigante financiero mundial. Gestiona, a través de decenas de fondos de inversión, 10 billones de dólares en activos. Es el gran nombre de los mercados en cualquier punto del mundo. El funcionamiento de la gestora, a grandes rasgos, se basa en crear fondos de inversión que captan dinero de clientes de cualquier mercado, también en España. Estos fondos suelen estar especializados en un tipo de empresas, en emisiones de deudas o en replicar selectivos bursátiles.
De este modo, la participación de Blackrock en el Ibex 35 no es mediante un único vehículo sino a través de estos diversos fondos. A partir de ahí, es conocido por su gestión pasiva. Es decir, invierten en las empresas pero nunca reclaman la entrada en el consejo de administración. Tampoco cuando figuran como su primer accionista. Y suelen mantener una posición más o menos similar, durante un tiempo prolongado.
Por ejemplo, en España no hay consejeros de Blackrock en el Ibex 35. La novedad con la adquisición de GIP es que el fondo de inversión sí tiene presencia en el órgano directivo de la empresa energética. Si bien, en los últimos meses se ha especulado en el mercado con la pretensión de este accionista de desprenderse de esta participación.
Sin embargo, aunque Blackrock no participa en la toma de decisiones de las empresas en las que participa, sí cuenta con una fuerte influencia en los mercados. Sus estrategias de inversión y la voz de su consejero delegado, Larry Fink, son escuchadas en todo el mundo. Son conocidas las cartas que cada año envía a los consejeros delegados de las empresas en las que participa cada año en el que marca las dinámicas que prevé para el mercado o la posición de Blackrock en algunas materias como la transición energética o la lucha contra el cambio climático.