El economista francés concuerda con el plan de rechazo a la austeridad, pero critica la aproximación "tecnófila, mercantil y consumista" de la propuesta del expresidente del BCE
Draghi se topa (otra vez) con el Muro de Berlín por los eurobonos y el cheque de la reconversión industrial
El economista francés Thomas Piketty ha analizado en un artículo para el periódico Le Monde el informe que Mario Draghi, expresidente del Banco Central Europeo, presentó este lunes a la Comisión Europea.
Así, la UE retomaría niveles de inversión no vistos desde las décadas de 1960 y 1970. El expresidente del BCE insiste en que es necesario destinar dichos fondos a la investigación, el desarrollo de nuevas tecnologías y la infraestructura verde, y para financiarlo sugiere recurrir a la emisión de deuda europea, como ya se hizo con el plan de recuperación tras la pandemia. “Seamos claros desde el principio”, dice Piketty sobre la propuesta, “es un paso en la buena dirección”.
El profesor y economista francés, especializado en desigualdad económica, aplaude que Draghi haya propuesto una política que “tiene el inmenso mérito de acabar con el dogma de la austeridad presupuestaria”, un enfoque que, según dice en la columna publicada en Le Monde, ha perjudicado innecesariamente a las economías europeas.
Piketty señala que algunos sectores, especialmente en Alemania y Francia, han defendido la austeridad argumentando que “los países europeos deberían hacer penitencia por sus déficits pasados y entrar en una larga fase de excedentes primarios”. Esto implicaría, según dicha postura, que los contribuyentes deberían “pagar muchos más impuestos de lo que reciben en gasto”.
“En realidad, este dogma austero se apoya en un disparate económico”, afirma. “En primer lugar, porque los tipos de interés reales han caído a niveles históricamente bajos en Europa y Estados Unidos en los últimos veinte años: menos del 1% o del 2%, o incluso niveles negativos en algunos casos. Esto refleja una situación en la que existe un enorme maná de ahorro poco o mal utilizado en Europa y a escala mundial, listo para verterse en los sistemas financieros occidentales sin apenas retorno. Corresponde a los poderes públicos movilizar esas sumas e invertirlas en formación, sanidad, investigación y nuevas tecnologías, grandes infraestructuras energéticas y de transporte, renovación térmica de edificios, etc”, añade el economista francés, en la línea con las propuestas de Draghi.
Defiende también la estrategia de endeudamiento europeo que plantea Draghi: “En cuanto al nivel de deuda pública, es efectivamente muy elevado, pero no inédito”. Aun así, apunta: “Lo que la historia demuestra, sin embargo, es que niveles tan elevados de deuda no pueden tratarse con métodos ordinarios: se necesitan medidas excepcionales, como gravámenes sobre los activos privados más elevados”.
Una “aproximación tecnófila, mercantil y consumista bastante tradicional”Piketty no deja de criticar algunos aspectos fundamentales del informe del italiano. Aunque celebra la propuesta de un mayor nivel de inversión, le reprocha adoptar una “aproximación tecnófila, mercantil y consumista bastante tradicional”, enfocada en otorgar subvenciones públicas a grandes empresas privadas en sectores como la inteligencia artificial, el medio ambiente y el ámbito digital. “Hay muchas razones para creer que Europa debería aprovechar la oportunidad para desarrollar otros modos de gobernanza y evitar dar, una vez más, plenos poderes a los grandes grupos capitalistas privados para gestionar nuestros datos, nuestras fuentes de energía o nuestras redes de transporte”, critica.
En cuanto a las inversiones en investigación y educación superior, Piketty coincide con Draghi en que el Consejo Europeo de Investigación debería financiar directamente a las universidades, pero asegura que el plan tiene de manera general una forma “demasiado elitista y restrictiva”. El italiano propone centrarse únicamente en unos pocos centros de excelencia de las grandes ciudades, algo que Piketty considera “económicamente peligroso y políticamente inaceptable” al dejar fuera a regiones menos favorecidas económicamente. “La sanidad pública y los hospitales están casi totalmente ausentes del informe”, añade.
“Si Francia, Alemania, Italia y España, que suman las tres cuartas partes de la población y del PIB de la eurozona, logran ponerse de acuerdo en un compromiso equilibrado y social y territorialmente inclusivo, será posible avanzar sin esperar a la unanimidad y apoyándose en un núcleo de países (como prevé el informe Draghi). Este es el debate que Europa debe entablar ahora”, concluye el economista francés.