El Gobierno italiano insiste en su intención de gravar el plástico de un solo uso en los Presupuestos Generales de 2020, pese a la importancia de ese sector y a la incidencia que tendría sobre todo en la región de Emilia Romaña (norte), a tres meses de sus elecciones.
"Hay políticos que miran a las próximas elecciones y estadistas centrados en las futuras generaciones", defendió hoy desde Shanghái el ministro de Exteriores, Luigi Di Maio, líder del Movimiento Cinco Estrellas (M5S), que gobierna con partidos de centro e izquierda.
En su opinión, el controvertido impuesto al plástico es "una tasa que ayudará a Italia a convertir su propia producción y a contaminar menos", por lo que rechazó eliminar ese gravamen.
Por su parte, el ministro de Economía, Roberto Gualtieri, calificó de "justa" la medida pero, al mismo tiempo, abrió la puerta a "modularla" a través de un diálogo con los productores de plástico.
"Debemos reducir el uso del plástico de un solo uso, no podemos aplaudir a los jóvenes que se manifiestan por el clima y después no actuar. Una medida que lo desincentiva es justa. Ya después habrá que remodularla y estoy preparado para debatirlo con el sector", explicó anoche al informativo de la televisión pública RAI.
El Gobierno, formado por el M5S, el Partido Demócrata (PD), Libres e Iguales (LeU) y la centrista Italia Viva (IV), planea introducir un impuesto desde julio de 2020 con el que los productores deberán pagar un euro por cada kilogramo de plástico monouso que fabriquen.
El tributo, en línea con las normativa europea que prohibirá el plástico de un solo uso desde 2021, grava la producción de bolsas, bandejas, botellas, tapones o cartones de leche, mientras que trata de incentivar el uso en fábrica de materias biodegradables.
La medida afectará especialmente a la región de Emilia Romaña (centro), en cuya capital, Bolonia, ha florecido en los últimos años un sector del plástico con 228 empresas que emplean a unas 17.000 personas.
En concreto, las empresas que fabrican paquetes y embalajes representan el 36 % del total de la región y facturan cada año alrededor de 4.400 millones de euros.
Además, el sector de la construcción de máquinas de embalaje está en auge en Italia, con una facturación de 7.850 millones de euros en 2018, un 9,4 % más que el año anterior, exportándolas como un líder mundial junto a Alemania, según datos de la patronal Confindustria.
La asociación de consumidores Federconsumatori estima que, de aprobarse, este impuesto supondría un gasto de 138,77 euros anuales a cada familia italiana, por lo que reclama políticas "coherentes" que permitan una "reconversión hacia una economía sostenible".
Y también desde los sindicatos ven con preocupación la medida. El responsable de Medioambiente de Cgil, Michele De Palma, cree que la transición productiva pasa por todo un plan industrial, no por la introducción de nuevos impuestos, dijo hoy a "Il Corriere".
Pero la tasa también ha generado controversia por sus implicaciones políticas: llega a tres meses de unas elecciones en las que el líder de la ultraderechista Liga, Matteo Salvini, quiere conquistar por primera vez esta región, tradicional bastión de la izquierda italiana.
El actual presidente de Emilia Romaña, Stefano Bonaccini, del PD, cree justo limitar el plástico de un solo uso pero con políticas que incentiven este cambio, "no introduciendo nuevos impuestos", afirmó hoy en una entrevista a "Il Corriere della Sera".
Por otro lado el impuesto ha provocado un debate en la coalición del Gobierno entre quienes critican la medida, como el líder de Italia Viva, Matteo Renzi, contrario a crear nuevos gravámenes, y quienes celebran la apertura al diálogo con el sector, como el ministro de Economía.