El compromiso por una economía más sostenible hace que cada vez más se impulsen promociones inmobiliarias eficientes y se apueste por la rehabilitación de antiguos edificios, una nueva vía para que despeguen las hipotecas verdes en España.
La mayor parte del parque inmobiliario es energéticamente ineficiente y necesita una profunda actualización para cumplir con los objetivos de emisión de CO2 nula en 2050, aunque antes de eso puede ir renovándose de forma progresiva.
Es ahí donde las hipotecas verdes pueden facilitar la financiación porque estos créditos premian el bajo consumo de la vivienda al ligar el tipo de interés con la eficiencia energética y aunque están principalmente dirigidos a promotores, también hay entidades que los ofrecen ya para el cliente final.
El requisito fundamental para conseguir una hipoteca verde se basa en la calificación energética del edificio o la obra rehabilitada, que emitirá un técnico y que es obligatoria según la normativa actual, aunque no está claro que todas las entidades financieras exijan un sello de sostenibilidad como el Breeam o el de Passivhaus.
En España estos préstamos han tenido un crecimiento discreto y son un producto relativamente nuevo que se ofertó por primera vez en 2013 de mano del banco holandés Triodos Bank, que en 2018 concedió 182 millones en hipotecas verdes, un 36 % más que el año anterior.
BBVA también ha sacado una línea de financiación similar al igual que Bankia, en colaboración con el Banco Europeo de Inversiones (BEI) en un acuerdo por valor de 300 millones de euros para viviendas que tengan sistemas de aislamiento térmicos, acústico y de ventilación para consumir la menor energía posible.
En este caso no es necesario tener un sello de sostenibilidad, pero sí lo es para conseguir el crédito a promotores, también ofertado por Bankia, con un interés entre 0,1 y 0,2 puntos inferior al de una hipoteca convencional.
No obstante, hasta ahora la mayor parte de estos créditos se han destinado a vivienda de nueva construcción y ha dejado a un lado el parque edificado ya construido.
Pero 220 millones de edificios de toda Europa han sido construidos antes de 2001, es decir, antes de que hubiera una normativa energética común, y necesitan una reforma para ser eficientes, según ha expuesto esta misma semana el secretario general de la Federación Hipotecaria Europea, Luca Bertalot, en una jornada.
El director gerente de Asprima, Daniel Cuervo, explica a Efe que para que los edificios tengan una calificación energética alta, la rehabilitación debe ser integral, ya que si no son solo "parches" que mejoran la eficiencia pero no hasta los niveles óptimos exigidos.
Además, la rehabilitación abarataría el gasto de las familias en energía, explicó Bertalot, y puso el ejemplo de Copenhague, donde la diferencia entre una vivienda rehabilitada con una eficiencia "A" y la de una sin reformar con una calificación "G" es de 3.000 euros.
Desde el sector promotor, piden al Estado voluntad política y la creación de un plan de actuación, así como un apoyo en temas de fiscalidad cuando se lleven a cabo este tipo de proyectos.
Asimismo, el de Asprima explica que muchos edificios deberán ser reconstruidos y que entonces se debería aumentar la edificabilidad y establecerse un plan de realojo mientras se lleva a cabo.
De momento, ninguna entidad bancaria ofrece créditos específicos para hacer las viviendas más sostenibles, aunque están aumentando poco a poco sus líneas de productos verdes.
"Los clientes de los próximos años tendrán unas necesidades diferentes a los clientes de hoy. Si no te preparas, sales del negocio", ha dicho Bertalot, con lo que pone el foco en la banca como parte indispensable del proceso de rehabilitación.
En cuanto a ayudas públicas disponibles, en el Plan de Vivienda 2018-2021 se contemplan varios programas que afectan a la rehabilitación de viviendas y edificios, que gestionan las comunidades autónomas con presupuesto del Ministerio de Fomento.