La Comisión Europea (CE) propuso este jueves drásticos recortes en las posibilidades de pesca de especies de gran interés comercial para España, como la merluza, el jurel o la cigala en aguas del Atlántico y el Mar del Norte.

Bruselas presentó sus propuestas de Totales Admisibles de Capturas (TAC) y cuotas para 2020, que los ministros de Pesca de la Unión Europea debatirán en su tradicional Consejo de diciembre, que cada año conlleva interminables negociaciones antes de llegar a un acuerdo.

Para la flota española los recortes que plantea la Comisión afectan en particular a la merluza, con una bajada del 20 % en aguas ibéricas y del 19 % en los caladeros del norte, así como para el jurel, con recortes del 41 % en aguas ibéricas, del 50 % en la zona que comprende desde el sur de Finisterre hasta el peñón de Gibraltar y del 41 % en el Gran Sol.

En el caso de la cigala, la disminución de las capturas sería del 23 % en las aguas españolas entre Finisterre y la frontera con Portugal y el caladero del Golfo de Cádiz.

El lenguado también figura entre las bajadas propuestas, con una disminución del 40 % en aguas ibéricas y del norte.

La propuesta plantea asimismo recortar las posibilidades de pesca del rape en aguas ibéricas (3 %), que se verá compensada con el aumento de las capturas de esta especie en el Gran Sol (7 %) y el Golfo de Vizcaya (8 %).

Asimismo, pide una reducción en la pesca de la solla (del 20 % en aguas del norte) y del abadejo (10 % en aguas ibéricas, caladeros del norte y Gran Sol).

Por otra parte, Bruselas propuso hoy aumentar las posibilidades de pesca para algunas especies y zonas que se considera se encuentran en buen estado, como es el caso de los gallos en aguas ibéricas, aguas portuguesas y Golfo de Cádiz (12 %) y de un 5 % en el Golfo de Vizcaya.

En todas las aguas afectadas, es decir, el Atlántico y el Mar del Norte, la CE plantea reducir las cuotas de pesca para 40 reservas y aumentarlas o mantenerlas para otras 32.

En 2019 un total de 59 reservas en esas aguas se pescaban a niveles de rendimiento máximo sostenible, es decir, el mayor que se puede permitir en la pesca de una especie sin reducir su producción potencial para los años siguientes, frente a solo cinco en 2009.