El presidente iraní, Hasan Rohaní, advirtió este domingo de que las autoridades no permitirán que se fomente "la inseguridad y la anarquía" en el país, tras los graves disturbios registrados por el aumento del precio de la gasolina.
"Protestar es el derecho de la población, pero esto es diferente de la anarquía", subrayó Rohaní sobre las manifestaciones violentas, que comenzaron la noche del viernes, según un comunicado de la Presidencia.
El mandatario aseguró que "de ninguna manera el Gobierno permitirá a nadie crear disturbios o inseguridad" y criticó los ataques a bancos y comisarías, entre otras propiedades públicas y privadas que han sufridos daños e incendios.
En cuanto a las protestas que han bloqueado carreteras, Rohaní indicó que "el coche no es para crear atascos" y que estos vehículos y conductores van a ser identificados y sobre ellos caerá el peso de la ley.
En su discurso durante una reunión del gabinete, defendió que el objetivo del aumento del precio de la gasolina es "apoyar a las familias de bajos ingresos en la actual situación de sanciones económicas" impuestas por Estados Unidos.
La gasolina pasó el viernes de costar 10.000 riales el litro a (0,10 dólares a cambio libre) a 30.000 (0,30 dólares), aunque cada conductor tiene derecho a 60 litros mensuales a un precio de 15.000 (0,15 dólares).
Rohaní informó de que, al no poder exportar más petróleo debido a las sanciones y al no quererse aumentar los impuestos, la única forma es "reducir los subsidios".
Señaló que en el último año ha aumentado el consumo de gasolina un 9,7 % y que el precio de 15.000 riales está muy por debajo de su valor real, que se eleva a 55.000 o 60.000 (unos 0,60 dólares).
"Tuvimos que crear una especie de equilibrio, ya que el bajo precio de la gasolina ha favorecido que una gran cantidad salga del país de contrabando", agregó.
Esos argumentos no han evitado el descontento popular que se ha traducido en disturbios en numerosas provincias, principalmente en Juzestán (suroeste del país), Teherán, Fars (sur) y Kerman (sur).
Un millar de personas han sido detenidas y al menos dos han muerto, una de ellas un policía, aunque la cifra total de víctimas mortales se prevé bastante más elevada.