Las ciudades son las responsables de más del 60% de las emisiones de gases de efecto invernadero, según datos de la ONU, con el transporte como un foco importante de contaminación. La movilidad sostenible es un reto para las administraciones, porque mejora la calidad del aire, reduce los accidentes y favorece que la ciudadanía sea menos sedentaria, reorganiza el espacio público y configura urbes más equitativas y aprovechables. Con el sector del automóvil ante el desafío de abandonar su dependencia de los combustibles fósiles y acelerar la descarbonización, tres voces expertas han compartido este lunes sus inquietudes y su visión de presente y futuro sobre este asunto.
“La reflexión es clara, cada vez más población vive en ciudades, donde se produce gran parte de la contaminación, así que tenemos unos retos como país a la hora de abordarlo”, señala el secretario general de Movilidad Sostenible del Ministerio de Transportes, Álvaro Fernández Heredia, que fue dirigió la Empresa Municipal de Transporte de Madrid con Manuela Carmena, donde puso en marcha Bicimad, y fue gerente de Autobuses de Valladolid, bajo el mandato de Óscar Puente. “Lo que está ocurriendo parece nuevo, pero las lecciones son muy antiguas. En 1963, el Informe Buchanan ya decía que las ciudades no serían viables si no aportamos por el transporte público y por una movilidad que no puede depender del vehículo privado. Han pasado más de 60 años y estamos aplicando esas recetas”, razona el experto.
El secretario general de Movilidad Sostenible del Ministerio de Transportes, Álvaro Fernández Heredia, la directora de desarrollo de Empresas por la Movilidad Sostenible, May López, y la CFO de Silence Acciona, Cristina Martínez de BartoloméEsas recetas pasan por el refuerzo del transporte público, la implantación de zonas de bajas emisiones o nuevas herramientas para desplazarse por las ciudades, como los vehículos compartidos. Unos cambios que, según la CFO de Silence Acciosa, Cristina Martínez de Bartolomé, deben articularse por varios carriles. “Las administraciones públicas tienen un papel importante a la hora de impulsar el cambio, pero también los propios ciudadanos, cuya mentalidad está cambiando”, ha señalado.
El cambio climático es ya una de las principales preocupaciones de los ciudadanos. Se cuela entre las 10 primeras en España, según los datos del CIS, y la OMS lo sitúa como uno de los retos más importantes para la salud en los próximos años. “Las nuevas tecnologías y esta nueva forma de ver la vida es lo que tiene que aprovechar la empresa privada para desarrollar nuevas formas de negocio que cubran estas necesidades que están surgiendo”, razona Martínez de Bartolomé, “para facilitar al ciudadano acceso a diversos modos de movilidad”.
Acciona ha impulsado desde el año 2018 un servicio de movilidad compartida en las principales ciudades de España, con una flota de más de 5.000 motos eléctricas, a la que ahora quieren sumar un nano-coche, y trabajan en el desarrollo de un ecosistema de intercambiadores de baterías para salvar el problema del tiempo y los puntos de recarga. “No decimos que nuestra alternativa sea la buena, sino que es una más entre todas las que puede elegir el ciudadano, como el transporte público”, indica la CFO de la compañía.
La directora de desarrollo de Empresas por la Movilidad Sostenible, una entidad que agrupa a 60 organizaciones, May López, apuesta por impulsar la colaboración público-privada. “Existen muchas soluciones que nos permiten ser más eficientes, minimizar la huella de carbono y el impacto ambiental en las ciudades y en el aire, pero también tenemos que garantizar que sea una movilidad accesible, porque muchos colectivos se pueden quedar fuera”, advierte la experta, que reconoce que “la legislación es el verdadero impulsor de los cambios en temas de sostenibilidad y para garantizar soluciones de movilidad a más colectivos”.
Según las expertas, los cambios en las formas de movilidad condicionarán también el diseño de las ciudades y el uso del espacio público. La Unión Europea prohibió la venta de coches de gasolina y diésel a partir de 2035 y España se ha marcado como objetivo la desaparición de los vehículos de combustión por sus carreteras para 2040. ¿Cómo se reconfigurará entonces el espacio público? “Contando”, resume Fernández Heredia: “¿Cuánta gente utiliza el transporte público? ¿cuánta el coche? ¿cuánta va andando? Si empezamos a diseñar la ciudad conforme al uso que se hace de ella, descubriríamos varias cosas, que cada vez es más agradable caminar, que tendríamos más espacios para reverdecer la ciudad y adaptarla al cambio climático, que el transporte público cada vez es más rápido y, por lo tanto, una mejor alternativa al coche, que tendría que ceder espacio al resto de usuarios”.
“Las tecnologías, la digitalización y la inteligencia artificial están avanzando tan rápido que lo que podamos imaginar ahora, dentro de unos años nos va a parecer increíble”, señala Martínez de Bartolomé, que prevé unas ciudades más inclusivas, sostenibles y en las que se pueda vivir. “Una ciudad en la que nos guste estar”, afirma. Un pronóstico con el que coincide López: “Podremos respirar, vivir, socializar, será más verde, con más comercio local, que da seguridad y vida, y que es mucho más sostenible que cualquier producto comprado online y fabricado en terceros países que rompen esa sostenibilidad y que tienen impactos globales de los que no somos conscientes”. Ella lo tiene claro: “Llevamos años hablando del coche volador, pero la movilidad del futuro será la bicicleta”.